Cómo ser antirracista

Cómo ser antirracista Citas y Análisis

Las ideas racistas provocan que la gente no blanca tenga un peor concepto de sí misma, algo que la hace más vulnerable a las ideas racistas.

Kendi, 19.

El autor hace hincapié en el modo en que las ideas influyen a las personas y generan peligros tanto sociales como individuales. Los prejuicios y los estereotipos que circulan socialmente impactan de manera sumamente negativa en las víctimas; en este caso, las víctimas del racismo: las personas no blancas. Las personas negras y las personas no blancas en general suelen tener baja autoestima, no confían en sí mismas, creen que no tienen aptitudes académicas, que no son inteligentes. Por eso, muchas personas negras piensan que no tiene sentido esforzarse en la escuela ni tener proyectos, o que nunca podrán cumplir con sus objetivos. La repetición sistemática e histórica de ideas racistas hace que incluso las víctimas de esa violencia internalicen el pensamiento racista: terminan por aceptar esas ideas como verdaderas y actúan en consecuencia con ellas.

Pero no existe la neutralidad en el conflicto del racismo. Lo contrario a “racista” no es “no racista”. Es “antirracista”.

Kendi, 23.

El libro de Kendi distingue varias posiciones posibles en torno a las diferencias raciales que, a su pesar, tienen un gran peso en la sociedad. Hay personas que para separarse de las posturas racistas, se identifican con el no racismo (postura pasiva y neutral), el post-racismo (postura que asume que los temas raciales ya han sido superados) o el daltonismo racial (la imposibilidad de identificar a las personas según su raza). Estas últimas afirman no ver la raza de los demás, o no darle importancia. Sin embargo, el autor asegura que es necesario reconocer la identidad racial (propia y ajena) porque es un aspecto demasiado determinante en la vida de las personas. Además, tal como enfatiza esta cita, es necesario ser antirracistas. Su libro es un manual que nos explica cómo lograrlo: ser antirracistas es luchar activamente contra el racismo, en todas sus manifestaciones, con la esperanza de crear un mundo más justo. Aquellos que se quedan callados o mantienen una posición neutral no luchan contra el racismo y, por lo tanto, son cómplices; su falta de acción ayuda a perpetuar el racismo y los daños sociales que provoca.

Mis padres provenían de familias pobres: una trabajaba en obras urbanas en el norte, la otra en campos rurales del sur. Ambos enmarcaron su paso de la pobreza a la clase media en la década de 1980 como un ascenso en la escalera de la educación y el trabajo duro.

Kendi, 43.

Al narrar sus memorias, Kendi también se remonta a las vidas de sus antepasados, nos cuenta sus orígenes incluso antes de su propio nacimiento. En ese recorrido, conocemos especialmente bien a sus padres, Larry y Carol. Ellos son presentados con cariño, respeto y agradecimiento, pero el autor no deja de tener una perspectiva crítica. Cuenta que han trabajado intensamente, que siempre han valorado la educación y que han criado a sus hijos de manera amorosa. Desde el comienzo, el autor crea sus perfiles como activistas comprometidos y, de hecho, se identifica con algunas líneas políticas atravesadas por sus padres. Sin embargo, también observa que, en sus circunstancias particulares y gracias a la retórica omnipresente, en la década de los ochenta, sobre la inferioridad de las personas negras, han internalizado ciertas ideas anti-negros, aunque no se ven a sí mismos como racistas jamás. Kendi nunca deja de recordar que ser negros en Estados Unidos no ha sido fácil para ellos y que han hecho grandes esfuerzos por ascender socialmente hasta la clase media. Pero resalta que se han preocupado por distinguirse de otras personas negras, como las madres solteras, los consumidores de drogas, los chicos que abandonaban la escuela, los trabajadores que solo ganan el salario mínimo y los criminales. Esta postura de diferenciación y autoexigencia no permite avanzar en la construcción del antirracismo. El autor reconoce que él mismo ha tenido ideas y posturas semejantes. Con esa honestidad, nos invita a todos los lectores a efectuar una autocrítica y tratar de identificar y desterrar nuestros propios racismos.

Uno de los daños del racismo es la forma en la que cae sobre la persona negra común y corriente, a quien le pide que sea extraordinaria solo para sobrevivir -y, aún peor, el fracasado negro se enfrenta al abismo después de un solo error, mientras que el fracasado blanco recibe segundas oportunidades y empatía-.

