Resumen
I. Poemas de la soledad en Columbia University
“Vuelta de paseo”
Al regresar de un paseo, el poeta anuncia que ha sido asesinado por el cielo. Luego, en cuatro pares de versos presenta una serie de imágenes asociadas a la muerte y a la degradación del cuerpo físico. El poeta menciona “animalitos de cabeza rota” (p. 73) y una “mariposa ahogada en el tintero” (p. 73) y se siente uno más de ellos.
“1910 (Intermedio)”
El poeta reconstruye la forma de mirar y de sentir el mundo de su infancia, en 1910. El poema se construye en torno a las imágenes sobre las que el poeta repara y se estructura en una serie de estrofas que comienzan con la frase “Aquellos ojos míos” (p. 74). Los ojos del poeta niño todavía miran el mundo con cierta inocencia, puesto que, como se indica en el segundo verso, aun “no vieron enterrar a los muertos” (p. 74). Sin embargo, en las imágenes la realidad se mezcla con la ensoñación y el poema se carga de una profunda tristeza que repara en la fragilidad del mundo que se consume en cada momento. Las imágenes de animales devorados se suceden hasta que, finalmente, el poeta pide a los lectores que no le pregunten nada y manifiesta el profundo dolor que le causa la existencia y la falta de sentido que le encuentra a todo lo que lo rodea.
“Tu infancia en Mentón”
El poeta regresa a su niñez y se dirige a su yo niño mediante la enunciación en segunda persona: “Tu niñez” (p. 76) es la estructura que el poeta elige para recuperar un tiempo perdido de inocencia y felicidad, en contraposición al tiempo doloroso y atormentado que experimenta en Nueva York. La niñez, “ya fábula de fuentes” (p. 76) se presenta como un sitio ahora fantástico al que el poeta puede recurrir como fuente de inspiración y lugar de descanso.
La imagen del poeta viajando en tren con “la mujer que llena el cielo” (p. 76), su madre, es una constante que estructura el poema. Como imágenes que se vislumbran mientras el tren avanza, el poeta recupera diversos aspectos de su infancia, destaca su sensibilidad, ese “llanto con ruiseñor enajenado” (p. 76), y prefigura su futuro de hombre sufriente que encuentra su medio de expresión en la poesía.
Al final del poema, el yo poético de Lorca se manifiesta contra el paso del tiempo y contra los hombres que coartan las libertades de sus semejantes, y exclama: “No me tapen la boca los que buscan / espigas de Saturno por la nieve / o castran animales por un cielo” (p. 77). Después de tan potente pedido, Lorca se refugia en la inocencia y la pureza de su niñez, que se le aparece ahora tan solo como una fábula que alimenta sus recuerdos.
“Fábula y rueda de los tres amigos”
Al igual que la mayoría de los poemas de esta sección, “Fábula y rueda de los tres amigos” está dedicado al pasado de Lorca. El poeta recuerda tres amigos suyos, Enrique, Emilio y Lorenzo, quienes han muerto y sus cuerpos fueron profanados. Lorca presenta los intereses de dichos amigos, sus preocupaciones y sus padecimientos. Los tres, ante la visión del poeta, aparecen “helados” (p. 78), “quemados” (p. 78), “enterrados” (p. 79) y “momificados” (p. 79). Luego, el poeta habla de sus lunas que representan a sus poemarios ya publicados, y menciona que ya había matado a su quinta luna, pero que su sexta luna había logrado escapar “torrente arriba” (p. 81) y que ahora el mar puede recordar a todos sus ahogados.
Análisis
Poeta en Nueva York es la compleja obra en la que Lorca plasmó sus experiencias viviendo en una de las ciudades más importantes para la modernidad. Como muchos críticos han señalado, el poemario está atravesado por una triple crisis que lo afecta íntegramente, tanto a nivel temático como formal. Cada una de esas crisis puede ser abordada desde una lectura particular de la obra.
La primera lectura pone su foco en la crisis social y económica que sacudió al capitalismo moderno con la caída de la bolsa en 1929. Frente a este evento, Lorca reflexiona durante su estadía en Nueva York sobre un sistema socioeconómico que se basa en una dinámica de opresores y oprimidos.
La segunda lectura posible aborda el poemario como la sublimación de la crisis personal que empuja al poeta desde España hasta Estados Unidos: la ruptura con su amante, el escultor Emilio Alardén, la aceptación de su propia homosexualidad y el sentimiento de abandono por parte de sus amigos.
La tercera posibilidad es realizar una lectura que repara en las crisis de la evolución literaria del poeta y que pone de manifiesto la crisis de toda la poesía moderna y el surgimiento de las vanguardias. Esta última lectura se concentra, entonces, en el emerger de las técnicas surrealistas y en su adaptación al proyecto poético de Lorca.
