El jugador

El jugador Resumen y Análisis Capítulos 15-17

Resumen

Capítulo 15

Después de poner todo el dinero en la mesa, Alexéi le dice a Polina que ha ganado 200 mil francos. Luego empieza a pasearse en la habitación, mirando el montón de billetes y paquetes de oro y reflexionando. Polina no dice nada.

Pasados unos minutos, Alexéi le ofrece a Polina 50 mil francos para que se los arroje en la cara a De Grieux. Polina empieza a reír y le dice que ella no acepta dinero gratis. Alexéi le dice que él se lo ofrece como amigo, y ella le responde que “la amante de De Griuex no vale cincuenta mil francos” (p.158). Acto seguido, Polina empieza a tener un ataque de nervios: llora y ríe al mismo tiempo, pone sus manos sobre el pecho de Alexéi, lo abraza, le pregunta si la ama y también le dice que lo odia y que no lo ama más que a De Grieux.

Alexéi, que se siente afiebrado, no sabe qué responder y tampoco entiende del todo lo que le dice Polina entre risas y llantos. En un momento, ella habla de Mr. Astley y hasta le asegura que el inglés la está esperando bajo la ventana. De repente, Polina besa y abraza a Alexéi, que ya no piensa ni oye nada. A la mañana siguiente, Polina se levanta, lo mira con odio y le dice que ahora le dé sus 50 mil francos. Alexéi se los da, pero ella se los arroja en la cara y sale corriendo de la habitación.

Alexéi reflexiona que Polina, en ese momento, no está en sus cabales. En realidad, creo que hace un mes que ella está enferma. Piensa que a Polina la vanidad no le permitió confiar en él, y que ahora ella piensa que Alexéi, como De Grieux, quiso librarse de ella regalándole 50 mil francos. Alexéi esconde el dinero bajo la cama y sale a buscar a Polina, que salió hacia donde se hospeda Mr. Astley. En el hotel se empieza a hablar de que la señorita rusa pasó la noche en la habitación de Alexéi, y también se rumorea que el general se ha vuelto loco.

Alexéi llega al hotel de Mr. Astley, que lo recibe en el corredor. El inglés le dice que Polina está con él y que se encuentra enferma. Agrega que el día anterior él mandó con una pariente suya, pero que, como ella no estaba bien, se dirigió en cambio a la habitación de Alexéi. También le cuenta que llamó al doctor y le advierte que, si ella muere, Alexéi tendrá que rendirle cuentas de su muerte. Además, le dice que se vaya pronto a París, porque “todos los rusos que tienen dinero van a París” (p.164). Alexéi le dice que él ama a Polina y que Mr. Astley lo sabe, pero este responde que está persuadido de que no la ama.

Alexéi se va, riéndose de la idea de que se irá a París. Piensa que Polina le da pena, pero también confiesa que, desde el momento en que entró al casino la noche anterior, su amor por ella “había retrocedido como a un segundo plano” (p.146). Al llegar al hotel recibe el llamado de Mademoiselle Blanche, que lo invita a pasar a su habitación. Ella lo atiende en el dormitorio, recién salida de la cama y apenas cubierta con una camisa de batista que resalta sus hombros y su piel bronceada. Coqueteando con él, Blanche le pide a Alexéi que la ayude a vestirse, mientras lo invita a irse con ella a París a cambio de 50 mil francos. Le dice que allí, con el dinero que Alexéi ha ganado, vivirán dos meses en los que ella le hará ver las estrellas en pleno día.

De regreso a su habitación, Alexéi se siente mareado. Piensa que no tiene la culpa de que Polina no haya aceptado su dinero. En eso llega el ober-kellner, que lo invita a mudarse a una habitación más cara, pero Alexéi resuelve en ese momento que se irá a París con Mademoiselle Blanche. Arriba del tren, Blanche se ríe y le dice que él será feliz y que, cuando se les termine el dinero, él vendrá de nuevo a Ruletenburgo para ganar en la ruleta. Alexéi le pregunta por el general y Blanche responde que lo mandó a buscar unas flores raras, y que a su regreso ella ya se habrá ido. Luego le asegura que el general irá volando detrás de ellos.

Capítulo 16

Alexéi cuenta que estuvo en París casi un mes, durante el cual gastó todo el dinero que había ganado. Tuvo 100 mil francos a su disposición y el resto se los dio a Blanche. Ella usó el dinero para arreglar su departamento, comprar un carruaje y caballos y dar dos bailes. También se usó el dinero para una boda: la de Blanche y el general.

