Las tres hermanas

Las tres hermanas Imágenes

La ciudad de provincias de Rusia en que sucede la acción

Chéjov centra la trama de su obra en un lugar cuya geografía no se describe más que como "una ciudad de provincias" en Rusia. El espacio se construye sobre todo a partir de su comparación con Moscú, pero también a través de las imágenes que algunos personajes presentan en su descripción del mismo. Para Vershinin, que vive en Moscú, el lugar en que habitan las Prósorov es descrito con admiración y resalta en él sus componentes de naturaleza: "(...) aquí, ¡qué ancho, qué caudaloso es el río! ¡Maravilloso!" (Acto I, p.86) y luego, "aquí el clima es tan bueno, tan sano, auténticamente ruso. Bosque, río... Hasta hay abedules, tan encantadores, tan modestos..." (Acto I, p.86). A las imágenes que exalta Vershinin se le oponen las que evoca los hermanos Prósorov en relación con esa propia ciudad de provincias que tanta infelicidad les trae: "Sí, pero hace frío. Aquí hace frío y hay mosquitos" (Acto I, p.86), dice Olga, y Masha dirá más tarde: "Vivimos en un clima en el cual en cualquier momento puede nevar" (Acto IV, p.140). Andréi, por su parte, utiliza imágenes que describen a los habitantes de la ciudad: "(...) aquí conoces a todos, todos te conocen, y eres un extraño... Extraño y solitario" (Acto II, p.101); y luego agrega: "todo este ambiente mezquino y vulgar aplasta a los hijos, apaga en ellos cualquier chispa divina que hayan tenido y los vuelve miserables, semimuertos y tan parecidos los unos a los otros, como sus padres" (Acto IV, p.144).

Moscú

Para las Prósorov, Moscú es símbolo de su esperanza, y por lo tanto las descripciones de ese espacio aparecen teñidas de optimismo: "(...) en esta época, a principios de Mayo, todo florece ya en Moscú, hace calor y todo está inundado de sol" (Olga, Acto I, p.78). Vershinin, en cambio, habla de esa ciudad en la que vive con imágenes visuales concretas, urbanas, no necesariamente positivas: "Durante un tiempo viví en la calle Nemétskaia. Desde allí iba a los cuarteles Krásny. Tenía que pasar por un puente sombrío bajo el cual el agua corría con estrépito" (p.86).

El incendio

El tercer acto de la obra tiene como trasfondo un incendio que azota a la ciudad y los personajes hablan una y otra vez sobre lo que sucede fuera de la casa de los Prósorov: "Al pobre Fedótik se le quemó todo, no le quedó nada" (Acto III, p.118), dice Olga, y luego Kulíguin: "(...) había tanto viento que al principio parecía que iba a arder la ciudad entera" (Acto III, p.121). El incendio aparece descrito en primera persona por Vershinin: "(...) mis dos hijitas se hallaban en la puerta, en ropas menores (...) alrededor la gente iba y venía precipitadamente, corrían los caballos y los perros, y en las caras de las niñas vi una expresión de súplica, de espanto, de ansiedad" (Acto III, p.124-125). El hombre utiliza imágenes visuales y sonoras para evocar el caos suscitado por el fuego: "cuando vi a mis hijas ahí, a medio vestir, en el umbral, con la calle roja por el resplandor del fuego y todo ese ruido..." (Acto III, p.125). Más tarde aparece también una de las víctimas del incendio, Fedótik: "No quedó nada. Se quemó la guitarra, se quemaron las fotografías, y todas mis cartas..." (Acto III, p.126), y se hacen presentes elementos típicos de una situación de emergencia de esa gravedad: "Los bomberos piden permiso a su excelencia para pasar por el jardín hacia el río" (Acto III, p.131).

La belleza de Irina

Durante la obra, varios de los personajes masculinos se expresan acerca de la belleza de la menor de las Prósorov. Dice Solióny: "¡Qué ojos espléndidos, extraordinarios, como no he visto en ninguna otra mujer..!" (Acto II, p.115). Túsenbach también se expresa con imágenes visuales sobre la apariencia de la joven: "Está usted tan pálida, tan hermosa, tan fascinante... Su palidez parece aclarar las tinieblas, como una luminosidad..." (Acto III, p.127), y luego: "¡Qué cabellos tan maravillosos! ¡Qué ojos! (Acto IV, p.143).

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