Resumen
En el tercer año del colegio secundario, Naomi abandona los estudios y pasa a trabajar en el secretariado del colegio. Poco después, consigue un trabajo como oficinista en una empresa de productos lácteos. Invitada por Naomi, un día Del va a verla a la oficina a determinado horario. Naomi no para de conversar con Molly y Carla, sus compañeras de trabajo. A Del le impresiona el vestuario de Naomi, que ahora tiene uñas pintadas de carmesí y toda ropa nueva, color pastel. La protagonista se siente observada, en su apariencia torpe y desprolija, por Molly y Carla. Las chicas arregladas le dan terror, siente que nunca podría ser una de ellas, no quiere ni acercarse por miedo a oler mal.
En adelante, Naomi se hace muy amiga de Molly y Carla, y su conversación gira siempre en torno a dietas, trucos para cuidarse la piel o el cabello, modos de lavar la ropa. Molly lleva un año de casada, Carla está por casarse, y Naomi empieza a dedicar todo su tiempo a ir comprando en cuotas mueblería y diversas cosas para cuando se case y sea ama de casa.
El acercamiento que Del tenía a este mundo se limitaba a algún que otro artículo de revista con el que se había cruzado y le había causado rabia, como por ejemplo aquel de un psiquiatra que explicaba “las diferencias entre el mecanismo mental femenino y el masculino” (p.265) y que planteaba a la mujer como alguien incapaz de pensar en algo que no sea su ropa o su cabello. Pero además de dar rabia, a Del estas cosas le preocupan: supone que el psiquiatra algo debe saber, y ella tampoco puede fiarse de su madre, a quien sabe representativa de una minoría entre las mujeres. La preocupación principal en Del radica en que, además de pasar las tardes escuchando óperas y soñar con triunfar en algo que le genere ambición y placer, quiere gustar a los hombres. Y aparentemente, para gustar a los hombres hay que dedicar tanto tiempo al pelo, la ropa, el maquillaje, las uñas y la depilación como lo dedican las chicas como Carla, Molly y, ahora, Naomi.
Bert Matthews, un inspector de aves, soltero, que suele visitar la oficina donde trabaja Naomi y hacer comentarios algo groseros a ella y sus compañeras, le apuesta diez dólares a que no irá con él al salón de baile Gay-la. Naomi está decidida a ir para darle una lección, así que convence a Del de que la acompañe y luego la deje dormir en su casa, diciéndole ambas a sus respectivas madres que irán al teatro. A Ada Jordan ese lugar le parece una aberración, por motivos muy similares a los de los religiosos a quienes ella aborrece también.
El viernes por la noche, Del y Naomi asisten al salón de baile. Del hizo muchos esfuerzos en torno al vestuario, el maquillaje y el cabello, y siente incomodidad y miedo mientras sube las escalinatas hasta el salón. Al entrar, Bert saca a bailar a Naomi, quien se comporta muy resueltamente. Del queda a un costado de la pista, mirando todo.
Después de dos bailes, Naomi vuelve junto a Bert y otro muchacho. Este no pregunta a Del si quiere bailar, sino que simplemente la toma del brazo y la lleva con él a la pista. Resulta ser un bailarín grácil, que habla con acento holandés y se llama Clive. Del intenta seguirle el ritmo, simulando ser una chica que se encuentra normalmente en esa situación. Los cuatro vuelven a reunirse, y Bert saca una petaca y sirve whisky en los vasos de ginger de todos. Del tiene sed y bebe rápidamente, por lo que vuelven a servirle y, a modo de desafío, ella bebe un vaso de whisky en segundos.
Minutos después, Del se siente muy borracha. No pasa mucho tiempo hasta que está subida en el asiento trasero del auto, junto a Clive, con Naomi y Bert delante. Del mira por la ventana con alegría hasta que Clive la besa, hundiendo su lengua en la boca de ella. Poco después llegan a un hotel donde vive Bert.
Al entrar a la habitación, Bert se tumba en su cama y los demás se sientan donde encuentran lugar. Del está sobre un almohadón raído en el suelo y sabe que fue un error bajar de ese coche y entrar allí. Intenta recuperar algo de la alegría que sintió más temprano bebiendo más whisky. Mientras, Clive comienza a hacerle preguntas en tono brusco, como por ejemplo si cree en la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Cuando Del responde que sí, Clive le pregunta si entonces está a favor de la pena de muerte en las mujeres también, y continúa con una serie de preguntas cruentas de ese estilo. Mientras, Bert insiste a Naomi con que se acueste con él en la cama. La muchacha se niega una y otra vez.
