Resumen
Carrie comienza con una noticia del Enterprise de Westover, Maine, del 19 de agosto de 1966. Se titula “Lluvia de piedras en Chamberlain”, y relata los sucesos acaecidos dos días antes cuando, en la calle Carlin, con un cielo despejado, una lluvia de piedras azotó la vivienda de Mrs. Margaret White y su hija, Carietta.
Luego de la noticia, la novela comienza a relatar el día en que “esa cerda de la White había vuelto a recibir una buena” (P.10). Se da a entender, casi inmediatamente, que Carrie es hostigada en la escuela desde la infancia. La novela interrumpe el relato para introducir, por ejemplo, una inscripción tallada en un banco de la escuela que reza “Carrie White come mierda” (p.10). Esta irrupción de otros tipos textuales, muchas veces fragmentarios, sucederá a lo largo de todo el texto.
Lo que Carrie recibe aquel día de mayo de 1979, trece años después de la lluvia de piedras sobre su casa, es un nuevo hostigamiento, esta vez de redoblada crueldad. En las duchas, luego de jugar al vóley en clase de gimnasia con sus compañeras de curso, tiene su primera menstruación. Carrie no entiende bien qué le está sucediendo, se paraliza al ver la sangre y no sabe qué hacer; cree que está lastimada. Esto es motivo de burlas, que se van acrecentando en la medida en que Carrie no puede salir de su shock nervioso. Con Chris Hargensen a la cabeza, la joven más popular en el colegio, todas comienzan a tirarle compresas, tampones y papel higiénico, al grito de “que lo tape, que lo tape, que lo tape” (p.15).
Cuando la profesora de educación física, Miss Desjardin, entra al vestuario, las jóvenes se disgregan y encuentra a Carrie en un ataque de histeria. Emplea, para hacerla reaccionar, “la táctica normal en los casos de histeria (...): una vigorosa bofetada en la cara” (p.18). Sin embargo, inmediatamente la carcome la culpa por haber sido tan agresiva cuando, al continuar aterrorizada Carrie, se da cuenta de que se trata de su primera menstruación y que la niña no tiene absolutamente la menor idea de lo que le está sucediendo a su cuerpo, y cree que se está desangrando. A pesar de que la profesora piensa internamente que Carrie es “una bolsa de grasa, gorda y quejumbrosa” (p.18), le enseña a colocarse una compresa y la lleva a la oficina del director para obtener un permiso para retirarse del colegio.
La escena del abuso en las duchas se encuentra en el texto interrumpida por fragmentos de un texto en particular, que va a hacerse presente a lo largo de toda esta primera parte y en momentos de la segunda. Publicado en una prensa universitaria, se titula Explosión en las sombras: hechos comprobados y conclusiones específicas obtenidas del caso Carietta White, y habla de la falta de fenómenos concretos de telequinesia en la infancia de Carrie. Más adelante, nos iremos encontrando con este mismo recurso algunas veces más; fragmentos de libros que reúnen testimonios sobre Carrie u opiniones profesionales con respecto a la joven complementan el relato principal y que nos dan la pauta, poco a poco, de que algo realmente importante ha sucedido con Carrie en la ciudad de Chamberlain.
“Las rosas son rojas, el cielo es azul, el azúcar es dulce, pero Carrie White come mierda” (p.29), dice una inscripción tallada en un banco de la secundaria Chamberlain. Luego de calmarse un poco, Carrie se retira, con el permiso del subdirector Morton, y camina a casa. “Ojalá fuera hoy” (p.30), piensa con respecto al juicio final. Desea que Jesús aparezca con dos rocas en las manos “para aplastar las risas y las burlas” (p.30). Se cruza en su camino Tommy Erbter, un niño de cinco años, en su bicicleta, y le grita: “¡Hola, santurrona cara de caca!” (p.32). Carrie le lanza una mirada feroz. La bicicleta de Tommy tambalea y se precipita al suelo.
Ella sigue su camino, con el llanto del niño detrás, hasta que se da cuenta de que su mente hizo algo con el niño y la bicicleta; “su mente se había… se había… buscó la palabra. Su mente se había doblado” (p.32). Recuerda con nitidez, por vez primera, el día de la caída de piedras de hielo sobre su casa. Hasta ahora, nunca había podido recordarlo bien. Recién en esta especie de “pubertad mental” (p.34) que despierta la menstruación es que recuerda exactamente cómo fueron los acontecimientos aquel día.
