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¿Por qué podríamos decir que Romeo y Julieta es una tragedia de destino?
A diferencia de otras obras de Shakespeare, y de muchas tragedias clásicas, en las que el héroe es arrastrado a su destrucción por su propia hybris, en Romeo y Julieta lo que parece mover a los personajes hacia un final trágico es un destino ineludible y ajeno al control de los personajes. En otras palabras, no es un defecto o un error de uno o ambos protagonistas lo que causa sus muertes, sino que parece existir un destino ya escrito al que no les queda sino entregarse.
Esta idea ya aparece definida por el Coro en el Prólogo de la obra, cuando se anuncia que se va a representar la historia de "dos amantes bajos astros adversos"(Prólogo, p.3), y estará presente de manera constante en el discurso de los protagonistas: tanto Romeo como Julieta anuncian de forma constante negros presagios asociados a la muerte, como cuando Romeo le dice a su primo, antes incluso de conocer a su amada: "(...) presiento / Que algún efecto dependiente de los astros / Comience cruelmente a urdir su fatalidad" (Acto I, Escena IV, p.30). Aún más explícitamente, Romeo va a quejarse, tras matar a Teobaldo a pesar de haber intentado evitar el conflicto con él a toda costa: "¡Ay, soy el juguete de la fortuna! (Acto III, Escena I, p.74).
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Analiza la relación entre padres e hijos en Romeo y Julieta, y su implicación en el desarrollo de la trama.
Entre otras cuestiones, Romeo y Julieta da cuenta de una ruptura generacional, cuya más funesta consecuencia es que los jóvenes terminarán pagando con sus vidas la crisis ocasionada por la rivalidad entre sus padres.
Ya desde el comienzo de la obra, Romeo se muestra ajeno a los conflictos entre los Capuleto y los Montesco, mientras sus padres manifiestan su preocupación por su estado melancólico y ausente, reconociendo su incapacidad de comunicarse con él, razón por la que le encargan a su primo Benvolio averiguar la causa de su malestar. Es decir, se observa una clara falta de comunicación entre padres e hijo. En el caso de Julieta, la ruptura generacional es aún más evidente: mucho más cercana a su nodriza que a su madre, Julieta se va a oponer explícitamente al deseo de su padre cuando este le imponga casarse con Paris, lo que terminará, en el clímax de la obra, en un tenso cruce de insultos, amenazas y violencia física, graficando con gran dramatismo esta grieta entre una generación y la siguiente.
De más está decir que el amor mismo entre Romeo y Julieta, eje absoluto de la obra, subvierte en sí mismo todos los mandatos sociales, representados en las figuras de los adultos, constituyendo de alguna forma una provocación de hijos a padres. El amor entre los protagonistas implica el triunfo de los deseos individuales de los jóvenes sobre el deber para con sus padres. En este sentido, el romance que protagoniza esta tragedia representa, en buena medida, la conflictiva relación entre padres e hijos en la obra.
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Describe los personajes de Fray Lorenzo y la Nodriza. ¿Cómo son y qué funciones tienen en la obra?
Fray Lorenzo y la Nodriza son los principales ayudantes de Romeo y Julieta en el desarrollo de su relación. Mientras la Nodriza pierde esta función tras sugerirle a Julieta que se olvide de Romeo y se case con Paris, al final del tercer Acto, Fray Lorenzo la conservará hasta el final de la obra.
A pesar de cumplir una función dramática similar, Fray Lorenzo y la Nodriza son personajes muy diferentes. Mientras que la Nodriza tiene un perfil marcadamente cómico, aportando humor y distensión a una obra esencialmente trágica, Fray Lorenzo no solo es un personaje serio sino que, reconocido por todos como sabio y buen consejero, es una voz que aporta conocimiento y mesura a los otros personajes y también al público. De hecho, el soliloquio con el que el fraile abre la tercera Escena del segundo Acto ofrece una reflexión sobre la Cadena de la Creación, mediante la que se define el concepto armonioso del universo que los isabelinos profesaban. Según esta idea, el cosmos tiene un orden jerárquico en el que cada ser y cada cosa tiene su lugar, y todo tiene que estar en armonía para el buen funcionamiento del todo. Es el fraile quien explicita esta idea en la obra, y es con el propósito de devolver a Verona el orden social perdido a causa de la rivalidad entre los Montesco y los Capuleto que este personaje ayudará a los protagonistas a unirse en matrimonio. Este soliloquio constituye, si se quiere, una justificación teórica de su actuar en la obra.