Del va al baño. Al intentar volver a la habitación, las sandalias la hacen tropezar en la escalera. Termina bajando y saliendo del edificio sin darse cuenta. Está alcoholizada y equivoca el camino varias veces, y se dirige a la casa de Naomi, esperando encontrar allí a su amiga. Al llegar, es el padre de Naomi quien abre la puerta, en pijama. Del recuerda la situación real (Naomi está en el hotel y el padre no sabía de su salida) y camina hasta su casa.
El padre de Naomi espera despierto a su hija. Cuando esta llega, la golpea con un cinturón y le hace jurar que no volverá a tomar alcohol. Del, por su parte, le dice a su madre que está enferma y se queda en la cama leyendo, soñando con una vida decimonónica.
Por la tarde del día siguiente, llega de visita Naomi, muy enojada porque Del los dejó plantada. Le dice que Clive no es un estúpido, que tiene un buen trabajo y que ella lo echó a perder como pretendiente. También le cuenta que al día siguiente volverá a salir con Bert. Y que tendrá una vida normal (es decir ir a bailes, escuchar chistes malos y groserías de muchachos hasta conseguir que alguno le proponga matrimonio) por más que su padre se oponga. Por último, le dice a su amiga que salga de la cama y vaya con ella al centro, pero Del prefiere quedarse en su casa.
Desde entonces, la amistad entre ambas se debilita. Dejan de visitarse en las casas. Al invierno siguiente, se encuentran en la calle. Naomi le cuenta que está saliendo con un muchacho de otra ciudad, y que Clive tuvo un accidente automovilístico que lo dejó sin una pierna. Habla sobre los hombres en un tono de resignación maternal. Es una de las últimas veces que Del y Naomi hablan entre sí por mucho tiempo: a partir de entonces, simplemente se dedican un “hola” al cruzarse por la calle.
En el colegio, Del saca notas sobresalientes. Suele ser la mejor alumna del año, salvo las veces que la supera Jerry Storey, cuyo coeficiente intelectual es el más alto que Del vio en el condado de Wawanash. Es una apasionado por la ciencia, mientras que la inteligencia de Del tiene más afinidad con la literatura y la historia. Del y Jerry acaban haciéndose amigos. Pasan mucho tiempo juntos, bromeando o hablando sobre temas serios como la guerra, materia en la cual Jerry es experto (sobre todo en lo que respecta a armamentística o bombas nucleares). El resto del colegio los ve como dos personas iguales, la pareja perfecta, aunque ellos no se perciben de esa manera. Ambos comparten el temor por salir al mundo y ver que no son tan brillantes como lo parecen en Jubilee. Hablan en tono burlón sobre su ambición de ganar el premio Nobel, aunque es realmente ese tipo de aspiración (que no pueden sino ridiculizar) el que atrae uno al otro.
Van juntos al cine, y a veces asisten como pareja a los bailes. En esas ocasiones no se llevan tan bien, los irrita el traje de novios que visten para la ocasión. Por otra parte, Jerry se dirige a Del con total franqueza, incluso si se trata de decirle que con el vestido violeta con el cual ella cree verse como Rita Hayworth, en realidad parece una berenjena. En el pasado, Del se reía de Jerry, como todos lo hacían, y le hubiera dado vergüenza que alguien como Naomi los viera juntos. Ahora, ve cierta elegancia en su excentricidad que lo vuelve atractivo.
A pesar de que Del no soporta la idea, Jerry va a cenar a su casa. La protagonista se resistía por temor a que sucediera lo que, efectivamente, termina sucediendo: la madre se sobreexcita con la fama de inteligencia de Jerry y lo atosiga a preguntas, el padre prácticamente no habla, Owen le hace muecas de burla y mastica fuerte mientras el invitado habla. Para Owen y su padre, Jerry no es un hombre; es más bien un bicho raro. Del termina enojada con todos, incluido Jerry, para quien su familia es parte de una gran masa ignorante a la cual no vale la pena explicarle nada. A Jerry le molesta el torrente de preguntas al que lo somete Ada Jordan de la misma manera que Del casi se había puesto a llorar la vez que Jerry tomó uno de sus libros más preciados y leyó algunas frases en tono burlón.