Sin embargo, la riqueza de Poeta en Nueva York reside, por supuesto, en encontrar la cohesión entre los tres abordajes que se conjugan en los textos y no empobrecer la lectura dándole más importancia a uno u otro abordaje.
Poeta en Nueva York es la reacción lírica de Lorca ante un mundo nuevo. Es introspección y proyección, y no hay en ella ni descripción objetiva ni cronológica de su estadía en la metrópoli moderna. Tampoco hay en sus poemas un reconocimiento de sus encantos o sus defectos, sino la experiencia íntima que se organiza mediante un sistema de símbolos y que da como resultado una visión particularísima de la ciudad.
La ciudad de Nueva York, sumida en el avance técnico y en el capitalismo, impresiona profundamente al poeta y se convierte en un símbolo del sufrimiento; la ciudad se llena de valores negativos, se vuelve un espacio hostil para el hombre, puesto que sacrifica los valores verdaderamente humanos en pos de un progreso estéril. En el medio de una muchedumbre, el poeta está solo, abandonado a su propia soledad, que se intensifica y se proyecta a toda su obra.
Nueva York, por sus características, hace emerger los conflictos internos de Lorca y los refleja de forma tal que logran trascender lo puramente personal y se convierten en una propuesta social. Así, el poeta se solidariza con todas las personas que, al igual que él, están sometidas a un orden opresivo.
Así, la primera parte del poemario está dedicada al encuentro del poeta con la ciudad y a sus impresiones. El primer choque que halla en su largo camino es el descubrimiento del mundo negro y con él, la opresión y la marginación que sufren estas personas con las que el poeta se identificará. Los negros han sido arrancados de su mundo para malvivir en este medio que los va matando y haciendo perder su identificación con la naturaleza. Los pemas “Norma y paraíso de los negros” y “El rey del Harlem”, como veremos más adelante, son un ejemplo de ello.
Lorca rechaza el mundo moderno y civilizado y siente la necesidad del regreso a un mundo natural en el que todo se encuentre integrado de forma armoniosa. Así surgen, como temas de sus poemas, la anticivilización y la noción de un paraíso perdido.
En "Poemas de la soledad en Columbia University", el yo poético se replantea su situación de estudiante inmerso y solo en una realidad que le es ajena y se remonta a su infancia perdida como un sitio de refugio y de contención. Así, los primeros poemas son los más intimistas e introspectivos de toda la obra.
El primer poema de esta sección, “Vuelta de paseo”, pone de manifiesto la angustia del poeta que acaba de llegar a la ciudad de Nueva York y que se encuentra perdido. El verso “entre las formas que van hacia la sierpe” (p. 73) parece hacer referencia, según las interpretaciones más aceptadas, a la obediencia ciega a los impulsos terrenales e instintivos, mientras que el siguiente, “y las formas que buscan el cristal” (p. 73) refiere a un elemento artificial que refracta la luz y simboliza a la civilización. Entre estos dos mundos el poeta se siente “asesinado por el cielo” (p. 73), es decir, sumido en su propia soledad, tropezando en medio de un mundo confuso que lo angustia y lo mutila.
“1910 (Intermedio)” es un poema que plasma la nostalgia por la infancia, por la inocencia y la ingenuidad perdidas. Los versos “... He visto que las cosas / cuando buscan su curso encuentran su vacío” (p. 75) parecen una sentencia sobre la realidad del poeta que se enfrenta al hecho ineludible de la desaparición de todo lo vivo. Estas cosas dejan tan solo “un dolor de huecos por el aire sin gente” (p. 75), es decir, dejan una ausencia, un vacío que el poeta lo asocia a la pérdida del paraíso y a la muerte.
Los poemas siguientes, “Tu infancia en Mentón” y “Fábula y rueda de los tres amigos” son otra manifestación de la nostalgia que produce al poeta el choque con la metrópolis. El primero de ellos evoca el amor perdido de la niñez pasada y realiza fuertes alusiones al amor homosexual, como puede observarse en el verso “Norma de amor te di, hombre de Apolo” (p. 76). Luego, el poeta realiza un reclamo de libertad, para poder amar sin que la sociedad lo condene: “No me tapen la boca los que buscan / espigas de Saturno por la nieve / o castran animales por un cielo” (p. 77).
“Fábula y rueda de los tres amigos” presenta a tres amigos que, como el poeta, aparecen helados, enterrados y quemados en un mundo de valores falsos, lujuria y muerte. En este poema se manifiestan los dolorosos sentimientos del yo poético en una realidad concreta y se proyecta ese dolor hacia el símbolo que es la ciudad de Nueva York. En el poema, el mundo de la muerte cobra vida, algo que es común en otras composiciones de esta obra.
Con todo ello, la primera parte del poemario es la forma en la que el poeta indica al lector cuál es su situación, es decir, desde qué lugar va a componer sus poemas. El gran reclamo que hace es el regreso a un pasado idealizado que le permita encontrarse consigo mismo.