La vida de las mujeres

La vida de las mujeres Citas y Análisis

Flats Road era el último lugar donde quería vivir mi madre. En cuanto sus pies pisaban la acera de la ciudad, erguía la cabeza, agradeciendo la sombra después del sol de justicia de Flats Road, y una sensación de alivio, un nuevo aire de dignidad emanaban de ella.

Della, "Flats Road", pp.18-19.

La madre de la protagonista, Ada Jordan, es una mujer con una sensibilidad e inteligencia superiores a la media del pueblo en el que, lamentablemente para ella, debe vivir. A pesar de su corta edad, la protagonista se da cuenta de que su madre no es feliz con la vida que tiene en ese pueblo, con su marido granjero y la ausencia de personas con las cuales conversar de temas que escapen, en algún punto, a la monotonía de la vida cotidiana, a la llaneza y el conformismo aplastantes del entorno que le tocó en suerte.

No es que estuvieran en contra del talento. Lo reconocían en su propia familia, nuestra familia. Pero lo que había que hacer, al parecer, era mantenerlo más o menos en secreto. La ambición era lo que las alarmaba, porque ser ambicioso era cotejar el fracaso y exponerte al ridículo. Lo peor que podía pasarte en esta vida, según entendí, era ser el hazmerreír.

Della, "Herederos del cuerpo vivo", p.61.

Algo que puede verse en la novela es que la diferencia fundamental entre la mentalidad pueblerina y la mentalidad más abierta radica no necesariamente en un grado mayor o menor de inteligencia o cultura, sino en la existencia de una ambición personal o la ausencia de ella. Las tías de la protagonista, Grace y Elspeth, dedican sus días a tareas cotidianas como la limpieza, la costura, el cuidado de la huerta, y jamás sueñan con sobresalir, con conocer otras formas de pensamiento, otros espacios, y evidencian cierta molestia respecto a otra gente que sí lo hace.

Tal como la narradora expresa en la frase citada, el problema de la ambición, para Grace y Elspeth, no radica en que una persona tenga un talento o virtud particular, sino en que la exhiba públicamente. En la mentalidad de las tías de Della, este tipo de exhibición es vista como peligrosa, quizás amenazante, en tanto parecería poner automáticamente en tela de juicio el estilo de vida humilde, común, sin llamados de atención, que caracteriza sus propias vidas y la de la mayoría de los habitantes del condado.

Yo no soportaba que vendiera enciclopedias, ni que pronunciara discursos, ni que llevara ese sombrero. No soportaba que escribiera cartas a los periódicos. Las cartas sobre los problemas locales o aquellas en las que promocionaba la educación y los derechos de las mujeres y se oponía a la educación religiosa obligatoria en las escuelas (...) Yo misma no era muy diferente de mi madre pero lo ocultaba, sabiendo los peligros que encerraba.

Della, "La princesa Ida", p.123.

La novela acompaña cronológicamente el crecimiento de la protagonista, que inicia el relato como una niña y lo termina siendo ya una muchacha de diecisiete años. En cuanto se acerca a los doce años de edad, Della comienza a exhibir modificaciones en su propio criterio sobre lo que ve. Un aspecto interesante en relación a esto radica en la apreciación que Del comienza a tener sobre su propia madre. Lejos de observar y escuchar a su madre como a una representante de una de las tantas opiniones y formas de ser que le presentaba su entorno, Della ahora juzga el comportamiento de su progenitora, un comportamiento que empieza a incomodarla en lo personal.

Ada Jordan es progresista, feminista, atea y se preocupa por temas culturales y políticos, tanto nacionales como internacionales. Su hija parece haber heredado su idiosincrasia. Sin embargo, mientras que Ada se muestra arrogante frente a las miradas que procuran intimidarla o dejarla en ridículo, Del no puede no sentirse avergonzada al ver lo diferente que se muestra su madre a la mayoría de las personas. Sobre todo, porque esa amplia mayoría conformista y desinteresada que se comporta como si las grandes cosas del mundo solo pudieran ser realizadas por gente que ellos no conocen, hacen notar, aunque con cierta amabilidad y cortesía, su honda desaprobación por el comportamiento de quienes procuran sobresalir.