Es más fácil cenar en casa de Jerry. La madre es viuda de un profesor y trabaja de secretaria en el colegio, de modo que Del ya la conoce. Un día, después de comer, Jerry se encierra a terminar un juego de ajedrez mientras Del ayuda a Greta, la madre del muchacho, en la cocina. En ese momento, Greta habla a Del sobre el increíble coeficiente intelectual de su hijo y de su prometedor futuro académico. En medio de su discurso, le dice que por lo tanto no permitirá que su hijo arruine su futuro casándose o dejando a una chica embarazada. De un modo que resulta brusco a Del, le pregunta si está usando diafragma y le aconseja que consiga uno de inmediato, que es lo que ella haría con su hija si tuviera una.
Del y Jerry no tuvieron relaciones sexuales, pero sí algunas tardes se dieron incómodos besos, abrazados en la cama, sin ninguno sentir pasión ni atracción por el otro. Un día, ambos están en casa de Jerry cuando el muchacho propone a Del que se desvista, puesto que nunca vio a una mujer desnuda y sería educativo. El tono de la propuesta conserva el humor y el sarcasmo de la mayoría de sus conversaciones, y Del procede a desnudarse sin más, algo seducida por las palabras de Jerry. Cuando acaba por desvestirse, Jerry la observa y ambos realizan comentarios humorísticos. Pero segundos escuchan que la madre de Jerry llegó a la casa. El muchacho se desespera y empieza a empujar a Del fuera del cuarto, echándola al sótano, sin dejarla siquiera recoger su ropa. Del queda un rato en el sótano, desnuda y enfurecida, hasta que el muchacho le arroja su ropa y ella logra vestirse y salir trepando por una ventana. Siente odio por Jerry y se siente humillada al recordarse desnuda en su cama, pero pronto los chicos vuelven a cruzarse y a hacer chistes sobre la situación. Además, se inicia con fuerza la temporada de exámenes para la universidad. Del y Jerry se vuelven grandes compañeros de estudio, dejan atrás aquellos incómodos momentos de besos y abrazos para compartir su pasión y disciplina por el estudio.
Del asiste a una reunión evangélica que se celebra en el ayuntamiento, a la que asisten muchas personas de otros pueblos. La muchacha se siente observada por un joven desconocido que se sienta al otro lado de la sala. Pero el joven pronto se levanta y desaparece. Del desea que el muchacho aparezca a su lado. Instantes después, efectivamente, el joven se para al lado de ella. Ambos miran al frente, pero entre ellos circula una clara tensión.
El pastor, en el escenario, habla sobre la gracia de Dios, que se tiende como un puente hacia el paraíso, un puente que pende de un hilo, puesto que está rodeado por las llamas del infierno que rugen sin cesar. En ocasiones normales, a Del le interesaría el discurso, pero no en esta situación: su mano y la del joven empiezan a tocarse entre sí, hasta que este toma enteramente su mano. Del siente que alcanza un nuevo nivel de existencia. Pronto el sermón termina y el muchacho se pierde entre las personas. Del lo busca hasta salir de la iglesia, no lo ve.
En los días siguientes, Del sigue pensando en este joven cuyo nombre desconoce. Un día, está caminando junto a Jerry cuando un auto se detiene en la calle y la llama. Es el muchacho de la iglesia. El joven se llama Garnet French, tiene 23 años, vive en una granja fuera de la ciudad pero trabaja en Jubilee, en una tienda de madera. Dos años atrás, pasó cuatro meses en la cárcel por haber participado en una pelea callejera. En la cárcel lo visitó un pastor baptista que lo convirtió. No había terminado el colegio, pero adelantó unos cursos en la cárcel y piensa en convertirse él mismo en pastor baptista.
Al primer lugar que la lleva, casi sin preguntar, es a una reunión de la Asociación de Jóvenes Baptistas, de la cual Garnet es presidente. Durante meses, lo que hace Del cada lunes es sentarse en un banco en medio de la iglesia baptista, sintiéndose sola, o luego muy incómoda en las tardes de ping pong en el sótano de la iglesia con el resto de los jóvenes. Pero cualquier malestar se disipa una vez que, concluídas las actividades anteriores, Del sube a la furgoneta de Garnet y ambos se adentran entre los árboles y se besan y abrazan largamente. Luego de estos encuentros, en su casa, nunca puede dormirse: su mente revive una y otra vez la secuencia de besos junto al río. Empieza a pensar en el sexo como algo fascinante, libre, placentero de una forma nueva.
A veces Garnet la lleva a partidos de béisbol donde él juega. Del se sienta en la grada, junto a madres y esposas, y al contrario de ellas nunca festeja a gritos, pero se siente bien allí. Aún dedica algunas tardes a estudiar, pero se desconcentra sumiéndose en fantasías con Garnet.
