Resumen
El relato comienza cuando el narrador lee el programa de la función de esa noche en el teatro Corona. Considera, por las piezas que había elegido el Maestro tocar, que demostraba una “insolente arbitrariedad estética” (2016:49). Dice que el Maestro conocía a su público que era habitué del teatro: “gente tranquila y bien dispuesta” (49). El narrador tiene a su izquierda a la señora de Jonatán, a quién no conoce mucho pero que considera melómana. Ella le habla de su fanatismo por el Maestro y le cuenta que esa noche cumplía las bodas de plata con la música y la orquesta festejaba su quinto cumpleaños.
El narrador lee el programa. Descubre que el público está arrebatado y se pregunta si la puesta justificaba esta reacción. Se encuentra con las hijas del doctor Epifanía y las encuentra sobre excitadas. Encuentra en el público una “fraternidad en la admiración” (2016:52) por el Maestro de la que él queda afuera. Se encuentra con Guillermina Fontán y la describe con el mismo estado de éxtasis que el resto.
El narrador considera que mira al público desde afuera y admite que “me dolía un poco no estar del todo en el juego” (2016:53). Encuentra a una hombre ciego que, como él, no estaba aplaudiendo con exageración.
Ve en el centro de la platea a una mujer vestida de rojo que se acerca al escenario corriendo y aplaudiendo y que se detiene cerca de los pies del Maestro. Comienza a oir gritos y convulsiones. Se pregunta si el Maestro estaba ignorando estos ruidos o si no los podía escuchar. La gente era indiferente a los gritos.
El público comienza a pararse y a abalanzarse hacia el escenario. La mujer de rojo se dirige al escenario. Los gritos y los aplausos generan un bullicio enorme, la sala se descontrola. El Maestro saluda al público pálido hasta que un hombre se sube al escenario. Intentan bajarlo y él lucha por soltarse. La gente se confunde y ya no se puede identificar quién es del público y quién de la orquesta. El cuerpo del Maestro se pierde en la masa de personas que lo buscan.
El narrador ve una transformación colectiva que magnetiza a la audiencia y exacerba las ovaciones hasta el punto de subirse al escenario como una manada. Oye zapateos contra el piso. Describe un ambiente húmedo y caluroso, con un aire que parecía incendiado. La manada humana estaba bloqueando las salidas del escenario. El narrador piensa que todos habían enloquecido y lo sorprende su indiferencia.
Repentinamente, el clamor desesperado decrece en intensidad, los gritos se callan y comienza la retirada. Ve salir a la mujer vestida de rojo lamiéndose los labios.
Análisis
Las ménades, según la mitología griega, son discípulas femeninas de Dionisio, el dios del vino, que organizaba rituales de locura y éxtasis. Son mujeres salvajes que en los festejos aparecen extasiadas por el consumo del vino y llegan a comer a sus víctimas en trozos. El cuento relata un in crescendo de una ceremonia social como es un concierto de música a una ceremonia ritual de éxtasis colectivo que termina devorando a los héroes -el Maestro y los músicos. Esta transición también nos lleva de un cuento realista a uno fantástico.
El relato plantea las consecuencias más graves del fanatismo y de los efectos que la música puede tener en un grupo humano. Es interesante cómo el hilo de la narración y la secuencia de ejecución de la música avanzan en el mismo ritmo acelerado. El narrador testigo en primera persona mira desde afuera el frenesí del público e insiste en resaltar cómo él no forma parte de la masa enloquecida: mira a su alrededor con “una especie de espanto lúcido” (2016:59). Aunque descubre que el hombre ciego tampoco participa en la acción, no le da lástima verlo tirado en el piso. Remarca cierta indiferencia que le genera culpa “como si mi conducta fuera el escándalo final y absoluto de aquella noche” (62).
Este cuento pone en escena, en el plano de lo social, uno de los temas presentes en todo el libro de Cortázar que es la metamorfosis. En este caso, el sujeto inicial una masa de personas que se comporta de acuerdo a las convenciones sociales estipuladas para un concierto: hace silencio, aplaude cuando debe, etc. Son habitués del teatro Corona, “gente tranquila y bien dispuesta” (2016:49). Con el correr de la velada, aparecen las primeras descripciones animalizadas: “los abonados le gruñeron” (50), la comparación de las hijas del doctor con “gallinitas cacareantes” (51), la caracterización del ruido humano como “un enorme zumbido de colmena alborotada” (53) y de la mayoría de los asistente con “langostinos sudorosos” (55). El sujeto final de la metamorfosis es en realidad una manada, un sujeto colectivo y animal que busca destruir lo que ama y lo que admira. La música los inyecta de euforia y los aleja de los comportamientos esperables de un público.
También puede analizarse este cuento en clave de género. En el primer párrafo se enuncia que el teatro Corona “tiene caprichos de mujer histérica” (2016:49). Se piensa en una dicotomía entre el cuerpo masculino de la orquesta y “la enorme hembra de la sala entregada” (58). No es casual que las víctimas pertenezcan a los artistas en escena y los victimarios sean del público, la fuerza supuestamente femenina. El narrador hace otros comentarios machistas como, cuando piensa en pedir ayuda a una mujer luego de los primeros gritos y convulsiones, lo hace porque “las mujeres son las indicadas para atender esa clase de ataques” (57) reforzando la idea patriarcal de que las mujeres se desempeñan mejor que los varones en las tareas de cuidado.