Genero
Novela corta
Configuración y Contexto
Buenos Aires. Circa 1980-1990. Contexto posible: circulación de la enfermedad del SIDA.
Narrador y Punto de Vista
Narrador personaje en primera persona.
Tono y Estado de Ánimo
Por momentos, distante, cínico y algo frío. Por otros, resignado, romántico, sensible. Esta variación obedece al intento del narrador por tomar distancia emocional de lo que de otro modo sería intolerable.
Protagonista y Antagonista
Podría considerarse que el protagonista es el narrador-cuidador del Moridero, pero también podría considerarse como tal el conjunto o colectivo de los enfermos que van a morir al ex salón de belleza. Por otro lado, como antagonista encontramos tanto a la "peste" o enfermedad que parece referir al SIDA, como a la sociedad que está en contra de los enfermos debido a sus prácticas sexuales.
Conflicto Principal
El principal conflicto es el modo de lidiar con la muerte, como así también el avance progresivo de la enfermedad en el cuerpo del narrador, quien no sabe cómo será regentado el Moridero luego de su propia muerte. Además, en la superficie de la trama, el narrador hace hincapié en que de algún modo su conflicto es el no tener el tiempo suficiente para cuidar a sus peces y sus acuarios. Pero, debido a que los peces son una suerte de metáfora del resto de la sociedad, podemos observar que el conflicto real tiene que ver con el descuido social y estatal respecto de los enfermos que no tienen dónde recibir cuidados paliativos para realizar la transición hacia su muerte.
Climax
Llegando a la parte más intensa y degradante de su propia enfermedad, el narrador-cuidador se preocupa por el futuro del Moridero y siente que en cualquier momento ya no podrá hacerse cargo de los demás enfermos y que el sitio será tomado, en el peor de los casos, por las Hermanas de la Caridad, quienes, en lugar de acompañar a los enfermos en su tránsito de muerte, intentarán salvarlos, prolongando así su sufrimiento.
Presagio
El narrador se va imaginando de a poco cómo será regentado el lugar cuando él haya muerto, y teme por cómo morirán los huéspedes cuando el lugar esté en manos de otras personas. Se le ocurren ideas para paliar el conflicto principal que él está viviendo, que es el de abandonar el Moridero al morirse él: piensa, por ejemplo, en incendiar el lugar, o bien en inundarlo, o incluso en eliminar todo rastro de lo que fue el lugar en el último tiempo, dejando ya de recibir más huéspedes, para que no queden en manos de las Hermanas de la Caridad. De este modo, está presagiando su pronta y futura muerte.
Atenuación
Tal vez una forma de evadir el dolor que le produce cuidar de los enfermos terminales, el narrador toma distancia de estos y comienza a ver en ellos solamente cuerpos. Ya ni siquiera reconoce o recuerda las personas que le eran conocidas antes de contraer la enfermedad, como si en realidad hiciera un esfuerzo por intentar olvidarlas. A su vez, la mayor evasión que parece realizar, con tal de no reflexionar de lleno en las consecuencias de haber asumido esa responsabilidad, es la que ejecuta al ocuparse fervientemente de sus peces, renovándolos cuando mueren, cambiando el agua de las peceras, contemplando sus conductas, etc.
Alusiones
La alusión más destacada es al SIDA, enfermedad que no se nombra como tal en la breve narración, pero que se puede suponer, debido a las características de su evolución, como a los sujetos a los que ataca (recordemos que fue, durante la década en que posiblemente transcurre el relato, un virus asociado erróneamente a los varones homosexuales exclusivamente). Asimismo, si no se tratase del SIDA, la novela puede aludir igualmente a la indiferencia social ante cualquier peste y sobre todo ante la diferencia: aquellos que no son como la mayoría quedan segregados y hasta son comúnmente agredidos.
Imágenes
Una de las imágenes más fuertes de la narración es la de la muerte como un proceso que habría que aceptar como tal en lugar de intentar paliarlo -acto que solo conduce, según el narrador, a acrecentar el sufrimiento de las personas a través de una falsa esperanza de curación-.
Paradoja
Por un lado, el narrador alberga a compañeros heridos o enfermos, pero por el otro deja morir peces de menor jerarquía para poder conseguir otros de una mayor jerarquía. Así como critica este comportamiento en la sociedad, así parece replicarlo en sus peceras.
Paralelismo
El narrador realiza en un momento una comparación entre su propia situación ante la enfermedad y la de su madre cuando contrajo un tumor que la llevó a su muerte:
"Reconozco que ahora que viene por mí [la muerte], no sé qué va a ser de mí. Tal vez esta sensación fue la misma que tuvo mi madre cuando al fin, después de tantos años yendo a las consultas de los hospitales, le dijeron que tenía un tumor maligno. Me enteré cuando estaba trabajando en el norte. Mi madre me envió una carta que nunca contesté. Ahora que estoy en la misma situación, ni siquiera tengo a nadie a quien enviarle una miserable comunicación".
Metonimia y Sinecdoque
"Me sobresaltaron los fúnebres sonidos que venían del salón principal" (la vos de los enfermos aparece como una parte del todo que es cada uno de ellos).
Personificación
Los peces axolotes de los cuales habla el narrador en un momento determinado parecen tener algunas características propias de los humanos, como la de saber lo que pasa fuera del acuario, y calcular la ausencia del narrador para realizar lo que él llama una ‘carnicería’, al comerse a peces que se encuentran más débiles. Además, dice de ellos que ‘no toleran’ la presencia de piedras en el fondo de la pecera, que ‘no aceptan’ ni por un instante la presencia de otros peces, o bien que se les desató una ‘furia desenfrenada’. Es decir, utiliza verbos que son propios de intenciones humanas.
En otro momento, el narrador personifica a la muerte: “[...] aunque desde hace ya bastante tiempo la muerte crea tener en el salón la libertad de hacer lo que le venga en gana”.