Resumen
El cuento relata la historia de un paseo que el narrador debe hacer con alguien/algo al centro porteño obligado por sus padres. No se da a conocer la identidad del personaje que acompaña al niño.
El narrador expresa que no quiere salir con él/esto pero sus padres no le dan opción. Por suerte, su tía Encarnación le regala un billete para que se comprara algo para comer. Lo agarra de un rincón de su cuarto y lo lleva hasta la puerta.
Todo el tiempo se siente observado por los peatones y vecinos y se siente incómodo. Todo con él/esto resulta un problema. El niño debe vigilarlo constantemente. Toman el tranvía hacia el centro. Finalmente, luego de reposar un momento en un banco de la Plaza de Mayo, decide abandonarlo. Disimuladamente se aleja del banco. Después se marea y se descompone y se arrepiente. Vuelve corriendo y lo encuentra sentado en el mismo lugar.
Análisis
La identidad del “paseado” no se fija en ningún momento. La intriga del cuento consiste en descubrir quién o qué era esta criatura. En este sentido, el texto necesita de un lector detective que repare con pocas pistas la identidad del "paseado". Sin embargo, las expectativas por fijar la identidad incógnita se ven frustradas por el final del cuento.
Se podría interpretar que esta criatura es un hermano con alguna dificultad o que representa alegóricamente los complejos psicológicos del niño narrador. Lo que sí queda claro es el malestar del niño y la sensación de carga que siente atravesando la ciudad con él/esto.
Con esa presencia desconocida, Cortázar nos sitúa en el terreno fantástico. Utiliza el vacío de información, las descripciones laxas y la falta de nombre para que se genere la intriga. Se plantea un desajuste entre la información que tienen los personajes y los lectores: lo que es evidente para ellos nos crea una extrañeza y una incertidumbre constantes.
Además de la falta de información sobre el "paseado", se presenta al protagonista con miedo a llamar la atención hacia ellos. Le molestan las miradas y se muestra bastante paranoico. Se destacan las miradas de los guardas, los vecinos o las reacciones de los peatones: "sentía que los vecinos estaban mirando" (2016:130) o “le hacia algún comentario a otro, o se pegaban con el codo para llamarse la atención” (132).