Kendi, 126.

Durante su infancia y su juventud, Kendi no es un muy buen estudiante y, en este libro, considera que eso tiene que ver con ideas racistas sobre las personas negras. Otros chicos negros pueden estar involucrados en las drogas, ser perezosos o irresponsables, tener hijos de manera muy temprana o meterse en cualquier tipo de problema, y él cree que esa es la regla general para todos los jóvenes negros, incluido él mismo. De joven, la internalización del racismo lo lleva a opinar que tienen esos comportamientos porque son negros, pero ahora sostiene que se trata de comportamientos humanos que se manifiestan en personas de todas las razas. En ese sentido, también observa que los chicos blancos que cometen errores, por más graves que sean, suelen tener segundas oportunidades, son tratados con comprensión y empatía. Por el contrario, los chicos negros son castigados con más severidad y señalados como ejemplos negativos que representan a toda la raza. Así, para sobrevivir, un chico negro común debe ser extraordinario: debe ser un excelente alumno, un hijo responsable, no puede meterse en problemas. Este es otro de los daños provocados por el racismo.

Pero es imposible conocer el racismo sin entender su intersección con el capitalismo.

Kendi, 205.

El análisis de Kendi se concentra en el antirracismo, pero lo hace integrando cuestiones relacionadas con la clase, el género y otras categorías sociales. En esta cita, puede leerse la importancia que tiene para el autor la reflexión sobre el sistema económico y sus relaciones con el racismo. En el capítulo titulado “Clase” asegura que no se puede ser antirracista sin ser anticapitalista y viceversa. En este mismo apartado, elabora una crítica al sistema económico capitalista, distinto, pero muy relacionado con las políticas racistas. El autor arremete contra los conservadores que defienden el capitalismo y los trata de hipócritas. Ellos dicen que defienden la libertad, pero sus políticas arruinan el ambiente, las vidas de las personas, los códigos éticos y más. Asegura que son hombres blancos los que concentran la mayor parte de la riqueza mundial y, a su vez, afirma que las personas blancas comunes (es decir ni ricas ni poderosas) no se benefician realmente del capitalismo. Por último, elige hablar de anticapitalismo y no de socialismo o comunismo, porque estos últimos no son necesariamente antirracistas.

Estoy eternamente agradecido de que el discurso negro de los estudiantes de posgrado estuviera gobernado por feministas negras queer en lugar de por hombres negros homófobos y patriarcales. Ellas fueron mis primeros referentes de feminismo negro, de antirracismo queer, de feminismo antirracista.

Kendi, 259.

Como se ha mencionado, el análisis de Kendi es interseccional, es decir que piensa las cuestiones raciales en permanente conexión con temas de clase, género y otros elementos socioculturales. Gracias a diversas personas que conoce en la universidad, va identificando y luego desarmando su propio machismo y su homofobia. Se reconoce como un hombre negro heterosexual y cisgénero, y así entiende que individualmente ha sufrido el racismo, pero comprende que las mujeres negras y las personas queer negras se ven afectadas también por otras violencias entretejidas al racismo. El interseccionalismo explica que la identidad está formada por múltiples elementos identitarios que conviven en una misma persona. También sirve para entender cómo se entrecruzan, por ejemplo, el sexismo con el racismo y otras formas de opresión. Cabe destacar, con respecto a la cita, que el autor (también narrador y protagonista) les agradece a sus colegas. Este es un modo de incorporar su biografía en el libro y también un modo de reconocer el trabajo de estas mujeres. Así, da cuenta de que su proceso de aprendizaje no solo ha sido individual, sino que tiene una dimensión colectiva muy importante: es gracias al encuentro con otras personas y otras ideas que puede ir enfrentándose a sí mismo para avanzar. Al exponer estas experiencias y agradecimientos, el autor nos da un ejemplo de lo que podríamos hacer nosotros mismos, los lectores, para construirnos como antirracistas.

¿Qué pasa si el interés económico, político o cultural impulsa a los legisladores racistas, no la inmoralidad odiosa, no la ignorancia?

Kendi, 266.