Jerry no entiende por qué Del sale “con ese neandertal” (p.322) y le ruega que tenga cuidado, no descuide su ingreso a la universidad. Ada comparte esta preocupación y confronta a su hija preguntándole si quiere quedarse toda su vida en Jubilee, siendo una esposa baptista. Cuando Garnet va a la casa, Ada lo trata con cordialidad, preguntándole por el negocio de madera, pero el joven no logra hablar sobre nada que implique una mínima reflexión: no tolera a la gente que habla con palabras importantes sobre temas que no se relacionan explícitamente con su vida. Las palabras no son aliadas en la relación entre él y Del.
Garnet invita a Del a conocer a su familia en la granja. Al día siguiente Del debe rendir un examen, así que le dice que se debe quedar estudiando, pero Garnet dice que no puede hacerle eso y ella cede. En la granja no le presenta a nadie explícitamente, todos hablan a los gritos, muchos niños corren por todos lados. La madre de Garnet es la primera que se dirige a ella directamente (los demás seguían hablándole a Garnet sin mirar a Del), le cuenta historias sobre la granja y el hospital en que trabaja y luego le muestra todos los animales que tienen allí. Después, mientras cocina, le pregunta si le gustaría vivir allí: es rudimentario, dice, para la gente de ciudad, pero el aire es puro.
En el porsche, Garnet, rodeado de sus pequeñas hermanas, le muestra a Del una lista tallada sobre una viga de madera de nombres de varias chicas, con una “x” al lado. Una de las niñas grita que se trata de sus novias. Garnet escribe debajo el nombre de Dell, y luego lo rodea de estrellas y traza una línea debajo: “creo que he llegado al final” (p.331) dice y besa a su novia. Del ayuda a cocinar y a poner la mesa, donde se sientan doce personas. Ella se sienta entre Lila y Phylis, las dos niñas que no paran de jugarle bromas a su tío, como poniéndole azúcar en el salero. Del se siente feliz en esa casa. Cuando vuelven, Del y Garnet tienen relaciones sexuales por primera vez, contra la pared trasera de la casa de los Jordan. Del se siente gloriosa.
Comienza la temporada de exámenes para el ingreso a la universidad. En el colegio, solo los rinden Jerry, Del, Murray Heal y George Klein. Del se siente muy distanciada de todo aquello. Escribe despacio y llega al final, pero no tiene energía ni ganas de revisar. Su mente está invadida por el recuerdo de su encuentro con Garnet. Desde entonces Del y Garnet hacen el amor numerosas veces: en la furgoneta, en los matorrales, en la hierba nocturna. Del tiene orgasmos, lo cual sabe porque recuerda haber leído sobre eso en un libro de la madre de Naomi.
Es el primer verano que Del y su madre se quedan en Jubilee en lugar de ir a Flats Road. Alguna que otra vez Del va a visitar a su padre y a Owen, y los ayuda en el trabajo (la cría de zorros ya no es negocio desde el fin de la guerra, ahora preparan cría de aves de corral). Allí, ve cómo Owen bebe media botella de cerveza al mediodía, pero a ella no le dejan tomar. Benny opina que nada bueno puede salir de una mujer que toma alcohol. Del escuchó a Garnet decir exactamente lo mismo. El padre trata a Del con respeto, pero no bromea con ella como lo hace con las otras chicas de Flats Road que dejaron el colegio tiempo atrás y trabajan en fábricas. Del presiente que su ambición lo ofende.
Cuando vuelve a su casa de Jubilee, después de limpiar y cocinar en la casa de Flats Road junto a su padre, su madre le lee los catálogos de las universidades, y dice qué materias elegiría ella.
En cuanto terminan los exámenes, Jerry Storey viaja con su madre a Estados Unidos. Del recibe postales desde Washington o Virginia con comentarios chistosos de Jerry.
Naomi llama a casa de Del para avisar que va a casarse y que vaya a su casa. Del lo hace. Naomi le dice que sabe lo de ella y Garnet, y que es una mejora respecto de Jerry. Del le pregunta por su futuro esposo, y Naomi dice que no es ningún genio, que es técnico en una empresa telefónica. Lo conoció cuatro meses atrás. Naomi le pide a Del que sea su dama de honor. Después, junto a su madre, le muestra el vestido, la ropa para la noche de bodas, las cosas para la casa. Al hacerlo, se anima un poco. Después, se sienta en la cama y le cuenta a Del que está embarazada. Y que apenas se enteró, intentó varias cosas, como tomar quinina o pastillas, o sumergirse en mostaza (esto por sugerencia de la madre, que al final no sabe tanto como parecía) y nada funcionó. Del le habla de otras opciones, distintas al casamiento, como viajar a Toronto y dar al bebé en adopción, pero a Naomi no le parece aceptable. Las muchachas, poco después, se despiden, y antes de perderla de vista, Naomi le grita nuevamente que se cuide, que no se fíe de los muchachos, puesto que aunque prometan no hacerlo, eyacularán antes de quitar su miembro de su cuerpo.