Análisis
Stephen King escribe Carrie en la primera mitad de los años 70, y se trata de su primera novela. La dedicatoria a su mujer, también escritora y editora, Tabitha King, no solo se debe al vínculo amoroso y literario que los une y que se mantiene hasta la fecha, sino al hecho concreto de que Tabitha impulsó a King a escribirla y publicarla y, sobre todo, rescató el manuscrito de las primeras páginas de la basura. El escritor no estaba conforme con la primera escena, la del abuso en las duchas. En una entrevista que da a la revista Playboy en el año 1980, cuenta que se inspiró para escribir esa escena mientras trabajaba limpiando el vestuario de niñas en sus días de conserje de escuela. Pero con el correr de los días no podía conmoverse emocionalmente con la escena, y la tiró a la basura. Tabitha fue quien la encontró y le pidió por favor a King que continuara, que quería saber qué iba a pasar con la chica telequinética que era acosada por su primera menstruación.
Es importante pensar en qué significa, para un autor de relatos de horror como era, y pretendía ser, King, no conmoverse con su personaje. Volveremos sobre esta idea y el concepto de “presión fóbica” que utiliza él para hablar del horror que le interesa. Pero cabe aclarar, desde un principio, que los relatos de Stephen King se caracterizan por abordar temas mucho más terrenales y prosaicos que otros exponentes del género como Lovecraft o Bram Stoker. Hay en sus libros automóviles con voluntad propia, telepatía, alucinaciones y cierta hechicería oscura, pero siempre dentro de algunos límites y, sobre todo, siempre se presenta lo terrorífico en relación con los miedos más familiares del ser humano: la soledad, el aislamiento, la paranoia, la ansiedad, la depresión, la hipocondría, la obsesión, el delirio místico, el abuso sexual, la violencia doméstica, la represión o el miedo a la muerte son temas que en sus novelas se llevan a un límite por momentos difícil de soportar.
La locación, entonces, proviene de este trabajo que King realizaba en sus primeros años de adultez como conserje en una preparatoria. Dice en su libro Mientras escribo: "Una vez, en la lavandería, me acordé del vestuario y empecé a visualizar la escena inicial de un relato: un grupo de niñas duchándose (...), y una de ellas que empieza a tener la regla. Lo malo es que no sabe qué es, y las demás (asqueadas, horrorizadas, divertidas) empiezan a tirarle compresas" (2019: p.83).
El personaje de Carrie, según él, se inspira en dos mujeres que conoció en su infancia, y a quienes se refiere, también en Mientras escribo, como Dodie y Sondra. A Dodie King la recuerda como una compañera de escuela a quien acosaban constantemente por usar cada día la misma ropa, y por ser muy tímida y retraída. Por otra parte, Sondra también era una joven, hija de madre soltera, acosada por su extraña vestimenta y personalidad, y porque sufría eventualmente de convulsiones. Una vez, King ayudó a la madre de Sondra a mover unos muebles y quedó fascinado por el crucifijo realista, enorme, que adornaba la sala.
La construcción de Carrie como personaje remite a estos recuerdos pero, también, a la infinidad de jóvenes acosadas en la preparatoria por su estilo o personalidad fuera de los parámetros hegemónicos de cada época, que terminan constituyendo un arquetipo social muy reconocible en la cultura norteamericana. Como bien dijimos, King se ocupa del horror prosaico, el que acecha en cada situación de presión cotidiana. En Danza macabra, King dice: “A este segundo nivel, la obra de horror no puede ser otra cosa; alcanza el nivel de arte simplemente porque está buscando algo más allá del arte, algo que precede al arte. Está buscando lo que yo llamo los puntos de presión fóbica” (2006). El acoso escolar parece ser uno de estos puntos claves; “a veces, estos puntos de presión, estas terminales del miedo, están tan profundamente enterrados y a la vez tan vivos que podríamos topar con uno como si de un pozo artesiano se tratara… ” (2006).
