"¿Por qué me siento tan feliz hoy? Como si anduviera con las velas desplegadas, con un ancho cielo azul sobre mí, surcado por grandes pájaros blancos” (p.80). (Símil)
Para las hermanas Prósorov, la felicidad se define en oposición a la estaticidad de la vida de provincias, y por lo tanto suele aparecer asociada a la imagen del viaje, del movimiento. El sueño de las tres muchachas es ir a Moscú, pero es en la joven Irina, al menos en el primer acto, donde se encarna con mayor fuerza la esperanza. En la línea que exclama inquieta ante el más cercano de sus invitados, la sensación de felicidad que invade a la joven aparece comparada con la imagen de un barco o velero en plena navegación. De algún modo, lo que define a Irina al inicio de la obra es que la muchacha encuentra en sus adentros una fuerza que le promete posible no solo ir a Moscú, sino incluso sobrevolar las aguas hacia un horizonte infinito, viajando con la libertad propia de los pájaros.
"Natasha anda por ahí como si ella hubiera provocado el incendio” (p.130). (Símil)
Con el pasar de los actos las esperanzas de los jóvenes Prósorov se desvanecen, y Natasha es señalada como una de las culpables de esa situación: ya sea por el modo en que maneja el dinero y se apropia de la casa familiar, lo cual perjudica tanto a Andréi como a sus hermanas, o ya por el amorío que sostiene con el jefe de su marido.
Masha profiere el parlamento citado al ver pasar a Natasha sosteniendo una vela, y en su sentencia deja traslucir su irritación: Natasha se muestra tranquila, desinteresada, como si no le incumbieran los conflictos familiares que tienen lugar en la casa en que ella misma vive. O peor: como si ella no fuera la responsable de muchos de esos problemas. El símil utilizado por Masha establece un paralelismo entre el incendio literal que se desata en la ciudad y el rompimiento de las esperanzas de los hermanos Prósorov, dos situaciones que tienen lugar en el tercer acto. Con su expresión, Masha señala indirectamente que Natasha, con sus comportamientos y pequeñas actitudes (sus velas encendidas, aparentemente insignificantes), es quien arrasó con muchos de los sueños de sus hermanos, de la misma manera que el fuego destruyó a varias familias de la zona.
"He quedado atrás, como un pájaro migratorio que de viejo no puede seguir volando." (p.137). (Símil)
Al igual que en otras obras del autor, el estancamiento aparece asociado en algunos personajes a su condición campesina o provinciana (a la que están sometidos, por ejemplo, los jóvenes hermanos Prósorov), mientras que en otros esa imposibilidad de movimiento se da como consecuencia de la vejez. Este último es el caso de Chebutikín, médico del Ejército pronto a jubilarse. En la expresión citada, Chebutíkin se compara a sí mismo como un pájaro migratorio (el oficio militar lo trasladó de un lugar a otro durante toda su vida) que llegado a viejo observa cómo sus alas ya no podrán hacerlo volar como antes.
"(...) de pronto sentí como si me hubieran crecido alas, me puse alegre, perdí mi pesadez y me volvieron las ansias de trabajar, trabajar…" (p.138). (Símil)
Luego de la devastación que se apoderaba de Irina en el tercer acto, en el acto final la muchacha parece haber logrado aceptar sus circunstancias y reconfigurar sus sueños, amoldándose a la realidad que se le presenta. La menor de los Prósorov reflexiona: quizás no pueda ir a Moscú, pero aceptando la propuesta matrimonial de Túsenbach puede apoyarse en ese nuevo vínculo para reconstruir, con menos urgencia, sus anhelos ligados al trabajo. El modo en que la muchacha describe sus sentimientos, comparándolos con el nacer de las alas, recupera una imaginería que ya estaba presente en el primer acto: la depresión emocional suele aparecer en la obra ligada al estancamiento y la imposibilidad de movimiento, mientras que el sentimiento de esperanza se presenta asociada a los pájaros y su capacidad de vuelo. Porque en una obra cuyos protagonistas tienen como principal anhelo el viajar a un destino que consideran promisorio de felicidad, las emociones más intensas se presentan, justamente, por medio de imágenes relativas al movimiento.
"Ahí está Andréi, nuestro hermano… Todas las esperanzas están ya perdidas. Miles de personas izan una enorme campana, con tremendos esfuerzos y gastos, y de pronto, la campana cae y se rompe. De pronto, sin ton ni son. Igual que Andréi.” (p.139). (Símil)
Como único hijo varón, en el contexto histórico en que se ubica la obra, en Andréi se depositaron las mayores expectativas profesionales de la familia: en el primer acto se hablaba de él como una joven promesa, que con certeza se convertiría en un futuro cercano en un flamante profesor de la Universidad de Moscú. Con el devenir de los actos, las esperanzas puestas en Andréi se fueron desvaneciendo: quedó atrapado en un matrimonio sin amor y en un puesto administrativo muy por debajo de su preparación y sabiduría. Masha se expresa sobre la situación de Andréi por medio de una imagen comparativa: la desilusión que provoca en la familia el fracaso del muchacho equivale al de miles de personas que luego de esforzarse, plenos de esperanza, en izar una gran campana (que resonaría de belleza para siempre), la ven caer de golpe al suelo y acabar siendo indistinguible de otros objetos hechos trizas.
“La ciudad quedará vacía. Como cubierta por una funda” (p.140). (Símil)
En el último acto, la partida de los militares que acompañaron a los Prósorov durante el período representado en la obra contrasta con el estancamiento de los hermanos, imposibilitados de irse de esa ciudad de provincias que tan poco los satisface. En el símil utilizado por Andréi se vislumbra esa sensación de confinamiento, de inmovilidad a la que se condena todo lo que persista en esa ciudad de provincias: como si se cubriera con una funda, ya nadie podrá salir y todo lo cubierto quedará atrapado en el interior.