Sócrates afirma que el hombre justo se revela como un ladrón. (Ironía verbal)
Al comienzo del diálogo, el protagonista recolecta las definiciones de justicia que aportan sus interlocutores y las va desarmando a través del método dialéctico para demostrar que son incorrectas, insuficientes o imprecisas. Esto ocurre con la sugerencia de Polemarco: lo justo es "darle a cada uno lo que se le debe". Para desarticular esta definición, Sócrates elabora una serie de preguntas y, gracias a su excelente dominio de la conversación, llega a una conclusión que se desprende directamente de los argumentos acordados por Polemarco, pero que es evidentemente absurda. Así, afirma con ironía: "Parece entonces que el hombre justo se nos ha revelado como un ladrón" (334a, p. 186), y, en consecuencia, la justicia es "una especie de arte de robar" (334b, p. 186).
Sócrates anuncia que no sabe nada, pero luego dedica todo este extenso dialogo a demostrar sus ideas brillantes, teorías elaboradas y planteos sofisticados. (Ironía situacional)
En el Libro I, ante las críticas de Trasímaco, el protagonista finge ser ignorante, afirma que "no sabe" (337d, p. 193) y dice que desde esa falta de saber solo puede emitir preguntas a sus interlocutores para tratar de entender qué es la justicia. Sin embargo, ya en el Libro II cambia su actitud y se dedica, hasta el final, a seguir el método dialéctico, exponiendo tras cada pregunta afirmaciones contundentes, aforismos y principios, ideas inteligentes y complejas, y hasta teorías elaboradas sobre materias muy difíciles como la filosofía, la matemática, la política y la psicología. De hecho, como afirma González Varela,"el resto de la República es casi un monólogo (con breves intervenciones de otros personajes), en donde Sócrates emprende la tarea de desarrollar y exponer una posición sustantiva propia acerca de la justicia, la polis y el alma, entre muchos otros temas" (2012: 40). Por eso resulta irónica su postura al inicio de la obra, cuando anuncia que no sabe nada.
Según Sócrates, el exceso de libertad propio de la democracia lleva a la tiranía. (Ironía situacional)
Al analizar las diversas ciudades corruptas, Sócrates enuncia que cada una es una versión empeorada de la anterior. Así, la tiranía –el peor de todos los gobiernos– es una deformación de la democracia. Es preciso recordar que, en esta teoría política, la democracia es un mal sistema; Platón defiende la monarquía o la aristocracia, es decir, el "gobierno de los mejores". Ahora bien, en la democracia hay un exceso generalizado de libertad, y esa falta de límites permite que la codicia y la competencia crezcan entre los hombres. Algunos de ellos, extremadamente sedientos de poder y riquezas, pierden el control racional por completo y se vuelven tiranos. Irónicamente, "El exceso de libertad, en efecto, es probable que provoque un cambio que no conduce más que a un exceso de esclavitud, tanto para los particulares como para las ciudades" (564a, p. 531). Los tiranos son esclavos de la parte bestial de su alma.
Sócrates introduce la tiranía como el sistema político más hermoso. (Ironía verbal)
En el Libro VIII, el filósofo analiza una por una las formas corruptas de ciudad existentes para contrastarlas con su polis ideal. Para presentarlas, las organiza desde la mejor hasta la peor: la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía. Tanto por las ideas generales del autor y de la obra, como por el modo de introducir al hombre tirano como el peor de todos, los interlocutores del diálogo y los lectores ya sabemos cuál es la visión sumamente negativa que Sócrates tiene sobre la última. Sin embargo, cuando se dedica a presentarla afirma: "Entonces –dije– nos restaría hacer un recorrido por el más hermoso de los sistemas políticos y por el más hermoso de los hombres, la tiranía y el tirano" (562a, p. 527). Esta introducción a la tiranía como "hermosa" tiene un evidente tono irónico, ya que el filósofo piensa totalmente lo contrario.