Resumen
Capítulo 6
Billy se sienta en la cama. No sabe bien en qué año o en qué planeta está. Siente un fuerte “magnetismo” (p.124) en la espalda. Lo atribuye a dos pequeños bultos, uno con forma de guisante y otro con forma de pequeña herradura, que hay cosidos en el forro en la campera cazadora que trae puesta. Un mensaje emitido por las radiaciones le aconseja que no intente tratar de descubrir qué son esos bultitos y que se conforme sabiendo que pueden hacer milagros.
Por la enfermería pasa el Hada Madrina, es decir, el inglés que tomó ese papel en la obra La cenicienta y que, más adelante, quebró el brazo de Paul Lazzaro cuando este trataba de robarle cigarros. Paul Lazzaro lo amenaza de muerte, y el inglés se sonríe. Luego, Lazzaro cuenta la historia de cómo una vez, para vengarse de un perro que lo había mordido, le dio carne con vidrios molidos. Luego de eso, le recuerda a Billy que, una vez terminada la guerra, ya nuevamente en Estados Unidos, vengará a Weary.
Billy sabe que esto es verdad. Ha visto más de una vez su propia muerte: el 13 de febrero de 1976, en Chicago, Billy da una conferencia sobre los platos voladores tralfamadorianos y los viajes en el tiempo. Sabe que Lazzaro vive en esa ciudad y que morirá esa misma noche. Por eso mismo lo dice textualmente en su discurso. La policía intenta protegerlo, pero Billy les dice: “No, no. Es menester que vuelvan ustedes a sus esposas e hijos. Ha sonado la hora de que muera por un ratito… para continuar viviendo después” (p.129). Una bala atraviesa su frente y Billy muere instantáneamente, por un rato.
Cuando vuelve a la vida, regresa al momento en que fue amenazado por Lazzaro. Es dado de alta de la enfermería. Billy lleva su abrigo enrollado en las manos como si fuera un manguito de señora. Lazzaro repasa la lista de gente a la que va a tener que matar una vez terminada la guerra. Los dos, junto con Derby, se dirigen al teatro. Allí se encuentran con que que está repleto de americanos acurrucados como cucarachas. Los tres estaban en la enfermería cuando los ingleses repartieron colchones y mantas, por lo que no tienen abrigo para dormir. Desde su nidito, armado con el telón del teatro, Billy vislumbra algo plateado: son las botas plateadas de la Cenicienta. Se arrastra hasta agarrarlas y ponérselas.
En alguna parte, un inglés da una charla sobre higiene personal y libre albedrío. Predica sobre la supervivencia, aconseja a los soldados no descuidar su apariencia, su salud, su mente. Luego, se dirige a Billy y sus compañeros y les dice que los envidia, porque esa tarde van a salir para Dresde, una ciudad muy bella en la que van a vivir al aire libre, en una ciudad “abierta, sin defensas” (p. 132).
Cuando llegan a los trenes para partir a Dresde, en las vías todavía se encuentra el cuerpo del vagabundo, más rígido que el hielo a pesar de que es un día cálido. Alguien le quitó las botas; sus pies se ven azules y duros.
Los americanos llegan a Dresde a las cinco de la tarde, se abren las puertas de los vagones y ven una ciudad bellísima. Alguien suspira tras Billy: es nuevamente Kurt Vonnegut, el narrador, que mira, deslumbrado. Ocho ciudadanos de Dresde caminan hacia los americanos: visten uniformes nuevos. Algunos son chicos, otros hombres maduros; han ingresado ayer al ejército. Tienen como misión vigilar a los americanos que van a ser subastados como mano de obra. En el pelotón hay un abuelo y su nieto. Lo primero que encuentran los alemanes es a Billy Pilgrim, barbudo, con sus botas plateadas, su manguito de señora y su toga azul. Ríen a carcajadas. Se dan cuenta de que los temerarios americanos no son más que otros “estúpidos y enfermos como ellos mismos” (p.135). Billy sabe, desde que llega a Dresde, que en pocos días la ciudad será bombardeada. Sabe también que él sobrevivirá, porque ha visto su propia muerte, tiempo después.
Un cirujano que ha estado operando todo el día se siente ofendido por el atuendo de Billy y le pregunta si encuentra la guerra una cosa muy cómica. Si espera hacerlos reír. Si cree que les gusta ser burlados. Billy no le responde; solo le muestra lo que lleva en la palma de su mano, dentro del manguito: un diamante de dos quilates y un fragmento de dentadura postiza con dientes de plata.