El acoso escolar es entonces el primer tema crucial de Carrie y, a su vez, una de las fuentes desde donde emana el horror. Luego de la reproducción de la noticia acerca de la lluvia de piedras sobre la casa de las White en 1966, la novela inicia con Carrie teniendo su primera menstruación a los 16 años, en las duchas de la preparatoria, en 1979. Unos párrafos antes de la escena propiamente dicha, se nos anticipa que el hostigamiento hacia Carrie no es un evento aislado, sino una práctica: “esto se había estado gestando desde entonces, gestándose en forma lenta e inmutable, según todas las leyes que gobiernan la naturaleza humana, gestándose con la exacta regularidad de una reacción en cadena que se acerca a la masa crítica” (p.10). Y, dicho esto, agrega el narrador: “Lo que nadie sabía, desde luego, era que Carrie White tenía poderes telequinéticos” (p.10).
Por ende, llegamos a la escena de violencia en las duchas con la información de que Carrie tiene poderes mentales, es hostigada con frecuencia y que en su casa, cuando tenía tres años, llovieron piedras enormes en un día soleado. El hecho de que Carrie tenga poderes telequinéticos es quizá el último bastión de esperanza, para ella y para el lector, ante la brutalidad de sus compañeras. Pero estos poderes, hasta el momento del abuso, se habían mantenido ocultos inclusive para Carrie misma: “Los médicos y psicólogos que han escrito sobre este tema están de acuerdo con que esta tardía y traumática iniciación del ciclo menstrual puede muy bien haber sido el elemento desencadenante de su capacidad latente” (p.17), versa el fragmento de Explosión en las sombras, un texto apócrifo sobre el caso de Carrie escrito por especialistas en telequinesia. Este texto interrumpe por momentos no solamente la escena de las duchas sino la novela entera, tal como lo hacen, según comentábamos anteriormente, fragmentos de otros textos alusivos a Carrie. El narrador da a entender, de este modo anticipado y fragmentario, que algo realmente importante para la sociedad ha ocurrido con la adolescente, algo que se irá desenvolviendo poco a poco en la novela.
Las jóvenes que hostigan a Carrie en las duchas no tienen claro, en principio, que ella nada sabe sobre la menstruación y lo que le está pasando a su cuerpo. Simplemente, al verla paralizada, comienzan a gritarle, “Re-gla” (p.13) o “que lo tape, que lo tape, que lo tape” (p.15), y a arrojarle finalmente compresas y tampones, elementos que Carrie desconoce. “¡Estás sangrando mamarracho estúpido!” (p.14), le grita Sue Snell, una de las chicas más queridas y populares de la preparatoria. La profesora Miss Desjardin tampoco comprende bien, en principio, lo que sucede. El narrador deja en claro que a la docente también le desagrada Carrie, pero se apiada de ella a medida que toma conciencia de lo que está pasando. El mundo adulto parece no poder contener este tipo de situaciones: la respuesta ante la supuesta histeria de Carrie por parte de Miss Desjardin es la violencia física. Algo similar sucede en el vestuario más adelante con la principal instigadora, Chris Hargensen. Volveremos sobre el rol de los adultos en el acoso escolar y la construcción de un paradigma de violencia y competencia.
La novela se estructura a partir de dos modos de narración diferenciados. El primero es variado y comprende extractos de periódicos, trabajos académicos, reproducciones de pintadas en los bancos de la escuela, audiencias de comités y autobiografías de sobrevivientes, la última de las cuales data de 1988. Como vimos más arriba, lo primero que el lector tiene frente a sí cuando abre el libro es una noticia de un periódico. Los fragmentos insertos como este exploran desde diferentes ángulos las causas que llevaron a Carrie a destruir la ciudad y asesinar a tantas personas. La otra forma de narración, que podríamos identificar como la forma dominante, es brindada por un narrador omnisciente que informa de los acontecimientos con aparente objetividad. Ocasionalmente, entre paréntesis, interrumpen la narración los pensamientos directos de algunos personajes en un estilo de flujo de la conciencia. Esta narración lineal se centra en los acontecimientos que se relatan a partir del hostigamiento a Carrie en las duchas y el despertar de sus poderes.