Considerada ya el arquetipo por excelencia del amor desventurado, Romeo y Julieta es una obra temprana de William Shakespeare: se cree que la escribió en 1595. A diferencia de tragedias posteriores, esta es una tragedia de destino, dado que es una fuerza exterior e inevitable la que lleva a los protagonistas a su trágico final.
Como sucedía típicamente en el teatro isabelino, que inspiraba sus obras en historias francesas o italianas, la historia de Romeo y Julieta está basada en un poema narrativo de Arthur Brooke, inspirado a su vez en una obra italiana. Sin embargo, la versión shakespeariana sufrió varios cambios: la historia está mucho más condensada, hay elementos cómicos ausentes en el original, y el personaje de Mercucio es un agregado del dramaturgo.
Como en todas las obras de Shakespeare, uno de los aspectos más interesantes de Romeo y Julieta es el complejo uso del lenguaje y la riqueza de recursos de la que da cuenta el dramaturgo. Aunque la específica versificación de los diálogos, elemento esencial para la caracterización de los diferentes personajes, se pierde en buena medida en la traducción al español, sí se pueden apreciar los diferentes registros, las formas poéticas, las figuras retóricas y los juegos de palabras que atraviesan toda la obra y describen a cada personaje. Así, por ejemplo, la nodriza se caracteriza por un lenguaje coloquial con elementos cómicos, mientras que Fray Lorenzo utiliza la forma del sermón, y su discurso es grave, sentencioso. Julieta, por su parte, muestra una gran destreza para la ambigüedad y los juegos de palabras. En el caso de Romeo, el lenguaje no solo sirve para caracterizarlo sino que, de hecho, refleja con mucha claridad la evolución del personaje: si al principio de la obra Romeo utiliza una gran cantidad de lugares comunes para referirse a Rosalina, su discurso amoroso es mucho más original y complejo cuando se dirige a Julieta, dando cuenta de un amor genuino.
La obra en su totalidad está plagada de originales juegos de palabras, doble sentidos, antítesis, oximorones, símiles y metáforas, reflejando una absoluta maestría en el uso del lenguaje.
Aunque Romeo y Julieta fue efectivamente popular en su época, con el tiempo se ha convertido en uno de los clásicos más importantes de la cultura occidental. Además de las innumerables puestas en escena que ha tenido en todo el mundo, la obra de Shakespeare ha inspirado una gran cantidad de películas, libros, óperas, canciones y obras pictóricas, entre otros.