El pelotón camina hacia el matadero de Dresde y los americanos son conducidos al quinto edificio que sirve de vivienda para el centenar de soldados prisioneros allí. Antes de que entren, los alemanes les dicen que deben aprenderse su dirección: “Schlachthof-fünf”, que en alemán significa “Matadero cinco”.
Capítulo 7
Veinticinco años después de los bombardeos, Billy Pilgrim sube a un avión rumbo a Montreal. Sabe que ese avión va a estrellarse. En el avión viaja también su suegro; se deleita con las canciones obscenas que un cuarteto vocal compuesto por otros ópticos entona. Estos polacos le recuerdan a Billy cómo, en Dresde, vio la ejecución en la horca de un polaco por haber tenido relaciones sexuales con una alemana.
Billy se queda dormido y se remonta a un momento de 1944 que ya transitamos en el primer capítulo: Roland Weary lo está sacudiendo y Billy les dice a Weary y los otros dos soldados que continúen sin él.
El avión se estrella contra una montaña llamada Sugarbush en Vermont. Los únicos sobrevivientes son Billy, con una fractura de cráneo, y el copiloto. Entran en escena a ayudar como pueden unos instructores de esquí austriacos con pasamontañas negros. Mientras buscan señales de vida, Billy susurra “Schlachthof-fünf”. Los instructores de esquí transportan a Billy montaña abajo en un trineo. Un neurocirujano famoso opera a Billy, que permanece inconsciente durante dos días. La convalecencia de Billy está plagada de sueños, algunos de los cuales involucran nuevos viajes en el tiempo.
En uno de ellos regresa a Dresde, a su primera noche en el matadero. Él, Edgar Derby y su joven guardián alemán, Werner Gluck, abren accidentalmente la puerta de un baño lleno de hermosas chicas desnudas. Es la primera vez que Billy o Werner ven mujeres desnudas, no así Derby. Los tres hombres finalmente llegan a su destino previsto, la cocina de la prisión. La cocinera observa el lamentable estado de los americanos y declara: "Todos los soldados de verdad han muerto" (p.142).
Mientras está inconsciente en Vermont, Billy también revive el trabajo que él y sus compañeros hicieron en Dresde antes de los bombardeos: “Lavaron ventanas, barrieron suelos, limpiaron aseos, empaquetaron tarros y sellaron cajas de cartón en una fábrica donde hacían jarabe de malta enriquecido con vitaminas y minerales. Era para mujeres embarazadas” (p.143). Billy y otros soldados aprovechan las distracciones de los guardias para robar cucharadas de jarabe.
Capítulo 8
Dos días antes de los bombardeos, el propagandista nazi Howard Campbell Jr. habla en el matadero con los prisioneros, cansados y desnutridos, y les pide que se unan a su Cuerpo de Americanos Libres para pelear en el frente de batalla ruso. Les promete comida y repatriación después de la guerra. Edgar Derby se pone de pie ante las palabras de Campbell y lo increpa: defiende la lucha estadounidense por la libertad y elogia la hermandad entre rusos y estadounidenses. El altercado concluye cuando suena una sirena: todos se refugian del ataque aéreo en un armario de carne excavado en el lecho de la roca, bajo el matadero.
El narrador, sin embargo, aclara que la alarma fue falsa y que no sería sino al otro día que Dresde sería destruida y ciento treinta mil personas morirían. Billy, durante el bombardeo, se queda dormido en la cámara frigorífica y viaja en el tiempo hasta una discusión con su hija en la que ella le dice que desearía matar a Kilgore Trout; Barbara culpa a Trout por los pronunciamientos tralfamadorianos de su padre. A partir de allí, Billy comienza a recordar a Trout.
El autor vive en un sótano, en Ilium también, a unos tres kilómetros de la casa de Billy. Coordina a los repartidores de diarios para la Ilium Gazette. Cuando conoce a Billy, se sorprende de que este haya leído todos sus libros. Es invitado por el ex combatiente a su aniversario de bodas. Allí, Trout es todo un éxito entre los optometristas y sus esposas. Una de ellas, Maggie White, escucha, absorta. Trout la hace creer que publicar historias inventadas puede ser un delito digno de la cárcel y, además, un fraude castigado por Dios. En su entusiasmo, Trout escupe sin querer huevas de salmón dentro del escote de Maggie.
El cuarteto Los Bacos, formado por optometristas, comienza a cantar una canción llamada “Mi vieja pandilla”. En ese momento Billy siente mucha nostalgia: nunca ha tenido una pandilla, siquiera complicidad con un viejo amigo. Siente en la boca un sabor gaseoso y su cara se vuelve grotesca, “como si realmente estuviera atado a una máquina de tortura llamada el potro” (p.153). Su aspecto es tan extraño que muchas personas en la fiesta lo notan y creen que Billy está por tener un ataque. Cuando se tranquiliza, Kilgore Trout se le acerca y le dice que tal vez lo que le sucedió es que vio por una ventana a través del tiempo. Billy dice secamente “no” y le entrega a su esposa un anillo con un gran diamante. Pero, al volver el cuarteto a cantar otra canción, Billy nuevamente se siente mal y, esta vez, debe retirarse a su habitación.
