Medea es una tragedia griega escrita por Eurípides en el siglo V a.C. y representada por primera vez en el año 431 a.C., en el primer año de la Olimpíada 87ª. La obra se presenta como parte de una tetralogía (un conjunto de cuatro obras) compuesta también por las tragedias Filoctetes y Dictis y el drama satírico Los recolectores, de las que no se conservan registros completos en el presente. Las cuatro obras ganan el tercer premio en las Dionisias, festivales dedicados al dios Dioniso, en los que se celebran competencias de representaciones teatrales. Aunque no se conoce nada sobre las otras tres obras, con certeza Medea genera revuelo entre las audiencias atenienses, ya que expone temas incómodos, impactantes, perturbadores: su protagonista es una mujer que termina matando a sus hijos. Se trata de una de las primeras obras que han podido rescatarse del autor, pero él la escribe cuando su carrera ya está avanzada. Es, además, una de las más célebres.
Es difícil determinar las circunstancias específicas sobre el origen del teatro griego con exactitud, pero sus inicios se relacionan con ceremonias religiosas que incorporan música y danza. Para el siglo VI a.C., los atenienses han transformado una celebración rural al dios Dioniso, para estimular la fertilidad de las cosechas, en un festival urbano con coros y danzas que compiten para obtener premios. Un poeta anónimo propone que el coro interactúe con actores que llevan máscaras.
Más tarde, Esquilo complejiza el arte al usar dos actores con máscaras, que realizan diferentes papeles a lo largo de la obra, y eso permite el desarrollo del teatro como lo conocemos hoy. Con dos actores y un coro se hace posible escenificar argumentos y conflictos complejos como nunca antes, y los poetas que compiten en el festival dejan de componer elaborados himnos en verso para producir verdaderas piezas teatrales. Estos primeros dramaturgos son más que escritores. También están a cargo de la composición de la música, la coreografía de la danza y la dirección de los actores. Atenas es la única ciudad-Estado griega donde se desarrolla esta forma del arte. Las comedias, tragedias y otras piezas que conocemos aún en la actualidad, aunque se presentan de manera general como griegas, son trabajos netamente atenienses.
Tras vencer a los persas en una batalla decisiva (480-479 a.C.), Atenas emerge como potencia principal de las ciudades-Estado independientes de Grecia. Durante ese período, el festival de teatro de las Dionisias se convierte en un evento de espectáculos. Dura cuatro o cinco días y la ciudad se toma la celebración muy seriamente. Los prisioneros son liberados bajo fianza y la mayor parte de los asuntos públicos quedan en suspenso durante esos días. Cerca de diez mil ciudadanos varones libres, junto con sus esclavos y las personas que tienen a cargo, asisten a las obras en un teatro enorme al aire libre en el que pueden reunirse hasta 17.000 espectadores. En cada una de las jornadas, los atenienses disfrutan de tres tragedias y una obra satírica (una comedia liviana sobre algún tema mitológico) escrita por alguno de los trágicos preseleccionados, así como de una comedia escrita por un dramaturgo cómico. Las trilogías no necesariamente conforman un único drama extenso sobre la misma historia, pero con frecuencia se continúan la una a la otra. Al final del festival, un jurado otorga el primer, el segundo y el tercer premio a los escritores trágicos.
Un elemento de estas obras que puede resultar extraño para los lectores contemporáneos es el coro. El teatro griego no pretende ser “realista” o “naturalista”, sino que es una forma artística muy estilizada y artificial: los actores usan máscaras y las actuaciones incluyen cantos y bailes. El coro presenta una buena parte de la exposición y despliega los temas de manera poética, pero de todas maneras representa a un grupo de personajes. Es un conjunto de voces y, por lo tanto, suele representar ideas generales o populares; el público suele identificarse con el coro.
En el caso de Medea, el coro está compuesto por las mujeres de Corinto. La relación entre el coro y Medea es una de las más interesantes de todo el teatro griego. Las mujeres por momentos se horrorizan por los actos y las palabras de Medea, pero en otras situaciones se sienten cautivadas por ella. Si bien la condenan por matar a sus hijos, no hacen nada por impedirlo; no aprueban sus actos, pero la comprenden. En esta obra, las mujeres en general viven indirectamente a través de Medea. Al llevar a cabo su venganza, de alguna manera se venga por todos los crímenes cometidos contra las mujeres. Medea es poderosa y valiente, y se niega a verse perjudicada por un hombre. El coro no puede evitar admirarla por ese motivo.
Medea forma parte de la galería de “mujeres malas” de Eurípides. Este autor ha sido atacado por representar a mujeres “inescrupulosamente astutas” (en palabras de Aristóteles) entre sus personajes principales: retrata a sus heroínas trágicas con mucha menos cautela que sus contemporáneos. No ofrece la restauración de un orden de dominación masculina y el público no puede sentirse cómodo con la resolución de los conflictos. En Medea ese orden queda expuesto como hipócrita y cobarde, y en la protagonista vemos a una mujer cuyo sufrimiento, en lugar de enaltecerla, la convierte en monstruosa.
Otros aspectos originales de la obra de Eurípides son la introducción del prólogo al comienzo y un papel más limitado para el coro. En el primer plano de estas tragedias se encuentra la psicología de los personajes: sus sentimientos, pasiones y opiniones se despliegan en profundidad. Eurípides a menudo toma un mito y profundiza un evento problemático o una acción que cuestiona toda la ideología del mito. En Alcestis, por ejemplo, toma una historia sobre la bondad de una esposa y la transforma en una condena para su esposo y, por extensión, una condena a los valores patriarcales que difunde la mitología antigua. Orestes puede pensarse como una anti-tragedia brillante, un trabajo que cuestiona las suposiciones estéticas del teatro griego. En esa obra, incluye el desenlace feliz del mito original, pero hace saber a los espectadores que los personajes no merecen la felicidad.
Eurípides es uno de los dramaturgos griegos más oscuros y perturbadores. Cuestiona la autoridad de dioses, héroes y gobernantes y, en sus obras, revela su fascinación por los oprimidos, incluyendo a las mujeres, a los extranjeros y a los esclavos. Sus representaciones complejas de figuras femeninas perversas, violentas y monstruosas demuestran su interés por el papel de las mujeres en la sociedad. Además, indaga los ideales superficiales o hipócritas de la sociedad. El autor crea personajes humanos reales con debilidades extremadamente humanas. Su voz es consciente, y no teme revelar el mundo que se esconde bajo la veneración cultural y los avances sociales de Atenas. Las opiniones expresadas sobre la supuesta grandeza ateniense en sus tragedias parecen premonitorias. Tras años de guerras (la Guerra del Peloponeso comienza en el año 431 a.C.) y contiendas políticas internas, Atenas pierde ante Esparta en el 404 a.C., dos años después de la muerte de Eurípides.
De manera coherente con las normas del teatro griego, Medea no se divide en actos ni es escenas bien definidas. Sin embargo, el tiempo transcurre de un modo no realista: en determinados puntos es evidente que ha pasado una cantidad de tiempo considerable en el universo de los personajes, aunque para el público solo hayan transcurrido algunos segundos. En general, como ha observado Aristóteles, la mayoría de las tragedias griegas presentan acciones que se desarrollan dentro de un período de 24 horas. En Medea, ese es el tiempo suficiente para que la protagonista ejecute una serie de asesinatos que completan su venganza.