Meses después, Del obtiene sus resultados de exámenes: ni una nota alta. Aprobó, pero no obtuvo la beca. Una noche después de cenar, Del y Garnet van a nadar a un río. Tienen relaciones sobre la hierba, luego caminan por un sendero. A Del le sorprende lo rápido que cambia la actitud de Garnet al instante después de tener relaciones: la mira con indulgencia en lugar de desesperación; si Del le pregunta en qué piensa, él responde algo sobre el negocio de madera.
Esa noche, sin embargo, Garnet piensa en cuándo se casarán él y Del. Están nadando en el río cuando Garnet le pregunta si quiere tener un bebé, y la muchacha (sin saber por qué) responde que sí. Entonces Garnet le dice que primero tendría que unirse a la iglesia y bautizarse. Del no responde, pero Garnet insiste, le señala que en algún momento tiene que salvarse y le explica cómo funciona el bautizo. Para hacerlo, en un momento, la fuerza dentro del agua. Ella se sale y ambos siguen en tono de juego, pero ella no cede, pregunta por qué tendría que salvarse. Luego, dice que no quiere bautizarse y que no sirve si ella no quiere. Garnet la mira con crudeza, le dice que ella se cree demasiado buena para cualquier cosa y vuelve a forzarla dentro del agua. Del contiene la respiración hasta que, moviéndose con brusquedad, logra soltarse y salir del agua. Le asombra que alguien haya sentido que tenía verdadero poder sobre ella. Siente que, de todos modos, Garnet ya entendió todo, de la misma manera que ella acaba de hacerlo. Del se viste. Garnet se ofrece a llevarla a la casa, ella dice que prefiere caminar. Garnet promete pasar a buscarla el lunes. Ella no responde.
En el camino a casa, Del siente a su antiguo ser volver a aflorar dentro de sí. En su casa, su madre está echada en un sofá: desde que Del no obtuvo la beca, Ada se enfrentó por primera vez a algo en lo que nunca había pensado, la posibilidad de que sus hijos sean mediocres y no hagan nada con sus vidas.
El lunes, Garnet no se presenta. Del no sabía si esperarlo, se vistió y peinó por las dudas, sin saber qué haría si él aparecía. Después de un rato, se da cuenta de que está llorando. Pero no pasa demasiado tiempo hasta que se prepara unos huevos, toma el periódico y comienza a marcar posibles empleos que la ayudarán a costearse la universidad. Se siente libre y lista para empezar la vida real, fuera de allí.
Análisis
Este último apartado, el más extenso de la novela, bien puede dividirse en tres partes, en tanto retratan situaciones, temas y experiencias diversas. El primero de estos comienza reflejando una escisión entre Della y quien fuera hasta entonces su mejor y única amiga: Naomi. Esta separación tiene sus fundamentos en una temática muy presente en la novela, que es la de los roles de género y el universo relativo a la feminidad, tal como este existe en una sociedad sexista. Della y Naomi compartieron una amistad, un universo de experiencias y diversiones comunes, pero todo esto parece entrar en crisis cuando la infancia y preadolescencia llegan a su fin. Al menos se da así en el caso de Naomi, una muchacha que a sus quince años empieza a orientar y reorganizar toda su vida en pos de convertirse en una mujer casada. La narradora, al final del apartado anterior, había manifestado expresamente su deseo y voluntad de vivir a la manera en que lo hacen los hombres, con toda la libertad y apertura a una posibilidad de aventuras y experiencias que eso implica. Así, las hasta entonces amigas quedan enfrentadas por una abismal diferencia de perspectivas: Naomi procura ajustarse a las normas sociales que señalan que una muchacha debe casarse, y para ello debe cumplir con ciertas reglas relativas al aspecto, comportamiento, intereses, mientras que Della no se halla en este universo signado por una tajante división binaria entre los roles aplicados a los géneros, y entre sus anhelos personales no está el de cumplir con tales expectativas. “Las chicas acicaladas me daban pavor. No me atrevía ni a acercarme a ellas, por miedo a oler mal. Tenía la sensación de que entre ellas y yo había una diferencia radical, como si estuviéramos hechas de sustancias distintas” (p.263), dice la narradora en referencia a las chicas como Molly, Carla, y, ahora, Naomi.
