Natasha dice que es el deber de los ricos ayudar a los pobres e inmediatamente después maltrata a Anfisa, la vieja criada, y se queja de que estén manteniéndola en la casa (Ironía situacional)
En el tercer acto, un incendio se desata en la zona de los Prósorov y deja a familias enteras sin casa. Natasha se manifiesta discursivamente a favor de ayudar a los necesitados: “Dicen que hay que organizar inmediatamente una sociedad de ayuda a las víctimas del incendio. Me parece una idea excelente. En general hay que ayudar a los pobres, es el deber de los ricos” (p.119). Sin embargo, inmediatamente después de sentenciar que considera positivo (y hasta obligatorio) que la gente con más recursos ayude a los que menos tienen, Natasha encarna una actitud completamente contradictoria: al ver a Anfisa, la vieja criada de ochenta años, la maltrata a gritos -"¡Que no te vea sentada en mi presencia! ¡Levántate! ¡Vete de aquí!" (p.120)- y protesta ante Olga por su presencia:"¡No comprendo para qué tienes a esta vieja aquí!” (p.120). El brusco giro que toma la situación representa una clara ironía, en tanto Natasha propone hacer lo contrario a lo que predicaba anteriormente en relación con los pobres: exige a Olga que deje en la calle a una pobre anciana que trabajó como criada en la casa durante toda su vida: “Es completamente inútil. Es una campesina y debería vivir en el campo. ¡Qué son estos mimos! ¡A mí me gusta el orden en casa! ¡Sin gente que esté de más!” (p.120). Natasha no vacila siquiera en hacer notar que su voluntad de deshacerse de Anfisa no tiene que ver con estar pasando por una difícil situación económica en la que fuera complejo seguir pagándole, sino más bien todo lo contrario: “Tengo una niñera, una nodriza, hay una doncella y una cocinera, ¿para qué conservar, entonces, a esta vieja?” (p.121).
Andréi insiste frente a sus hermanas en que su mujer es honesta, cuando toda la ciudad habla del amorío de ella con el jefe de su marido (Ironía dramática)
En una de las últimas escenas del tercer acto, Andréi enfrenta a sus hermanas con la voluntad de establecer un diálogo franco acerca de las asperezas que se vienen vislumbrando en la casa. Sin embargo, al muchacho le es muy difícil sincerarse y profiere palabras sobre su mujer que resultan completamente disonantes en relación con la información que tanto las hermanas como el espectador de la pieza tienen sobre Natasha:
En primer lugar ustedes tienen algo contra Natasha, mi mujer, y esto lo he notado desde el día en que me casé. Natasha es una persona excelente, honesta, recta y decente, esta es mi opinión. Yo quiero y respeto a mi mujer, ¿me comprenden?, la respeto, y exijo que los demás la respeten también. Vuelvo a repetir, es una persona honorable y decente, y todos esos disgustos de ustedes, perdónenme, pero no son más que caprichos. (p.132)
Si se tiene en cuenta el contexto en que se enmarca, el parlamento de Andréi constituye una ironía dramática. El joven no cesa en repetir que su mujer es honorable, honesta, recta, mientras los demás personajes saben que esos atributos difícilmente se le puedan atribuir a Natasha: la joven mantiene, desde el inicio del matrimonio, un amorío con el jefe de su marido.
Natasha dice a Irina que la extrañará cuando se vaya y que le será difícil vivir sin ella, e inmediatamente después anuncia entusiasmada el uso que le dará a su cuarto (Ironía situacional)
Natasha mantiene hasta el final de la obra su carácter ensimismado, egoísta e indiferente al dolor y la angustia de quienes la rodean. En una de sus últimas apariciones, Natasha se acerca a Irina con motivo de despedida:
Irina, ¿te vas mañana? ¡Qué lástima! ¿Por qué no te quedas una semana más? (...) Me he acostumbrado tanto a tu compañía… ¿Crees que me será fácil separarme de ti? Voy a mudar a Andréi con su violín a tu cuarto -¡que serruche allí!-. Y en su habitación pondré a Sófochka. ¡Es una criatura maravillosa, divina! ¡Qué encanto! Hoy me miró con sus ojazos y dijo: ¡Mamá!
(p.149)
El supuesto cariño de Natasha por Irina, así como su también supuesta tristeza por el hecho de que la muchacha abandone la casa, no demoran ni un segundo en evidenciarse falaces. En un giro irónico, Natasha inmediatamente comunica qué utilidad dará a la habitación que Irina dejará vacía, señal de que, en verdad, la esposa de Andréi no encuentra tristeza en la partida de la muchacha, sino que por lo contrario halla conveniente la situación.
Natasha, que en el primer acto era criticada por el criterio de su vestimenta, al final de la obra le indica a Irina que está vestida con mal gusto (Ironía situacional)
Cuando Natasha era apenas una invitada en la casa de los Prósorov, las hermanas protagonistas ya no tenían en gran estima a la novia de Andréi. Entre otras cosas, juzgaban extraña y de mal gusto su forma de vestir. "¡Tiene un cinturón verde! Pero querida, eso no está bien!" (p.95), decía Olga, y cuando Natasha preguntaba si era de mal augurio, Olga respondía "No, simplemente no te queda bien... y resulta algo extraño" (p.95).
Ya hacia el final de la pieza, Natasha se despide de Irina y le dice: "Querida, ese cinturón no te queda nada bien. Es de mal gusto. Tendrías que usar algo más claro" (p.149). La situación es un tanto irónica, en la medida en que Natasha parece parafrasear la crítica que Olga le había hecho al inicio de la obra. De algún modo, Natasha está marcando con su comentario un cambio de roles que se dio dentro de la casa: ahora casada con Andréi y madre de dos hijos, Natasha se comporta como la jefa del hogar, desplazando a las hermanas Prósorov y tratándolas como invitadas.