Del mismo modo que durante la guerra no podías imaginar en qué pensaba la gente, qué preocupaciones tenía o de qué trataban las noticias antes de la guerra, era imposible recordar cómo era el colegio antes de la tensión, la interrupción y la emoción de la opereta.

Della, "Cambios y ceremonias", p.190.

Cuando Della está terminando la primaria, la vida en el colegio es atravesada por un evento singular: la opereta anual que realizan los alumnos del último año de primaria en la escuela. Esta opereta configura la primera experiencia artística de Della, y probablemente la única en la vida de la mayoría de los niños del curso. Tal como se trasluce en la frase citada, el evento es de carácter extraordinario y transformador. La dimensión de espectacularidad de la opereta contrasta fuertemente con la monotonía de la vida pueblerina. La jerarquía de importancias de la vida cotidiana se desarticula por completo y, de golpe, nada parece haber sido importante, nada que no se relacione con algún aspecto de la opereta. La experiencia artística, manifestada en ensayos, búsquedas de vestuario y escenografía, pone en perspectiva aquello que antes se percibía como realidad.

Y así era como yo esperaba que fueran las comunicaciones sexuales: un ramalazo de locura, una irrupción irreal, cruel y desafiante en un mundo de apariencias decorosas. Había descartado las ideas de cariño, consuelo y ternura que mi amor por Frank Wales había alimentado; todo eso parecía de pronto insignificante y extraordinariamente pueril. En la violencia secreta del sexo había un reconocimiento que iba más allá de la amabilidad, la buena voluntad o las personas.

Della , "Vidas de niñas y mujeres", p.239.

Della tiene apenas trece años cuando Chamberlain, el amigo de la inquilina de su madre, que pasa bastante tiempo en su casa, empieza a tocarla con intensiones sexuales, fuera de la vista de otros adultos. Esta experiencia modifica abruptamente la percepción que la protagonista tenía sobre el amor y el sexo, que hasta entonces se limitaba a fantasías infantiles, de profunda inocencia.

Lo que se exhibe en la frase citada es el abrupto (y temprano) ingreso de Della al universo de la sexualidad, un universo que se presenta brusco, violento, carente de ternura, de amor, unilateral. La protagonista ve ya lejos los sentimientos amorosos que alguna vez supo cultivar y que ahora le parecen reservados a la esfera de la infancia. El mundo sexual, tal como lo aprende de la mano de Chamberlain, se reduciría a que ella ocupara el rol de receptora pasiva de la voluntad y deseo de un hombre.

Creo que va a haber un cambio en la vida de las niñas y las mujeres. Sí. Pero depende de nosotras que se produzca. Todo lo que las mujeres han tenido hasta ahora ha sido su relación con los hombres. Eso es todo. No hemos tenido más vida propia, en realidad, que un animal doméstico (...) Pues espero que… utilices la cabeza. Utiliza la cabeza y no te distraigas. Una vez que cometes el error de distraerte pegándote a un hombre, tu vida ya no vuelve a pertenecerte. Tendrás que hacerte cargo de todo, a la mujer siempre le pasa.

Ada Jordan, "Vidas de niñas y mujeres", p.260.

Ada Jordan explica a su hija el carácter histórico de la injusta distribución de los roles de género en la sociedad, a la vez que intenta alertarla: las cosas pueden cambiar, pero para ello las mujeres deben luchar, empezando por cambiar su propia forma de vivir, sus prioridades. Su discurso aparece motivado por la caída de su amiga Fern, una mujer rebosante de sensualidad y humor que, tras ser abandonada por el hombre que amaba, no logra mostrarse sino deprimida y llorosa. Ada es también consciente de su propia situación, de las limitaciones que se impuso a sí misma y a sus sueños al haberse casado y tenido hijos. Su única esperanza parece residir en su hija: Ada intenta que Della comprenda que debe esforzarse, no abandonarse al amor de un hombre, para vivir con plenitud y convertirse en una mujer dueña de su propia vida.

