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¿Qué aspectos de la vida en Nueva York denuncia el poeta?
Lorca presenta a la Nueva York de principios de los años 30 como una ciudad altamente industrializada, frenética, que no descansa nunca y que alberga una sociedad materialista, oprimida y alienada por el capitalismo económico. El poeta recorre las calles de Nueva York, observa cómo se desarrolla la vida en la ciudad, se rebela contra la alienación que produce el orden establecido y denuncia todas las miserias que causa la vida en la ciudad.
Así, el objetivo del poeta es denunciar la explotación de un sistema económico que mercantiliza la vida humana. Basado en su experiencia de vida en la Gran Manzana, Lorca desarrolla una concepción negativa del progreso y de la industrialización propios de la vida moderna. En sus poemas, el individuo aparece enfermo, mutilado y vaciado de sentido en medio de una ciudad de proporciones desmedidas, de factura artificial, totalmente disociada de la naturaleza y de la armonía universal.
A su vez, Lorca se encarga de denunciar cómo la sociedad materialista representada por el blanco capitalista (a quienes llama, por ejemplo, "los blancos del oro" (p. 182) consume la vida de los otros, la otra mitad de la sociedad, compuesta por los débiles y los oprimidos, entre los que el poeta destaca a la población afroamericana y a los niños pobres.
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¿Qué vínculos se pueden establecer entre el estilo de Poeta en Nueva York y el surrealismo?
Si bien no puede decirse que Lorca sea un poeta específicamente surrealista, sí pueden encontrarse elementos propios de dicha vanguardia artística en Poeta en Nueva York. Como muchos críticos señalan, los poetas españoles han sabido utilizar procedimientos surrealistas, pero aplicados a sus proyectos poéticos particulares, usando solo lo que necesitan para expresar lo que desean.
En este sentido, los rasgos presentes en Poeta en nueva York que corresponden al surrealismo tienen que ver, principalmente, con el uso de un lenguaje profundamente simbólico, que une elementos poco conjugados en la literatura y que desautomatiza la percepción de la realidad para imponer una visión distinta de la habitual, con el objetivo de ilustrar la naturaleza caótica de dicha realidad. Así, el poemario de Lorca articula un complejo universo simbólico que presenta a la ciudad de Nueva York bajo la perspectiva subjetiva del poeta y analiza la realidad desde una óptica totalmente original.
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¿Cuáles son las crisis que se articulan en el poemario?
Existen dos crisis que se entrecruzan y articulan en el poemario, y que llegan a presentar, como algunos críticos indican, dos lecturas posibles de Poeta en Nueva York. En primera instancia cabe mencionarse la crisis personal del poeta, que lo lleva de España a Estados Unidos: su pelea con Emilio Alardén, la aceptación de su homosexualidad y el sentimiento de haber sido abandonado por sus amigos, entre los que se puede destacar a Salvador Dalí.
Esta crisis personal del poeta se manifiesta como una profunda angustia que propulsa la búsqueda de un universo vital que compense su sufrimiento y se expresa mediante una tensión constante entre la vida y la muerte. Esta búsqueda hace evidente el estado de reconfiguración identitaria que afecta a Lorca durante toda su estadía en Nueva York.
Por otra parte, también puede realizarse una lectura del poemario que haga foco en la crisis social y económica que sacudió al capitalismo moderno con la caída de la bolsa en 1929. Frente a este evento, Lorca reflexiona durante su estadía en Nueva York sobre un sistema socioeconómico que se basa en una dinámica de opresores y oprimidos. Contra este sistema es que el poeta se rebela y alza el grito de denuncia que se expresa en sus poemas.
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¿Desde qué dimensiones o perspectivas aborda el poeta el tema de la muerte?
La muerte es una presencia constante que habita en la ciudad de Nueva York y consume irremediablemente a toda la creación. En este sentido, la muerte que danza por las calles de la gran ciudad es el producto del sistema capitalista, cuya maquinaria se sostiene en el consumo de la vida de todos los seres.
La muerte, por otra parte, es una forma de representar el vacío existencial que se instala en los habitantes de Nueva York. En medio de la muchedumbre que colma las calles, el individuo se encuentra totalmente alienado y se convierte en un hueco, una existencia vaciada de sentidos que solo se mueve hacia su desaparición. Así, la vida dentro de un sistema opresor queda totalmente desconectada de la naturaleza y de sus expresiones vitales más puras, y solo logra desarrollarse como un vacío que delata la dimensión más cruenta y carente de sentido de la muerte.
En este contexto, además de expresarse como la consecuencia última de la vida en la gran ciudad, la muerte también se expresa en la subjetividad del poeta como una consciencia de la que no se puede escapar y que tiñe de amargura y desesperación toda la vida.
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¿Cuál es la búsqueda del poeta que atraviesa toda la obra?
Profundamente angustiado por la experiencia de la gran ciudad, el poeta se embarca en la búsqueda de un paraíso perdido, es decir, de una instancia de vida en la que el ser humano se encuentre integrado armoniosamente al resto de la creación. El paraíso perdido del poeta se asocia a formas más puras e inocentes de existencia y a la naturaleza idílica, no mancillada por el progreso y la industrialización implacable de la modernidad.
Otra búsqueda que atraviesa al poeta (y que es otra dimensión de su paraíso perdido) es la infancia como símbolo de inocencia y pureza. La infancia representa para Lorca el tiempo previo al despertar sexual y al deseo carnal que tanto lo agobia en Nueva York, un tiempo que posee la vitalidad del mundo primitivo y simple, en el que el hombre está en comunión con la naturaleza. El mundo de la infancia es el mundo libre de las imposiciones sociales que tanto le pesan a Lorca, un mundo en el que se puede ser y amar tal como se desea, sin la rigidez de las normas sociales que oprimen al ser humano.