La luz y la oscuridad
La obra está plagada de imágenes asociadas con el contraste de la luz y la oscuridad, muy especialmente en el discurso de los enamorados que asocian la luz con el amor y la belleza, y la oscuridad con la noche como contexto propicio para el encuentro amoroso, en tanto oculta a la vez que revela a los amantes.
La sangre
Aunque no es tan frecuente como en otras tragedias de Shakespeare, la imagen de la sangre se asocia con la violencia, la muerte y con oscuros presagios. Esto se observa, por ejemplo, en el discurso del Príncipe al comienzo de la obra:
Súbditos rebeldes, enemigos de la paz
Profanadores de este acero teñido de sangre del vecino,
¿Es que no queréis oír? ¡Cómo! ¡Os hablo a vosotros, hombres, bestias!
Que apagáis el fuego de vuestra perniciosa furia
Con purpúreas fuentes que de vuestras venas brotan:
So pena de tortura, de esas manos ensangrentadas
Arrojad al suelo vuestras mal templadas armas,
Y oíd la sentencia de vuestro enfurecido príncipe (Acto I, Escena I, p.9).
Los astros
En diversos fragmentos del discurso de los enamorados, aparecen imágenes de los astros: Romeo compara a Julieta con el Sol en varias circunstancias, destacando su belleza y luminosidad, mientras que Julieta compara los ojos y el fulgor de las mejillas de Romeo con estrellas en el cielo. Aún más, Julieta le pedirá luego a la Noche que, cuando ella muera, lo tome y lo corte en estrellas pequeñas que harán más bella la faz del cielo.