Carrie le dice a su madre que está diciendo sus oraciones, cuando en realidad está entrenando su poder, considerado por Mrs. White como diabólico (Ironía verbal)
Ante la pregunta por sus oraciones, Carrie responde “Las estoy diciendo” (p.88). El narrador enfatiza la ironía de Carrie focalizándose en ella, “Sí, claro que las estaba diciendo” (p.88), dice, y pasa a describir cómo la cama de la joven sonriente se eleva casi cinco centímetros del suelo.
Sue Snell siente culpa de haber hostigado a Carrie por ser diferente a ella pero, para expiar culpas, solo puede concebir la idea de convertir a Carrie en sí misma (Ironía situacional)
Resulta irónico que la única salida que Sue encuentra para disculparse con Carrie por haberse burlado de ella sea suprimir lo que hace que Carrie sea como es y disfrazarla por una noche de ella misma. Podría agregarse que, de tener éxito, en lugar de aprender a no burlarse y enmendar su error, Sue simplemente lograría borrar en Carrie lo que ella considera motivo de burla.
Cuando Carrie parece finalmente haber logrado ser aceptada en la preparatoria, recibe un baldazo de sangre en la cabeza que no necesariamente la tenía a ella como destinataria y se desata la tragedia (Ironía situacional)
Cuando Chris Snell planea en principio su venganza por no poder asistir al baile, no necesariamente es Carrie la víctima de su broma pesada. El hecho de que Carrie haya ganado tan solo por un voto refuerza el hecho de que resulta irónico, en el nivel de la trama, que justamente las cosas podrían no haber resultado de ese modo.
Sue Snell planea salvar a Carrie de su humillación, pero solo logra colocarla en el foco de la venganza de Chris (Ironía situacional).
Sin saberlo, Sue logra que Carrie se encuentre en el lugar y el momento exactos para recibir sobre su cabeza un balde de sangre de cerdo. Resulta irónico que esto suceda cuando ella se propuso un resultado diametralmente opuesto, que involucraba la felicidad de Carrie.