Blanche se sorprende de la actitud de Alexéi: creía que él le reprocharía cada centavo gastado, pero él no se enoja. Por el contrario, quiere que el dinero se acabe para irse cuanto antes. Ella, al principio, lo trata con desprecio, como si fuera su sirviente, pero al ver que Alexéi no le reprocha nada, empieza a tratarlo con más cariño, aunque el joven no llega a ver las “estrellas” que ella le prometió.

El general apareció a la semana de que ellos se establecieran en París. Hasta ese momento estuvo como loco y divagando. Al ver a Blanche, el general empezó a sentirse mejor, si bien conservaba signos de su enfermedad, como no poder razonar o mantener una conversación seria. Para sorpresa del general, Blanche lo recibió con los brazos abiertos y es la única que puede animarlo. El general no sospecha de la relación de Alexéi y Blanche, y lo trata a aquel como antes, como si fuera su jefe. A pesar de sentirse extasiado por la presencia de Blanche, a veces parece triste, como si extrañara a alguien o le faltara algo.

Llegan noticias de que la abuela está en verdad enferma y que, a pesar de sus amenazas, posiblemente el general herede algo. Blanche decide reanudar su sueño de ser generala, tener un castillo, sirvientes y mucho dinero. Por la boda, Alexéi se entera de que Mademoiselle Blanche no es de Comignes, sino du-Placet. Después del casamiento, Alexéi y Blanche se separan. Para sorpresa de Alexéi, Blanche le da 2 mil francos, aunque le dice que no le da más porque con seguridad los va a perder. Lo invita a visitarla si gana de nuevo en la ruleta y lo despide. Alexéi se instala en un pueblito a la espera de ver a Mr. Astley, que pasará por allí. Después irá a otro pueblo alemán, Homburg, donde hay casas de juego.

Capítulo 17

Alexéi cuenta que hace un año y ocho meses que no mira sus apuntes, y comienza a relatar qué sucedió en ese tiempo. Dice que, en retrospectiva, antes se encontraba mucho mejor, porque ahora está acabado.

Estuvo un tiempo en Homburg, también en Ruletenburgo y en otros pueblos alemanes a los que iba a jugar. Por un tiempo fue lacayo de un consejero y hasta estuvo en la cárcel por una deuda, de donde salió gracias a la ayuda de un anónimo, tal vez Polina o Mr. Astley, que pagó su deuda. Alexéi afirma que juega, no para ganar dinero, sino para que la gente se asombre de él y lo elogie. Si gana, sigue jugando; si pierde, busca a algún ruso que necesite un maestro o vuelve a trabajar de lacayo.

Alexéi encuentra a Mr. Astley de casualidad caminando por los jardines de Homburg. Le pregunta si él o Polina lo rescataron de la cárcel, y aunque Mr. Astley dice saber todo sobre él, incluso el porqué de su paso por la cárcel, le asegura que ni él ni Polina saldaron su deuda. Mr. Astley se sorprende de ver que su amigo conserva su independencia de espíritu y alegría, y le pregunta si no piensa dejar el juego. Lo examina y le dice que es un hombre que ha renunciado a la vida, a sus intereses sociales y personales, y hasta a sus propios recuerdos. Alexéi le asegura que cuando mejore sus circunstancias “[resucitará] de los muertos” (p.186), pero Mr. Astley le contesta que nada cambiará, y que Alexéi se encontrará en el mismo lugar en el que está dentro de diez años.

Alexéi le pregunta dónde está Polina. Mr. Astley le responde que está en Suiza, pero le pide que no le pregunte por ella: “Usted nunca la conoció y considero que el nombre de ella en sus labios es una ofensa para mi sentido moral” (p.187). De todos modos, para terminar con el asunto, Mr. Astley le cuenta que Polina estuvo enferma por un tiempo, que vivió con la madre y la hermana de él en Inglaterra y que hace medio año la abuela, Antonida Vasílevna, murió y le dejó dinero. También le informa que sus hermanos, los hijos del general, estudian en Londres, y que el general murió hace un mes en París. Blanche se quedó con lo que el general había heredado de la abuela.

Alexéi quiere saber si De Grieux estuvo también de viaje por Suiza, y Mr. Astley le contesta que no sabe dónde está, y le vuelve a prevenir de hacer “tales comentarios y asociaciones innobles” (p.187), porque si no se las tendrá que ver con él. Alexéi le pide perdón, pero se defiende arguyendo que asociar a una señorita rusa con un francés es algo común, porque los franceses han heredado las formas elegantes de la nobleza que atrae a las señoritas rusas, y que por más que sean ruines o frívolos por dentro, no es fácil para estas mujeres con poca experiencia reconocer “la belleza del alma” (p.189) de una persona. Por eso Polina necesitó mucho tiempo para preferir a Mr. Astley –los ingleses son, para Alexéi, “torpes e inelegantes” (p.189)– antes que a De Grieux.