Una vez allí reflexiona sobre lo que el cuarteto le provoca. Solo puede asociar esa experiencia a los bombardeos de Dresde. Recuerda haberse sentido así en el almacén de carne, la noche que Dresde se convirtió en una gran masa de fuego. Cuando recién pueden salir del refugio, a media mañana del día siguiente, la ciudad parece un “paraje lunar” (p.157). Los guardas se apretujan entre sí al ver la destrucción y cambian de expresión sin emitir sonido. Para Billy, parecen un cuarteto de cuerdas de una película muda.
Montana Wildhack y Billy Pilgrim están en exhibición en el zoológico de Tralfamadore. Montana tiene seis meses de embarazo, y le pide a su compañero que le cuente una historia. Billy comienza: “Dresde fue destruida la noche del 13 de febrero de 1945” (p.158). Le habla de los troncos quemados que yacen por toda la ciudad luego de apagado el fuego: son cadáveres. Los guardias y prisioneros se aventuran a buscar agua y comida. No encuentran una sola alma viviente en toda la ciudad. Al caer la noche, llegan a una posada en un suburbio que no fue tocado por las bombas. El posadero alemán y su familia saben que Dresde ha sido destruida; les ofrecen a los prisioneros cerveza y sopa, y el establo para pasar la noche. “Que duerman bien” (p.160), les dice.
Análisis
Billy descubre en su abrigo dos pequeños objetos cosidos al forro, uno con forma de herradura y otro con forma de guisante. “Entonces recibió un mensaje emitido por las radiaciones, en el que se le decía que no averiguara qué eran los bultitos y se le aconsejaba que se conformara sabiendo que podían hacer milagros para él, con la condición de que no insistiera en querer averiguar su naturaleza” (p.124). El mensaje tralfamadoriano es claro: no hurgar. Billy debe controlar en este caso su curiosidad si quiere que los bultitos lo favorezcan. Así lo hace, y es feliz.
Esto contrasta fuertemente con lo que sucede en el capítulo 1 en el que el narrador, Vonnegut, nos esboza distintos motivos por los cuales compone este libro: “La gente no debe mirar hacia atrás. Ciertamente, yo no volveré a hacerlo. Ahora que he terminado mi libro de guerra, prometo que el próximo que escriba será divertido” (p.27). La gente no debe mirar hacia atrás, pero el narrador lo hace y escribe Matadero cinco. Allí mismo nos dice que el libro está escrito “por una estatua de sal” (p.127). Con esto se refiere a una escena narrada que dialoga con la de Billy Pilgrim y su constante evasión de los asuntos más cruentos de la guerra.
Cuando Kurt en el capítulo 1 habla de “estatua de sal” hace mención a una referencia bíblica del Génesis: cuando la ciudad de Sodoma está en llamas, a pesar de las advertencias de Yahveh, la esposa de Lot se gira a mirarla por última vez. Como castigo por su curiosidad es convertida en estatua de sal. Vonnegut, sin embargo, la elogia. Es decir, a pesar de decir que “La gente no debe mirar atrás”, todo Matadero cinco es no solo un gran mirar atrás, sino también una crítica profunda al belicismo norteamericano, a la masacre no reconocida, a la apatía alemana con respecto a los bombardeos de Dresde, a la guerra en general y a la complicidad civil desde la negación y la inocencia.
Billy encarna esta negación e inocencia. La falta de curiosidad por lo que hay cosido en el forro del abrigo es casi inhumana. No necesita ver más, no necesita averiguar con sus propios ojos qué hay ahí. Sin embargo, para el lector los bultos irradian una fuerza viviente. Mientras Billy no vea qué son, no indague, parte de su dignidad se mantiene dormida. En este contrapunto con la figura de la esposa de Lot, castigada por su curiosidad, Billy encarna al hombre desilusionado y escapista. La esposa de Lot es la mujer que mira la destrucción a la cara y luego se convierte en estatua de sal. Billy acepta que debe reprimir su curiosidad por lo cruento de la guerra, ya que sus efectos podrían paralizarlo. Decide, en cambio, mantener la ilusión de que no hay de qué preocuparse, ya que, según la filosofía tralfamadoriana, lo que será ya es.
