El espectáculo de Soul Liberation
El recital de Soul Liberation, narrado en los capítulos iniciales, es un momento clave del periodo en que se conocen los padres de Kendi. Se trata de un evento espectacular y muy significativo, ya que la banda encarna la lucha antirracista en los años setenta. Kendi lo describe de manera muy bella, a través de imágenes auditivas y visuales potentes que integran los movimientos de los músicos y sus atuendos, la musicalidad y la intensidad de los sonidos, y también la experiencia del público. Primero leemos que
Soul Liberation se balanceaba sobre el escenario del estadio de la Universidad de Illinois, luciendo unos coloridos dashikis y unos afros que se alzaban como puños cerrados -un espectáculo increíble de ver para los once mil universitarios del público- (27).
Luego, se relata que
Soul Liberation inició su popular himno, “Power to the People”. Los cuerpos de los estudiantes negros que se habían colocado justo delante del escenario comenzaron a moverse casi al unísono con los sonidos de los retumbantes tambores y el pesado bajo que, junto con los aplausos sincopados, generaban el ritmo y el blues de un renacimiento sureño rural (29).
Finalmente,
La oleada de ritmo se expandió enseguida por los miles de cuerpos blancos del estadio. No tardaron mucho en ponerse de pie, balanceándose y cantando juntos el conmovedor cántico del poder negro (29).
El aspecto del padre y de la madre de Kendi
En el primer capítulo de Cómo ser antirracista se relata el modo en que se conocen los padres del autor. La narración se completa con descripciones de ambos, que ponen el énfasis en imágenes visuales para destacar características físicas propias de la negritud, como el cabello, la barba y la piel:
No pasó nada en su primer encuentro, pero Carol se fijó en Larry, un estudiante demasiado serio con un afro gigantesco y la cara escondida detrás de un bosque de vello facial, y Larry se fijó en Carol, una chica menuda de diecinueve años con pecas oscuras diseminadas por toda su tez de color caramelo (28).
Más adelante, se completa un poco más el perfil de la madre con otra combinación de imágenes visuales: “Empezó a llevar vestidos con estampados africanos y a envolver su creciente afro con lazos de motivos similares” (31).
El espectáculo de los Marching 100
En sus tiempos de estudiante universitario, Kendi participa como espectador de un partido de fútbol americano en la Universidad A&M de Florida. En el entretiempo, toca la banda, los Marching 100, que son completamente espectaculares y lo dejan extasiado. El evento se describe con detenimiento a través de una cadena de imágenes visuales, auditivas y táctiles. Primero presenta a los músicos
vestidos de invierno, con uniformes de pantalones gruesos y manga larga en colores naranja, verde y blanco, adornados con capas y sombreros altísimos, sentía calor viéndolos achicharrarse bajo el sol de Florida (145).
Luego describe los movimientos del espectáculo:
Las filas de músicos se unieron y bordearon todo el campo de fútbol americano. El rectángulo humano más grande que he visto jamás. De color naranja y verde. No oscuro y claro. Mis ojos se abrieron de par en par, asombrados con el tamaño de la serpiente de cascabel de la FAMU. En la zona más alejada, siete tambores mayores altos y delgados, a unos cinco metros de distancia, se acercaron poco a poco al centro del campo a medida que el locutor Joe Bullard gritaba sus nombres por encima de nuestros gritos (160).
Y de inmediato, completa: “La fila de tambores sonó. Los tambores mayores se sentaron y luego se pusieron de pie, sumergiendo a la banda en un movimiento de twerking. Twerk, twerk, twerk, twerk, twerk” (160). Finalmente, recuerda las sensaciones que esto provocó en los cuerpos del público, que conforma “el mayor coro del mundo”: “Las trompetas tocaron la atronadora melodía que presenta las películas de la Twentieth Century Fox, casi rompiéndonos los tímpanos” (ídem). Al finalizar el recital, la banda les “sacó un ensordecedor aplauso” (161).