La persona que podía estudiar ya se había perdido en realidad, se había quedado fuera. Con Garnet en la habitación no habría entendido nada de ningún libro, ni puesto una palabra detrás de otra (...) el mundo que veía con Garnet no era muy distinto del que creía que veían los animales, un mundo sin nombres.

Della, "Bautizo", p.325.

La relación entre Della y Garnet está sustentada fuertemente en la atracción física, en la interacción magnética entre los cuerpos. Garnet es un muchacho que no se interesa por nada relativo al mundo de las abstracciones, de las asociaciones teóricas, del pensamiento que intenta ir más allá de lo cotidiano. En cuanto avanza la relación con él, Della se va alejando también de su parte intelectual, va abandonando los estudios, y poniendo en riesgo así la beca universitaria con la que tanto soñó.

Supongamos que en sueño caes voluntariamente dentro de un hoyo y te ríes mientras la gente te arroja la hierba que te hace cosquillas, y cuando tienes la boca y los ojos cubiertos comprendes por fin que no es un juego, o si lo es, que es un juego que exige que te entierren vivo.

Della, "Bautizo", p.350.

La protagonista mantiene una relación con un muchacho al que, en realidad, se da cuenta de que nunca conoció del todo. Esta revelación se aparece en la mente de Della en una situación límite, cuando el joven a modo de juego está violentándola y sumergiéndola en el agua.

La frase citada ofrece uno de aquellos instantes en que la narradora reflexiona sobre el peligroso juego en que está sumida: su novio es un ser algo manipulador, violento, que no respeta que ella opine distinto o se niegue a hacer lo que él le pide. Hasta el momento, a la protagonista la situación le había causado gracia. Ahora se da cuenta de que la situación es seria y que debe escapar de allí a tiempo si quiere salir con vida.

Mientras entraba en Jubilee volví a tomar posesión del mundo. Los árboles, las casas, las vallas, las calles regresaron a mí, en sus formas sobrias y familiares. Desconectado de la vida del amor, no coloreado por él, el mundo recobra su propia importancia, natural y cruel. Esto es de entrada un golpe y luego un extraño consuelo.

Della, "Bautizo", p.353.

La protagonista describe el recorrido hasta su casa luego del que, sospecha, será el último encuentro con su novio. Así, después de meses de ver el mundo con los ojos de quien está viviendo un primer amor muy intenso, de golpe empieza a recuperar su antigua percepción. Della vuelve a ver las cosas tal como las veía antes de su enamoramiento. Todo parece perder la pátina que la pasión amorosa adjudicaba a su alrededor. De todos modos, al como expone la protagonista, algo de este movimiento funciona como un consuelo: el mundo vuelve a hacer, de algún modo, más real.

La vida de la gente, en Jubilee como en todas partes, era aburrida, simple, asombrosa e insondable...

Della, "Epílogo", p. 371.

En este apartado, cuyo título completo es "Epílogo. El Fotógrafo", la protagonista ya observa la ciudad en que vivió desde la perspectiva que le da estar escribiendo una novela. En este proyecto de ficción, ella procura retratar, sin decirlo, aquel Jubilee que tantos años la acogió: sus habitantes, sus calles, sus costumbres.

En la frase citada, la narradora establece una serie de características como propias de la vida en esa ciudad. Estas características parecerían entrar en contradicción, pero sin embargo logran configurar una imagen global de la comunidad descrita: tal como vimos durante toda la historia de toda La vida de las mujeres, los microuniversos representados muestran una vida tan monótona como fascinante, tan particular como universal.

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