Finalmente, y acorde a las características de uno y otra, Fray Lorenzo y la Nodriza pueden diferenciarse claramente por sus modos de hablar. Mientras la Nodriza se expresa en prosa, como el resto de la clase baja, es verborrágica, cómica y hasta obscena por momentos, Fray Lorenzo se expresa en verso y tiene un discurso grave y sentencioso.
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El personaje de Romeo cambia a lo largo de la obra. Describe en qué consisten estos cambios y qué los causa.
Romeo aparece en la obra como un joven solitario y melancólico que sufre por una joven a la que se refiere exclusivamente en términos trillados, apelando para ello a todos los lugares comunes del petrarquismo, ya de más conocidos en la Inglaterra isabelina. Es decir, Romeo se presenta como un joven enamoradizo que no conoce el verdadero amor.
Ya en su primer intercambio con Julieta veremos en él un cambio importante: cuando se refiera a ella, lo hará utilizando ingeniosas y originales imágenes religiosas, dejando por completo de lado ese lenguaje artificial que utilizaba para referirse a Rosalina. Esto da cuenta de que Romeo ha encontrado el verdadero amor, y eso lo llevará a otras transformaciones.
Habiendo asumido un rol pasivo, no solo en su relación con Rosalina sino también con sus amigos, por quienes parece casi dejarse llevar a la fiesta de los Capuleto, Romeo toma una actitud impulsiva, activa e independiente al separarse de sus amigos y adentrarse en la propiedad de los Capuleto, con todos los peligros que ello implica, para luego intercambiar votos de amor con su amada.
Otro cambio importante en Romeo puede observarse al comparar sus amenazas de suicidio en el Acto III con su efectivo suicidio al final de la obra. En el primer caso, su deseo de morir puede leerse como un cobarde intento de huir de la pena que le corresponde por haber matado a Teobaldo. Antes que una situación que no le permitiría compartir su vida con Julieta, afirma, prefiere la muerte. En este caso, tanto Fray Lorenzo como la Nodriza lo acusan de tomar una postura cobarde e irresponsable. En el Acto V, en cambio, Romeo no amenaza sino que toma la determinación de suicidarse porque cree que Julieta ha muerto, en solidaridad con ella. En este caso, además, toma una actitud proactiva, llevando adelante acciones específicas para poder morir junto a su amada. A diferencia del Romeo temeroso, cobarde y desesperado del tercer Acto, estamos al final de la obra frente a un Romeo decidido y envalentonado que enfrenta su muerte con determinación.
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¿Cómo podrías explicar el hecho de que la obra no termine con la trágica imagen de los amantes suicidados, sino con la presencia del Príncipe y los padres de los jóvenes?
La historia de amor entre Romeo y Julieta se presenta, desde el Prólogo de la obra, como aquella que, nacida en el contexto de una rivalidad entre sus familias, terminó con su trágico final esta contienda. Bajo la concepción isabelina del mundo como un orden armonioso y jerárquico en el que cada ser tiene un lugar específico, la muerte de estos jóvenes amantes debe ser comprendida como una tragedia necesaria para la restitución del orden social en Verona.
Así, el Príncipe determina en el cierre del último Acto: "¡El cielo halló la forma de destruir vuestra dicha con amor! / (...) Todos fuimos castigados" (Acto V, Escena III, p.38-39). De esta forma, el representante de la ley en Verona interpreta la muerte de los jóvenes amantes como un castigo divino por el desorden social generado por sus padres, y también por su propia indiferencia respecto al mismo. En la reconciliación entre Capuleto y Montesco que tiene lugar a continuación se confirma que la muerte prematura de sus hijos no fue en vano. El trágico final de Romeo y Julieta pone fin, entonces, a un caos generado por sus padres.
Este final protagonizado por los representantes del deber, en definitiva, refuerza la relevancia de la relación entre la historia de amor entre Romeo y Julieta y la rivalidad entre sus dos familias, que constituye una problemática ajena a nuestros protagonistas. De esta forma, cobra peso el tema del conflicto generacional (son los hijos quienes pagan por los pecados de sus padres) y el de la concepción isabelina del universo como un todo que, de verse comprometido en un lugar, se agrietará en otros niveles, a la espera de recuperar el orden.