El licenciado Cabra exhorta a sus alumnos a comer poco para no tener pesadillas, pero todos terminan soñando con el hambre que padecen (Ironía situacional)
En el pupilaje, Pablos aprende lo que es pasar un hambre brutal. A cargo del pupilaje está el clérigo Cabra, un hombre pobre y desnutrido que intenta encubrir el hambre que hace pasar a sus pupilos y convencerse de que nadie pasa hambre allí. Por eso, durante las comidas, da lecciones a favor de comer poco e insta a sus alumnos a que procuren no irse a dormir llenos, pues eso les traería pesadillas. Pablos identifica de inmediato la ironía en su parlamento: no solo es imposible para ellos irse a dormir llenos, pues no hay suficiente comida, sino que además, irónicamente, la precaución para evitar tener pesadillas da lugar a pesadillas, fundadas en el hambre visceral que aqueja a todos los pupilos.
Pablos se refiere como "ninfas" a dos mujeres con pocos modales en la venta de Viveros (Ironía verbal)
En la venta de Viveros, Pablos y Diego conocen a un grupo de pícaros que se aprovechan del dinero de Diego para comer a costa suya. Entre esas personas, hay dos mujeres que aparentan ser damas, pero terminan demostrando cualidades viles y groseras, poco dignas de una dama. Pablos, atento a esa apariencia, se refiere irónicamente a ellas con esta observación: “¿Pues las ninfas? Ya daban cuenta de un pan, y el más comía era el cura, con el mirar solo” (Libro primero, capítulo IV, 44). El término ninfas es aquí utilizado irónicamente, pues con él quiere Pablos indicar lo opuesto, es decir, que son dos mujeres vulgares que se aprovechan de Diego y comen vorazmente de su comida, sin ningún atisbo de cualidad divina que merezca admiración.
Pablos refiere a los amigos del tío como a "honrada gente" en referencia a su conducta corrupta y vil (Ironía verbal)
Mediante una ironía verbal, Pablos se refiere a los amigos de su tío Alonso Ramplón de manera irónica: “Yo que vi cuán honrada gente era la que hablaba con mi tío, confieso que me puse colorado, de suerte que no pude disimular la vergüenza” (Libro segundo, capítulo IV, 101). Luego de haber descrito las conductas ilícitas que estos personajes presumen, es evidente que, al aludir a ellos como "honrada gente", Pablos quiere significar lo opuesto: se trata de personas mentirosas y corruptas, que se aprovechan de su profesión para sacar provecho, mediante sobornos e ilegalidades. De ahí que Pablos se ponga colorado y sienta vergüenza ante lo que esos hombres le enseñan.
Pablos dice que él se ganó buena fama en Alcalá para referirse a la poca estima que le tenían allí (Ironía verbal)
Pablos describe su partida de Alcalá señalando que, para entonces, él era "bienquisto" en el pueblo, esto es, llevaba buena fama y era estimado: “Al fin, yo salí tan bienquisto del pueblo, que dejé con mi ausencia a la mitad de él llorando, y a la otra mitad riéndose de los que lloraban” (Libro segundo, capítulo I, 73). Sin embargo, si nos remitimos al relato previo de sus andanzas en Alcalá, vemos que allí se forjó una fama de atorrante y trampista, con lo cual podemos sospechar que su afirmación es más bien irónica. La sospecha se profundiza cuando agrega que con su ausencia dejó a la mitad de las personas llorando: no fue precisamente un llanto de tristeza el que provocó, sino de bronca y dolor por todos aquellos con los que contrajo deudas que quedaron impagas. De ahí que la otra mitad de la población se ría por su partida, burlándose de todos los engañados por Pablos.