El hablador se publica por primera vez en España en octubre de 1987, por la editorial Seix Barral. Dos años más tarde, Helen Lane la traduce al inglés. En 1989 recibe en Italia el premio Scanno. En el momento de su publicación, la novela tiene menos repercusión entre críticos y lectores que las obras anteriores del autor. Además, a diferencia de otras novelas de él, su segunda edición tarda 21 años en aparecer. Según algunos críticos, esta aparente falta de atención pudo deberse a la “ambigüedad ideológica” que muestra la novela respecto del tema de los indígenas, y al tono de inseguridad que adopta su narrador, en contraste con el característico tono aseverativo y convincente de los narradores de las novelas del autor (González Ortega, 2014:35).
Esta obra puede ubicarse dentro de la tercera etapa de producción del autor, junto con otras como La guerra del fin del mundo (1981), Historia de Mayta (1984) y ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986). Esta etapa se caracteriza por la exploración de nuevos modelos narrativos y por incluir elementos metaliterarios (Vaculíková, 2016:8-9). Esto último quiere decir que, dentro de la ficción, el autor indaga acerca de los procedimientos mismos de la ficción, o relata la gestación de su obra.
En esta novela hay muchos elementos autobiográficos combinados con elementos imaginarios. Vargas Llosa explica en una entrevista: “Es una historia que aparentemente es un testimonio personal, una especie de memoria, de confidencia. Digo aparentemente, porque, aunque hablo en primera persona en buena parte del libro y cuento episodios de mi propia biografía, he introducido también muchos elementos imaginarios, muchos elementos de fantasía” (Citado en Vaculíková, 2016:9). Entre los elementos autobiográficos de la novela se encuentran los estudios del narrador en la Universidad San Marcos, en Lima, en la década del cincuenta; sus viajes a la selva peruana en 1958 y 1981, y su programa de televisión La Torre de Babel, en 1981. En cuanto al contexto histórico de la publicación de la novela, ese año Mario Vargas Llosa es candidato en las elecciones presidenciales de Perú.
Esta novela posee algunos rasgos que la vinculan con el reporte etnográfico. González Ortega la caracteriza como un “relato de vocación etnográfica” (2014:36), porque comparte intereses comunes con la etnología, el estudio de etnias y pueblos llamados primitivos en oposición a los clásicos y a las sociedades civilizadas occidentales. Además, este autor muestra cómo Vargas Llosa emplea métodos de la etnografía para su creación literaria, como la recopilación, evaluación y estructuración de datos, y cómo adopta en ella una perspectiva antropológica. Por ejemplo, en esta novela podemos ver el “estado de la cuestión” en que se halla el estudio de la sociedad machiguenga en el momento de su escritura, en cuanto a asuntos concernientes a su folklore, su lengua, su organización, su sistema de parentesco, sus mitos, sus símbolos, etc. La presencia de estos datos hace que, por momentos, la novela comparta características con el reporte etnográfico.