El pensamiento feminista, hasta entonces encarnado casi únicamente en Ada Jordan, aparece ahora en una protagonista que comprende el lugar que se adjudica a las mujeres en la sociedad apenas estas alcanzan cierta edad. Della siente impotencia y un fuerte odio frente a los artículos de las revistas que retratan a los varones como seres que piensan en la inmensidad del universo mientras que las mujeres solo piensan en su propio cabello. Sin embargo, se siente profundamente conflictuada en tanto a ella aún le gustaría ser parte de un universo de atracción, deseo y amor entre las personas: Della no quiere renunciar a su interés de gustar a los hombres y de vivir aventuras amorosas. El conflicto reside en que, aparentemente, estas dos facetas no pueden convivir al interior de una muchacha en una sociedad sexista como aquella en la que vive, donde al parecer solo las chicas como Molly y Carla, con sus cuidadas y eternas rutinas de belleza, higiene y lavado de la ropa, son dignas de la atención del sexo opuesto. “El amor no es para chicas que no se depilan” (p.265), piensa con dolor la protagonista al interpretar los claros mensajes de las revistas y canciones, es decir, de todo lo que parece componer la cultura social.
Por la curiosidad y el deseo de vivir las experiencias de atracción y amor que otras chicas vivían en Jubilee, Della acompaña a Naomi a la fiesta en el salón de baile. Pone, para ello, todo su empeño en cuanto a la apariencia física se trata, pero también en el intento por tolerar el trato que los varones tienen para con ellas. Toda la secuencia de escenas protagonizada por Della, Naomi, Bert y Clive, funciona como un iluminador retrato del universo de la seducción en la adolescencia-juventud en una sociedad sexista y algo rudimentaria como la que se construye en la novela. La ausencia absoluta de cordialidad, la carencia de respeto y amabilidad, la tendencia a la agresividad y el exabrupto parecieran ser las características principales de las formas de seducción de los varones adolescentes. En este marco, Della, que al contrario de su amiga no siente la obligación ni el apuro de conocer a un muchacho con el cual casarse, puede permitirse salir de ese mundo y decidir no volver a él. Es notoria la diferencia de esta actitud con la de Naomi, cuando al día siguiente de la fiesta se presenta en casa de Della y reprocha que haya desperdiciado su oportunidad con Clive, al mismo tiempo que notifica que volverá a salir con Bert. Naomi tampoco parecía estar a gusto en el hotel al que las llevó el muchacho, ni disfrutar de las bromas ni la compañía de ninguno de ellos, pero sin embargo algo la empuja a insistir en ese tipo de relaciones. Ese “algo” es, evidentemente, la cultura patriarcal, muy profunda en la época, que coloca en el centro de la vida de una muchacha el anhelo de encontrar a un hombre (ni siquiera “ideal”, sino lisa y llanamente “pasable”) que la convierta en esposa y madre.
La segunda parte de este apartado se centra en dos aspectos: el desempeño académico de Della y su relación con Jerry Storey. Ambos aspectos no se encuentran separados, en tanto es la inteligencia y el interés por el estudio y el futuro profesional lo que une, en primera instancia, a estos personajes. Es notorio, además, que la relación con Jerry (en principio, y casi en su totalidad, amistosa) nazca luego de la separación de la protagonista con Naomi. En conflicto con el rol asignado a su género y el modo en que estas normativas sociales afectan el comportamiento y los intereses de las mujeres, Della parece no poder ya sostener un lazo amistoso con una mujer. Este lazo lo encuentra, por el contrario, con Jerry, un varón con el cual comparte un universo de intereses en común. Y sin embargo sobre esta relación también parece pesar cierta estructura idiosincrática de la sociedad: Della y Jerry disfrutan de conversar y de todo aquello que podría quedar en la esfera de lo amistoso, no sienten atracción física el uno por el otro, y sin embargo se ven empujados a “actuar” como una pareja, en tanto así los ven quienes los rodean. La imposibilidad de la sociedad de concebir una amistad entre un hombre y una mujer, otro rasgo de una idiosincrasia sexista, aparece encarnada en tantos personajes (en la madre de Jerry, incluso, quien asume que su hijo y Della mantienen relaciones sexuales) que los jóvenes acaban inclinándose por explorar una sexualidad que, en realidad, no tenían deseo de compartir.