Kendi observa que la idea de que la sociedad y las políticas son racistas por ignorancia o inocencia es errada. Muchos creen que solo es necesario explicar mejor los efectos del racismo o aportar mejores ejemplos para corregir los comportamientos y creencias racistas y erradicarlos de la sociedad. Sin embargo, como indaga en esta cita, es más factible asumir que los responsables de la creación y el sostenimiento de políticas racistas sí sepan lo que están haciendo, que sí sean conscientes de los daños que provocan. Solo que no les importa, su interés es sostener el supremacismo blanco y su propio poder. Además, es poco probable que las personas comunes que también detentan ideas y actitudes racistas se deshagan de ellas solo por ver cómo impactan en las vidas de las personas no blancas (negras, indígenas, y otras). La única manera de cambiar la situación es a través de la creación de políticas antirracistas.

Existe un vínculo similar entre el sesgo implícito y el post-racialismo. Se unen en la idea de que las ideas racistas están enterradas en la mente. Debido a que son implícitas e inconscientes, dice un sesgo implícito. Porque están muertas, dice el post-racialismo.

Kendi, 286.

En la retórica estadounidense del siglo XXI son muy frecuentes los conceptos de "sesgo implícito" y de lo "post-racial". La mayoría cree que son comprensibles y en gran medida positivos. Sin embargo, ambas nociones son defectuosas según Kendi. El sesgo implícito sugiere que las personas están social y culturalmente programadas para ser racistas. Esto implica que no son verdaderamente responsables por sus acciones o discursos racistas y por lo tanto es más difícil que se hagan cargo de cambiar y de construirse como personas antirracistas. El post-racismo propone que hemos avanzado, superamos los problemas raciales y vivimos en una sociedad que se organiza más allá de la raza, sin que la raza de una persona afecte sus condiciones de vida. Para muchos, el inicio de la era post-racista es el gobierno de Barack Obama, primer y único presidente negro de los Estados Unidos. Las personas que defienden el post-racialismo consideran que hablar de raza es atrasado, que no se corresponde con el presente de la sociedad. Para el autor de Cómo ser antirracista, por el contrario, la raza -aunque no tenga un sustento científico- es una categoría social que impacta mucho en la vida de las personas y, por lo tanto, debe seguir siendo considerada, señalada, analizada, nombrada. El post-racismo puede llevar al borramiento de las identidades no blancas.

Empecé a hacerme preguntas a mí mismo. ¿Qué estoy haciendo para cambiar la política? ¿Cómo puedo instar realmente a la gente a centrarse en cambiar la política si yo no me estoy centrando en cambiar la política? Una vez más, tuve que enfrentarme a una idea preciada y abandonarla.

Kendi, 296.

Kendi es un hombre académico, trabaja como profesor e investigador y es célebre, sobre todo, por los libros que escribe. Sin embargo, Cómo ser antirracista no sigue algunas reglas básicas de la escritura académica, ya que aprovecha mucho la biografía del autor, se distancia de la objetividad científica, comparte sus recuerdos, opiniones y emociones y, sobre todo, expone el modo en que se cuestiona a sí mismo. El autor cree que es imposible escribir un libro sobre el antirracismo, que procura cambiar las políticas racistas, sin cambiar sus propias posturas, actitudes y perspectivas. Así, también se sale de lo estrictamente académico porque, además de pensar, pretende actuar. Por eso se pregunta qué puede hacer en concreto para cambiar las políticas que critica en su análisis, sin abandonar su carrera académica. Uno de los modos de entrelazar el ejercicio intelectual-académico con el activismo político es la creación de institutos de investigación antirracistas, como el que ha fundado en la American University y la Boston University.

Lo que me da esperanza es una simple perogrullada. En cuanto perdemos la esperanza, el fracaso está garantizado. Pero si ignoramos la probabilidad y luchamos por crear un mundo antirracista, entonces le damos a la humanidad la oportunidad de sobrevivir algún día, una oportunidad de vivir en comunión, una oportunidad de ser libres para siempre.

Kendi, 306.

Estas son las palabras finales de la obra. Kendi da cierre a su libro con un comentario esperanzador, necesario para cualquier proyecto político. Sin embargo, no es excesivamente optimista ni promete soluciones simples y rápidas para superar el racismo endémico. Sostiene que hay esperanza, de todos modos, porque sin ella no tiene sentido luchar. Las cosas han cambiado y continuarán cambiando. Las personas pueden ser mejores. El racismo no es natural, ni permanente ni necesario para que los Estados Unidos continúen progresando. Es posible arrancar las políticas racistas de raíz y crear una sociedad diferente.

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