Con voz temblorosa, Mr. Astley le contesta que lo que dice es una vil mentira, y le revela que fue a Homburg por encargo de Polina, que quería saber todo de él, porque ella lo amaba. Mr. Astley le puede revelar eso ahora porque Alexéi “ya está acabado” (p.190) y porque, si Polina todavía lo amara, él se quedaría igual en donde está. Entonces Mr. Astley le da diez Luises de oro y le dice que, si pudiera estar seguro de que Alexéi dejaría el juego y regresaría a Rusia para recomenzar su vida, le daría mucho más dinero. Pero sabe que, para Alexéi, “mil libras o diez Luises de oro son […] en el presente momento exactamente lo mismo” (p.190), porque con seguridad los perderá. Alexéi toma el dinero, se abrazan y Mr. Astley se va.

Alexéi reflexiona y afirma que lo principal ahora es ir a Suiza, y que partirá lo antes posible. Pero, para mostrarle a Polina que todavía es un hombre, tiene que jugar, aunque sea una sola vez, con cálculo y paciencia, para en una hora “cambiar todo el destino” (p.192). Cierra sus apuntes exclamando que “mañana termina todo” (p.192).

Análisis

En esta última parte, conocemos con más profundidad no solo la personalidad de Alexéi, que sucumbe finalmente a su adicción al juego, sino también la de Polina, la del general, la de Blanche e incluso la del inmutable Mr. Astley. Es interesante notar que, en el tema Rusia vs. Occidente, los personajes encarnan tipos nacionales.

Los rusos –Alexéi, Polina y el general– son más apasionados que racionales y desprecian el dinero: Alexéi gana para derrochar y se obsesiona con la ruleta, el general se vuelve loco por Blanche y gasta más de lo que debería por las deudas que tiene, Polina rechaza el dinero de Alexéi y se enferma por las manipulaciones de sus intereses amorosos. El motivo de la enfermedad, como algo que afecta al general, a Polina y al propio Alexéi –quien, cuando está con Polina en su habitación dice sentirse afiebrado y, con anterioridad, se excusó de su comportamiento con el barón diciendo que no se hallaba bien–, se vuelve una dominante para los personajes rusos, que se encuentran en estado de crisis permanente.

Los franceses, en cambio, se presentan como personajes frívolos y calculadores que seducen y convencen con su apariencia. Blanche atrae a Alexéi con sus encantos y consigue que este se vaya con ella a París, donde aquel sufre el encuentro con “obtusos comerciantes enriquecidos” y con “lamentables escritorzuelos y periodistas insignificantes que se aparecían en fracs a la moda”, en un ambiente que describe como “el medio más burgués, más mercantil, en el que se medía y contaba cada [moneda]” (p.170). El descubrimiento de que el verdadero nombre de Blanche no es Comignes, sino du-Placet, también refuerza esta idea de que los franceses engañan para obtener lo que quieren, de lo que está convencido Alexéi, como lo demuestra su charla con Mr. Astley, en la que asegura que los franceses, con su apariencia elegante, embaucan fácilmente a las confiadas señoritas rusas.

No obstante, los personajes de la novela también tienen características particulares que los hacen destacar más como individuos singulares que como tipos nacionales. El general habla siempre con frases inacabadas, se muestra frágil y perdidamente enamorado; Blanche revela un costado más humano y empático cuando decide ser más amable con Alexéi; Polina, que parece orgullosa y distante, en un momento es presa de un ataque de nervios que revela su costado más errático y apasionado. Polina, en particular, parece víctima de las especulaciones de De Grieux y de Alexéi, y decide –aunque no podríamos asegurar que lo hace de forma consciente, porque parece no estar en sus cabales– arruinarse a sí misma al pasar la noche con Alexéi, manchando así su reputación.

Por su porte extremadamente correcto, Mr. Astley parece ser el único personaje desinteresado de la novela, que solo se preocupa por el bienestar de los demás. Encarna al tipo del gentleman inglés que, aunque para Alexéi sea torpe o inelegante (p.189), sabe preservar las formas que mantienen el orden social. En sus charlas con Alexéi, Mr. Astley se planta firme en su decisión de no darle permiso a su amigo de preguntar y hacer suposiciones que deshonran a Polina y a su familia. Alexéi parece aceptar los límites que le impone Mr. Astley, tal vez porque respeta su irreprochable moral, que se diferencia de la moralina de De Grieux o del modo en que quieren conservar las apariencias el general y Blanche. Sin embargo, el final nos revela a un Mr. Astley un poco más apasionado, que habla “con la voz temblorosa y los ojos brillantes” (p.190) cuando le revela a Alexéi que Polina lo amaba; un Mr. Astley que quizás anhela tener el amor de Polina.