La última parte de este apartado denominado “Bautizo” acapara todo lo relativo a la relación entre Della y Garnet. Esta relación aparece, en todo, como radicalmente opuesta a la que la protagonista mantenía con Jerry. En principio, el vínculo con Jerry nace como una amistad a causa de una cantidad de intereses en común, ambos comparten el anhelo por el conocimiento, el placer por la discusión y el pensamiento. En cambio, la muchacha se siente inmensamente atraída por Garnet en una escena en la que ninguno de los dos habla. La conexión entre Della y Garnet es enteramente física; de hecho, la protagonista solo parece poder pasar tardes con el muchacho (tardes que a ella le aterran o aburren, como el ping pong en la Asociación de Jóvenes Baptistas) porque estas siempre culminan en una larga escena de besos y caricias “donde ningún movimiento dejaba de producirnos deleite; no había cabida para la decepción. Solo enferma con fiebre había experimentado esa sensación de flotar, lánguida y protegida, y al mismo tiempo con un poder ilimitado” (p.320). Con Jerry, todo lo relativo a lo físico fracasaba rotundamente: no se atraían, no había química en ese aspecto, si se besaban en la cama lo hacían “sin alegría, como sacos de arena mojada” (p.298), pero compartían un lenguaje, un humor, un universo de referencias y anhelos comunes. Garnet, en cambio, no ofrece una vida muy distinta que la del común de los hombres en Jubilee. Y no solo parece satisfecho con ese tipo de vida, sino que además se irrita enseguida cuando alguien demuestra querer “algo más” que un trabajo obrero, un mismo paisaje y una misma familia por el resto de su existencia. “Él no soportaba a la gente que utilizaba palabras rimbombantes o que hablaba sobre temas que quedaban fuera de su vida. No soportaba a la gente que trataba de relacionar cosas” (p.324), explica la narradora, y sentencia sobre la relación: “Nada que pudiéramos decir nos acercaría; las palabras eran nuestros enemigos” (p.324).
Que Della y Garnet sean muy distintos en algunos aspectos no sería un problema si no fuera que dichos aspectos se presentan bastante definitorios en la existencia tanto de uno como de otro. Poco a poco, Della pierde concentración e interés por el estudio, sus proyectos académicos se aparecen ahora tan distantes a su vida diaria, donde Garnet tiene un papel coprotagónico. “Ese chico te ha dejado confundida” protesta con desesperación Ada Jordan; “Tú con tu inteligencia. ¿Piensas vivir en Jubilee toda tu vida? ¿Quieres ser la mujer del empleado del almacén de madera? ¿Quieres unirte a los grupos de ayuda de mujeres baptistas?” (p.323). Ada, que siempre mantuvo la esperanza de que su niña pueda hacer todo lo que ella no hizo, como estudiar, triunfar profesionalmente y convertirse en una mujer independiente, ahora ve peligrar sus sueños por la sola aparición de un varón. Un varón que, además, Ada no debe ver demasiado distinto a su propio marido, aquel hombre del cual alguna vez se enamoró y a quien quedó atada en una vida donde se ausenta la cultura, la ambición, el pensamiento.
Al mismo tiempo que Della desarrolla cada vez más su relación con Garnet, también empieza a pasar tiempo en Flats Road, en tareas manuales junto a su padre y su hermano. Esto puede verse como una suerte de regresión: Ada Jordan se instaló junto a su hija en una localidad que, aunque no demasiado genial, es una ciudad (Jubilee), quizás en un intento de acercar más su vida a un universo donde la cultura sea, al menos, posible; Della, ahora, vuelve a Flats Road, a ser parte de una vida campesina. Y en esa vida campesina, Della tiene el lugar que puede ocupar una chica en ese contexto. Cuando ella, viendo que su hermano menor bebe cerveza durante algunas tareas, pide un vaso para sí misma, tío Benny se niega y responde que “Nada bueno puede venir de una chica que bebe cerveza (...) Eso mismo era lo que había oído decir a Garnet, con esas mismas palabras” (p.338), reflexiona, luego, la protagonista, dejando en evidencia la inconveniente similitud entre ambos personajes.