Sin embargo, el narrador se despega del relato del asesinato de Billy: en lugar de informar estos eventos con su propia voz, inicia el relato con un “Escuchad, Billy Pilgrim cuenta que (…)” (p.123). Repite este procedimiento más adelante, al hablar de una cinta con la voz de Billy hablando de su propia muerte: “Como viajero del tiempo que era, había visto su propia muerte muchas veces, y la había descrito en una cinta magnetofónica. La cinta estaba guardada, con su última voluntad y otros valores, en una caja fuerte del Banco Nacional Mercantil y de Crédito de Ilium. «Yo, Billy Pilgrim —comenzaba la cinta—, moriré, he muerto y estaré muerto para siempre el 13 de febrero de 1976»” (p.127). Matadero cinco es, después de todo, una aproximación terrestre de lo que sería un cuento tralfamadoriano y, por lo tanto, está sujeto a los límites de la percepción y el escepticismo humanos. Este es un de los momentos complejos e inverosímiles de Matadero cinco y, como adelantamos un poco en la sección Resumen y Análisis Capítulos 3-4, a pesar del pacto ficcional por el cual no solemos cuestionar las experiencias de Billy, en este caso el narrador decide tomar distancia y poner en boca de Billy la narración de su muerte en lugar de encarnarla él como hace en el resto del texto.
El hecho de que la muerte de Billy se conozca años antes de que suceda es un soporte más para el argumento tralfamadoriano de que estamos encerrados en ámbar, es decir, que de alguna manera estamos atrapados en nuestro destino. Roland Weary muere culpando a Billy y asegurándose de que todos en su vagón sepan su nombre. Aunque Billy padece hambre, está enfermo y medio muerto, sabemos que no morirá en el vagón de tren o en el campo de prisioneros; ni siquiera en la ciudad de Dresde bajo el fuego de los bombardeos. Billy Pilgrim morirá porque un hombre, Paul Lazzaro, cumple una promesa que se hizo treinta años antes de vengar la muerte de Roland Weary. En la jerarquía moral de la novela, la venganza ocupa un lugar casi tan alto como la guerra como justificación para propagar una muerte absurda y sin sentido. La muerte de Billy, como llegamos a verlo, es el resultado de nada más que pura estupidez y orgullo por parte de un solo hombre. Esta situación es la particularización de un absurdo mucho más generalizado que es la guerra: la mortalidad masiva de la guerra resulta de la ignorancia y la estupidez a gran escala.
En la fiesta, escuchando a Los Bacos, Billy se da cuenta de que esconde dentro de sí una historia secreta de traumas. Este es un punto importante en Matadero cinco, ya que hasta ese momento se prescindía de la mayoría de los recursos narrativos tradicionales de la novela en general y de la novela bélica en particular. Esta toma de conciencia de Billy es un momento bisagra en la constitución del personaje y allana el camino para el momento en que decide contarle al mundo todo lo que sabe Tralfamadore y la concepción del tiempo de sus habitantes. El reconocimiento de Billy del efecto que Los Bacos están teniendo en él es uno de los pocos momentos de autoconciencia del personaje. El hecho de que permanezca en la situación y luego decida, sencillamente, retirarse a descansar, en lugar de viajar en el tiempo, sugiere que es de los momentos de mayor lucidez de Billy a pesar, de la angustia que está sufriendo.
Cuando, ante la presencia de Los Bacos aún, Trout le pregunta a Billy si ha visto el pasado o el futuro a través de una "ventana de tiempo", Billy responde que no. Valencia da más en la tecla cuando le dice que parece como si hubiera visto un fantasma. La vista de los Bacos, cantando con la boca entreabierta, despierta el fantasma de un recuerdo trágico. Cuando Billy se retira a su habitación para tratar de resolver la causa de su angustia, recuerda la horrible vista de los cuatro guardias alemanes mirando Dresde con la boca abierta. La catarsis, largamente retrasada, de la tragedia a la que en su momento Billy asistió impasible, es proporcionada finalmente por este cuarteto. Aquella vez el bombardeo fue tan solo el sonido de pasos pesados sobre el refugio en que se encontraban escondidos. A la vista de Los Bacos, Billy recuerda a los guardias alemanes y con ellos puede, finalmente, crear una asociación del evento con la tragedia. Cuatro hombres con la boca abierta representan para Billy la muerte de miles de personas, y darse cuenta de esto le permite lamentar esta pérdida de vidas, e inclusive discutirlo con Montana Wildhack. Años antes, cuando su esposa Valencia le había preguntado sobre la guerra, Billy no respondió nada; aún no podía comprender y organizar su propia experiencia, mucho menos contársela a alguien más.