A pesar de que Matadero cinco relata eventos vinculados a la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, en su momento de publicación fue recibida, también, como un comentario a la Guerra de Vietnam, que estaba en curso en aquellos años. En poco tiempo esta apreciación se convirtió en una de las formas más productivas de leer la novela, al punto de considerarla la Biblia de todos los opositores norteamericanos a la guerra en Vietnam y, puede decirse, a la guerra en general.
La guerra entre el Vietnam del Norte (comunista) y el Vietnam del Sur (no comunista) comenzó en 1954 y terminó en 1975 con una victoria del Norte que reunificó al país bajo el comunismo. Durante esas décadas, Estados Unidos estuvo involucrado en la Guerra Fría con la Unión Soviética, y el período estuvo fuertemente signado, en occidente en general y en Estados Unidos en particular, por un miedo extremo al comunismo. La misión expresa de Estados Unidos de detener la propagación del comunismo en el mundo es lo que llevó al país a su participación en la Guerra de Vietnam, en apoyo de Vietnam del Sur. En 1969, el año en que se publicó Matadero cinco, había más de medio millón de militares estadounidenses en aquella guerra. Esto marcó el pico de la participación de Estados Unidos en el conflicto. Pero esos años fueron también el pico de la resistencia estadounidense a lo que estaba aconteciendo en aquellas tierras, a pesar del apoyo inicial de la sociedad norteamericana.
Entre 1968 y 1969, los opositores participaron en cientos de manifestaciones y eventos contra la guerra. La protesta más grande, en noviembre de 1969, atrajo a más de doscientos cincuenta mil manifestantes pacíficos a Washington, D.C. Al mismo tiempo, una gran cantidad de jóvenes abandonaba los Estados Unidos para evitar ser reclutada. La guerra, que nunca fue declarada oficialmente por el Congreso, a muchos les pareció injusta e innecesariamente violenta.
Esta impopularidad contrastaba con la apreciación que la sociedad estadounidense tenía de la Segunda Guerra Mundial. Esta, era vista como una guerra exitosa en la que se había luchado por una causa justa. Esto es lo que Matadero cinco pone en jaque también: al posarse en uno de los eventos más sangrientos de la Segunda Guerra, el bombardeo de Dresde, una ciudad no militar, cuestiona la idea romantizada de la guerra heroica. Como bien deja asentado el narrador en el primer capítulo durante su conversación con Mary O’Hare, ninguna guerra, sin importar su reputación pública, su aceptación social o el repudio que genera, es heroica o fascinante. Así, Matadero cinco se vuelca hacia el humor, el absurdo y el ridículo para contrarrestar estas representaciones épicas que se llevaban al cine y predominaban en la cultura popular, como bien critica Mary en el texto.
A pesar de que la Segunda Guerra es el foco de Matadero cinco, hay diversas menciones a la Guerra de Vietnam que incluso invitan a la comparación entre ambos conflictos. Sobre todo, las alusiones tienen que ver con el hijo de Billy Pilgrim, Robert, que se alista a los famosos “Boinas Verdes”, una fuerza especial del Ejército norteamericano, para ir a Vietnam. A pesar de los traumas sufridos durante la guerra, Pilgrim no puede hacer nada por su hijo. De hecho, no parece relacionar su propia experiencia en la Segunda Guerra con la guerra en curso en esos años: como tantas otras cosas, como la muerte, como la vida, para Billy Pilgrim la guerra es inevitable, ya que el tiempo es cíclico y repetitivo.
Esta apatía, mezclada con la negación y la imposibilidad, retratada en Billy Pilgrim, de relacionar eventos entre sí de modo causal, resonó entre los veteranos de guerra que, como Billy, habían suprimido sus propias experiencias traumáticas en Europa en pos de ser “fuertes” y “heroicos” como la sociedad norteamericana lo requería. La juventud también se volcó rápidamente a las librerías: en marzo de 1969 el libro salió a la venta y agotó enseguida las 10.000 copias de la tirada. El sinsentido de la guerra fue interpretado como un mensaje directo para los jóvenes que marchaban a Vietnam.