El episodio de Della y Garnet en el río configura el mayor punto de giro en la trama, así como un paso definitorio en el aprendizaje y la evolución de la protagonista de la novela. Hasta entonces, Della puede sostener una relación con un joven con el cual no comparte intereses comunes, y por ello dejar de lado sus verdaderos anhelos. Pero el hecho de que su novio quiera imponerle por la fuerza que adopte sus creencias y ceremonias como condición para la subsistencia de su amor configura para ella un punto límite. El amor de Garnet por Della implica un deseo de coartar la libertad de la muchacha, de que esta abandone sus anhelos intelectuales, se bautice, se case y tenga hijos con él. En la clara manifestación de los deseos en el joven, Della ve por fin lo que su madre y su amigo Jerry estuvieron tratando de advertirle: en la perpetuación de ese amor se pone en peligro su futuro. De la mano de Garnet, ella solo podrá convertirse en una esposa y madre ama de casa, como la mayoría de las mujeres en Jubilee.
Y la esencia coercitiva de esa conversión aparece simbolizada en la escena del río. “Bautizo” es el título del apartado y también es el motivo de la discusión definitiva al interior de la joven pareja. Ante la explícita negativa de Della -“No quiero bautizarme. No sirve si no quiero bautizarme” (p.348)-, Garnet deja en evidencia su rechazo a que la muchacha procure tener un pensamiento propio y decida con plena libertad sobre sus acciones. La reacción del muchacho es, primero, el enfado y la irritación: “Crees que eres demasiado buena para cualquier cosa. Cualquier cosa relacionada con nosotros” (p.349). Esto sugiere a su vez una asociación planteada por el joven, donde la renuncia de la mujer a sus verdaderos intereses personales, su ceder a la voluntad del hombre, equivaldría a una prueba de amor y de entrega. La mujer, si ama, debe renunciar a todo por el hombre al cual quiere unirse. Pero Della no muestra señales de querer dar este paso, entonces Garnet procura hacérselo dar a la fuerza. Así, la hunde en el agua, impidiéndole respirar por unos segundos, bajo la consigna “Di que te bautizarás o te bautizaré de todos modos” (p.349). El bautizo, acción de iniciación en la religión, aparece aquí entonces a la manera de un gesto coercitivo, forzoso, que se opone a la libertad. La oposición ilustra también la disyuntiva al interior de la pareja: la violencia del amor romántico, de la entrega sumisa de la mujer al hombre, se opone a la mujer que resiste a renunciar a su libertad. El forcejeo de Della para salirse de la situación, su decisión de abandonar la escena sabiendo que esa acción le costará su relación con Garnet, es un claro paso de la protagonista en favor de su propia libertad. Terminando esa relación amorosa y volviendo a concentrarse en los estudios, la narradora se encamina, completando su aprendizaje, hacia su anhelo de superación personal, de conquista de su propia independencia.
El destino final de la protagonista bien puede compararse con el de Naomi, en tanto ambos marcan las dos posibilidades de vida para una muchacha de diecisiete años en una ciudad de provincias como la retratada. El reencuentro entre estos dos personajes muestra el futuro quizás previsible en una muchacha que siguió los pasos que procuró seguir Naomi: a sus cortos años, la joven lleva un embarazo que la dejó atrapada a un futuro que no le promete felicidad, teniendo que vivir su vida casada con un hombre al que ni siquiera ama. La muchacha ya no tiene el discurso que profesaba tiempo atrás, parece menos segura de sus propias decisiones y algo decepcionada; además, Naomi se muestra casi como una consciente víctima del patriarcado en tanto advierte a Della sobre los peligros de confiar en los hombres en cuanto a relaciones sexuales y anticoncepción se trata. El relato que hace la muchacha, por otra parte, sobre los intentos de abortar caseramente con la ayuda de su madre, dejan en evidencia la ignorancia de las mujeres en ese contexto social respecto a la educación sexual, así como el consecuente abandono y soledad al que estas quedan condenadas. Hipocresía y doble moral en la sociedad también quedan en evidencia en el relato de Naomi en cuanto a su embarazo, en tanto la muchacha considera indecente dejar a un bebé en adopción, cuando instantes atrás confesó haber intentado abortarlo.
La extensión cronológica abarcada por la temporalidad de la novela permite delinear en toda su complejidad y modificaciones los devenires de los personajes. Las escenas finales de este apartado resignifican, de algún modo, los discursos de los personajes en momentos anteriores. Por un lado, las sentencias machistas de Naomi y de su madre nos resultan ahora aún más lastimosas (en tanto Naomi se vuelve víctima de ese mismo discurso). Por el otro, las advertencias de Ada Jordan recobran valor: la madre que padecía su destino obtiene al menos la gratificación de redimirse en su hija, Della, la primera mujer de la familia que pudo seguir el camino de la libertad.