El hombre de arena

El hombre de arena Metáforas y Símiles

“Oscuros presentimientos de un destino amenazador y terrible se extienden sobre mí como negras sombras de nubes, que ningún amable rayo de sol es capaz de atravesar” (Nathanael, p.17) (Símil)

En los primeros párrafos del cuento, Nathanael le transmite de este modo a Lothar el temor que siente por su porvenir, al que augura terrible. Bajo el símil de las nubes refuerza una asociación, muy difundida en el sentido común occidental, entre el mal y la fatalidad, por un lado, y la oscuridad y el color negro, por el otro. El sol, en la imagen utilizada, debe comprenderse como lo contrario a las negras nubes; es la luz de la vida, el bien y la felicidad. De este modo, los presentimientos llevan a Nathanael a no poder apreciar las cosas buenas de la vida.

“La idea de separarme de tí, de no volverte a ver, me atravesó el pecho como una ardiente puñalada…” (Clara, p.27) (Símil)

Clara recibe, por equivocación, una carta de Nathanael que estaba destinada a Lothar. Por ella se entera del miedo de su amado ahora que cree que Coppelius ha vuelto a buscarlo, bajo la investidura de Coppola, para acabar con su vida. Aunque luego Clara toma distancia del temor de su prometido, en un principio empatiza con él y describe de este modo la sensación que le produce su historia. El símil presenta al miedo bajo la figura de una puñalada mortal que la hiere en el corazón, lo que refuerza el amor de Clara, al sugerir que no podría vivir en caso de perder a Nathanael.

“Nathanael se marchó con todo un cielo resplandeciente y claro en su pecho” (Narrador, p.46) (Metáfora)

Desde el momento en que Nathanael observa a Olimpia a través del catalejo que le compra a Coppola, se enamora perdidamente de ella. Por eso le entusiasma profundamente la invitación que recibe de Spalanzani para asistir a una fiesta en su casa, donde presentará públicamente a su hija. Durante la velada, el amor de Nathanael no hace más que acrecentarse en los sucesivos bailes que tiene con Olimpia. Luego, Spalanzani lo anima a seguir visitando a la joven, y el narrador transmite con este pasaje la dicha que colma al protagonista. La metáfora del cielo en su pecho refuerza la idea de una felicidad inconmensurable y pura en el corazón, órgano asociado al amor.

“La locura se apoderó del joven con ardientes garras y penetró en su interior destrozándole sentido y pensamientos” (Narrador, p.50) (Metáfora)

Los símiles, las metáforas e imágenes de Hoffmann son especialmente sugerentes en esta historia cuando describen ataques de locura. Este pasaje transmite la repentina locura que domina a Nathanael cuando Coppola desarma como un muñeco a su amada Olimpia. En ese momento, el pobre joven ve “cómo un par de ojos sangrientos lo miran fijamente desde el suelo” (50). Son los ojos de su amada, que revelan su existencia como autómata. La locura que lo domina en ese momento se expresa metafóricamente como una bestia salvaje que destruye su mente por completo.

“La historia de la autómata había echado hondas raíces en su alma y, en efecto, inspiraba una despreciable desconfianza contra las figuras humanas” (Narrador, p.51) (Metáfora)

Cuando los hipócritas círculos sociales de Spalanzani se enteran de que Olimpia es, en realidad, un autómata, sus reglas de etiqueta se transforman por completo. Comportamientos que antes hubieran sido considerados de mal gusto en las mujeres, como opinar en demasía o bostezar cuando un hombre está hablando, luego se convierten en pruebas de humanidad. Este pasaje transmite, mediante la metáfora de las ‘hondas raíces’, el fuerte impacto que tiene la noticia, que, como un árbol, extiende sus poderosas raíces en los conocidos de Spalanzani.

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