“Creo que hasta ahora me ha visto como aquella antigua emperatriz que se desnudaba ante su esclavo por no considerarlo un hombre” (Símil, p.14)
Alexéi se refiere constantemente a su relación con Polina como una relación de ama y esclavo. Por eso, cuando dice que Polina se dirige a él de forma familiar y abierta, la compara con una emperatriz que no siente pudor frente a un sirviente deshumanizado, al que no considera un hombre.
“La conciencia de que soy un cero para usted, es decir, ante sus ojos, está tan arraigada en mí que usted podría incluso aceptar mi dinero” (Metáfora, p.40)
En un acto de humillación voluntaria, Alexéi afirma que se siente "un cero", es decir, un número sin valor, frente a Polina, y por eso ella debería aceptar, sin temor de herir su orgullo, lo que él le ofreciera. Vale la pena notar, sin embargo, que en el juego de la ruleta el cero es también un número importante: aunque la probabilidad de que salga es baja, quien ha apostado por el cero puede ganar 35 veces lo jugado. Tal vez, de esta forma, Alexéi le sugiere a Polina que debería depositar su confianza en él, porque saldría beneficiada.
“Así debía suceder: una vez que una persona como ella toma ese camino, se desliza como de un monte nevado en trineo, cada vez más y más rápido” (Metáfora y símil, p.132)
Luego de utilizar la metáfora del camino para referirse a una serie de acciones, Alexéi usa la imagen de un trineo que se desliza por una pendiente nevada para describir el modo en que la abuela se pierde a sí misma en la vorágine de la ruleta, apostando sin parar, cada vez más obsesionada por ganar y recuperar lo perdido. La caída del trineo representa el desenlace inevitable, la pérdida de todo lo que la abuela apuesta hasta agotar todo su dinero.
“Tuve por un momento una impresión de esperanza pasajera, parecida, quizás, a la impresión que debió haber experimentado Madame Blanchard cuando, en París, volaba en su globo de aire contra la tierra” (Símil, p.150)
Alexéi compara su obsesión por seguir apostando mientras pierde en la ruleta con lo que le sucedió a Maire Blanchard, esposa de uno de los primeros constructores de globos aerostáticos, que murió a causa de un incendio en el globo producido por los fuegos artificiales que ella misma había lanzado. Es así como Alexéi se refiere a la esperanza de ganar cuando la pérdida es inevitable. Y si bien gana después de esa apuesta, en el final termina como todo adicto al juego, en la completa ruina.
“La vida se partía en dos, pero desde el día de ayer ya me había acostumbrado a apostar todo a una carta” (Metáfora, p.167)
Aquí aparece otro uso del juego como metáfora, en el momento en que Alexéi decide repentinamente que acompañará a Mademoiselle Blanche a París, cuando antes se rió de aquella idea sugerida por Mr. Astley. Se refiere a esa decisión como una apuesta arriesgada que supone, para él, un cambio brusco de planes, y también irracional, porque no se condice con su rechazo al modo en que actúa Blanche y a ese mundillo frívolo y mercantil que encontrará en París. Pero esta forma de decidirse sí se corresponde con su mentalidad de jugador, de quien se anima a apostar todo lo que ha ganado en una sola jugada.