Romeo Y Julieta

Romeo Y Julieta Resumen y Análisis de Romeo y Julieta - Acto IV

Resumen

Acto IV, Escena I

Paris visita a Fray Lorenzo en su celda para pedirle que lo case con Julieta el jueves siguiente. El fraile, que sabe que ella ya está casada con Romeo, intenta convencerlo de dilatar el asunto. Llega Julieta y, con la excusa de recibir su confesión, Fray Lorenzo le pide a Paris que los deje solos. Julieta le pide consejo al fraile, amenazando con suicidarse si él no tiene un remedio para su situación. El fraile elabora un plan: le dice a Julieta que se muestre arrepentida y dispuesta a casarse frente a su padre y el conde, y le da una pócima que la hará dormir durante cuarenta y dos horas, dando la impresión de que está muerta. Ella debe tomarla la noche del miércoles, para evitar el casamiento pactado para el jueves, y despertar después de su propio funeral. Romeo, a quien el fraile le haría conocer el plan a través de un enviado, iría finalmente a buscar a Julieta para llevarla a Mantua. Julieta acepta seguir el plan del fraile y se va.

Acto IV, Escena II

Julieta llega a su casa y se muestra arrepentida por su desobediencia frente a su padre. Capuleto, satisfecho y entusiasmado, ordena adelantar un día la boda, a pesar de los reclamos de su mujer, que insiste en la dificultad de preparar todo para la fiesta con tan poca anticipación.

Acto IV, Escena III

Julieta les pide a su madre y a su nodriza que la dejen sola, para poder tomar la pócima que le dio el fraile y no ser descubierta hasta la mañana siguiente. Antes de hacerlo, se muestra temerosa de que los planes salgan mal pero, a pesar de sus temores, toma el líquido y se desploma sobre la cama.

Acto IV, Escena IV

Esta es una breve escena en la que se ve a Capuleto, en plena madrugada, organizando el trabajo de los criados con el fin de tener todo listo para el casamiento por la mañana.

Acto IV, Escena V

Es la mañana. La nodriza entra a la habitación de Julieta y la encuentra aparentemente muerta. Luego llegan Lady Capuleto y Capuleto, para encontrarse con la misma situación. Entre lamentos reciben a Fray Lorenzo y al conde Paris, que llegaban para la boda. La nodriza, los Capuleto y el conde Paris alternan lamentos hasta que Fray Lorenzo llama a la calma y, tras comentar que Julieta está mejor en el cielo, ordena organizar el funeral. Todos salen y quedan los músicos en escena, que discuten y bromean entre ellos. El casamiento, de un momento para el otro, se trastocó en funeral.

Análisis

El cuarto acto abre con una escena en la que Julieta, en la celda de Fray Lorenzo, se vuelve a mostrar muy hábil en el uso de la ambigüedad y el doble sentido, esta vez con el conde Paris: "Os confesaré a vos que lo amo", le responde al conde cuando este le pide: "No neguéis al padre que me amáis" (p.104). Tras quedar a solas con el fraile, Julieta amenaza, como hiciera antes Romeo, con suicidarse si no puede evitar su casamiento con Paris. Fray Lorenzo, por su parte, pone paños fríos al drama e intenta calmarla mientras da muestras, nuevamente, de su optimismo: "Espera, hija. Vislumbro cierta esperanza" (p.105), afirma, antes de comunicarle su plan. Hay cierto grado de ironía en que el plan del fraile para evitar el suicidio de los amantes consista en simular el suicidio de ella, que se hará, a su vez, realidad.

La segunda escena de este acto introduce el primer elemento que enfatiza de manera contundente el carácter fortuito de los hechos que llevarán a los amantes a su trágico final, poniendo en evidencia un destino escrito, incontrolable e inevitable: feliz por el falso cambio de opinión de su hija respecto a su casamiento con Paris, Capuleto decide adelantar un día la boda. Este pequeño cambio, totalmente ajeno a las acciones y las voluntades de los protagonistas, será funesto para el plan del fraile.

La tercera y cuarta escena presentan un interesante contraste: al soliloquio de Julieta antes de beber la pócima de Fray Lorenzo le sigue el diálogo de su exultante padre con los sirvientes, organizando la boda. En el monólogo de Julieta destacan, en primer lugar, más negros presagios: "Siento un temor frío y opresivo que me estremece las venas" (p.110). Pero, además, aparece un nuevo elemento: el miedo a la locura y la muerte:

¿Y si es un veneno lo que el fraile

Astutamente me ha proporcionado para que muera (...)?

(...)

¡Ay, ay! ¿No es posible que pierda el juicio

Al despertar antes de tiempo, por los olores nauseabundos

Y los gritos semejantes a los de la mandrágora arrancada de la tierra,

Que vuelven locos a los mortales que los oyen? (p.110-111)

A esta solitaria y angustiante escena le sigue una atravesada por numerosas voces y llena de algarabía, dando cuenta de un fuerte contraste que, más allá de aliviar la tensión dramática, aporta un rasgo irónico y destaca la grieta generacional: la incomunicación entre los adultos que representan los mandatos sociales (entre los cuales ahora se incluye la nodriza) y la joven es tal que solo una puerta separa estas escenas diametralmente opuestas.

La quinta y última escena vuelve a la habitación de Julieta y lleva a la mayoría de los personajes que en la escena anterior irradiaban alegría, a encontrarse con el supuesto cadáver de la niña, para luego dejar en el escenario a los músicos y sirvientes para volver a bajar la tensión con un cierre cómico.

En definitiva, si observamos el cuarto Acto en su totalidad, encontramos un constante vaivén entre una fuertísima tensión dramática y un respiro trivial, sino cómico. Este acto es, si se quiere, el que más explota el carácter híbrido de una obra que, como dijimos, se inscribe sin dudas en la tragedia, pero no está exenta de elementos cómicos.