Más allá de estos rasgos particulares y de las características que comparten por nacionalidad, todos los personajes de la novela –con excepción, quizás, de Mr. Astley– se ven atravesados por la obsesión. Cada uno tiene su obsesión particular: Alexéi y la abuela, por el juego; De Grieux y Blanche, por hacerse ricos; el general y Polina, por salvar sus deudas; Alexéi y el general, por el amor de Polina y de Blanche, respectivamente. La obsesión es un tema que se expresa con más fuerza en la adicción al juego de Alexéi, que pasa de jugar para que Polina lo vea con otros ojos, a que la ruleta se convierta en una obsesión en sí misma. Si bien Alexéi es el jugador al que hace referencia el título de la novela, todos los personajes actúan, de algún modo, como jugadores, que apuestan y especulan sobre el objeto de su obsesión.

“¿Acaso soy en efecto un jugador, acaso, en efecto…amaba a Polina de una forma tan rara?” (p.164). En el capítulo 15, Alexéi vuelve a pensarse a sí mismo como jugador y lo contrasta con su amor a Polina. El descubrimiento de que ella lo ama tal vez sorprenda al lector que confía en Alexéi como narrador, pero él se presenta como un hombre que duda de sus propios pensamientos y sentimientos, lo que nos sugiere que quizás su vínculo de ama y esclavo no era tal. Él confiesa que, mientras apuesta, su amor por Polina pasa a un segundo plano, y aunque en el final asegura que irá a buscarla a Suiza, su obsesión por seguir jugando nos hace sospechar que Alexéi seguirá atrapado por el círculo vicioso de la ruleta, apostando hasta perder no solo el dinero, sino todo lo que importa en la vida. Esto le dice Mr. Astley, que actúa como la voz de su conciencia: "Usted se ha anquilosado –observó–, no solo ha renunciado a la vida, a sus intereses sociales y a los propios, al deber del ciudadano y del hombre, a sus amigos (y, sin embargo, los tenía), no sólo ha renunciado a todo objetivo excepto la ganancia, ha renunciado incluso a sus propios recuerdos" (p.186).

No obstante, tal vez el objetivo de Alexéi Ivánovich no sea la ganancia, porque él reconoce que es un “derrochador” (p.183), dado que la plata que obtiene, la gasta. Alexéi sostiene que quiere ganar para que aquellos que lo subestiman y lo minimizan, “todos esos Heintze [quien lo contrató de lacayo], todos los ober-kellneres, todas las magníficas damas de Baden, todos ellos hablaran de [él], contaran [su] historia, se asombraran de [él], [lo] elogiaran y se inclinaran ante [su] nueva ganancia”. Además, se imagina que podría encontrarse con Polina y que ella podría ver que él “estaba por encima de todos los absurdos golpes del destino…” (p.182). Podemos contrastar este anhelo de Alexéi con las críticas al orden social que realiza a lo largo de toda la novela. Ya desde el inicio vemos una tensión en el personaje, entre su desprecio de las formas que preservan las jerarquías sociales y su deseo de ser admirado y respetado. En rigor, lo que a él lo frustra no es tanto el orden social, sino su baja posición en ese orden, lo que devela la hipocresía interna de este personaje psicológicamente complejo.

Alexéi juega porque cree que así saldrá de su condición inferior en el orden social obteniendo admiración, pero la ruleta no logra torcer su destino, sino destruirlo. Esta es su tragedia como jugador: la de apostar por una convicción que le hace perder todo. En una situación paralela, Blanche y Mr. Astley le dan dinero a Alexéi pero ambos le dicen que no le darán más porque, con seguridad, lo perderá. El tiempo transcurrido entre esos dos momentos, ese año y ocho meses en los que Alexéi vive jugando a la ruleta, solo confirma la convicción de estos dos personajes. De esta manera, El jugador no solo otorga una mirada penetrante sobre la situación de la nobleza rusa en decadencia y de la frivolidad de la burguesía y el capitalismo europeo de mediados del siglo XIX, también ofrece un retrato crudo de la ludopatía como enfermedad que anquilosa al individuo.

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