El jugador

El jugador Resumen y Análisis Capítulos 4-7

Resumen

Capítulo 4

Alexéi acepta jugar los 160 Federicos de oro de Polina a cambio de que ella le diga cuánto dinero necesita y por qué. A la mañana siguiente vuelve a la mesa de juego y, mientras observa a los que hacen cálculos para adivinar qué números saldrán, resuelve que aquellos pierden igual que los que juegan sin método, aunque presiente que existe una especie de orden extraño en la salida de los números. Apuesta hasta ganar cerca de 400 Federicos de oro en menos de cinco minutos pero, en vez de retirarse, le nace la necesidad de retar al destino y sigue jugando. Finalmente, pierde todo.

En el almuerzo habla con los franceses. Mademoiselle Blanche lo ha visto jugar y lo trata ahora con más deferencia. De Grieux le pregunta si el dinero que perdió era suyo, como sospechando de Polina, pero Alexéi le responde que sí. Polina, que está presente, no lo contradice. El francés le dice entonces que debería ser más prudente, y agrega que los rusos juegan mucho, pero que no saben jugar. Alexéi opina que “la ruleta solo está creada para los rusos” (p.34), porque estos no son capaces de adquirir capitales y, de tenerlos, los dilapidan, pero como necesitan el dinero les gusta ganarlo con rapidez y sin esfuerzo, como en la ruleta.

El general reprime sus palabras diciendo que no debería expresarse de ese modo sobre su patria, pero Alexéi responde que esa forma de ganar dinero a la rusa es más digna que la forma alemana de acumular dinero por medio del trabajo honrado. A continuación, repone una típica situación de familia alemana en la que todos le deben obediencia al vater (padre), y que deben romperse el lomo trabajando con el solo propósito de ahorrar, hasta que llegue el momento de pasarle el dinero al primogénito, mientras a las hijas se les priva del dote y a los hijos menores se los esclaviza o se los vende al ejército. Y todo esto se hace, asegura Alexéi, en nombre de la honradez, y cuando el hijo mayor, después de mucha espera y esfuerzo, se convierte él mismo en vater, el ciclo vuelve a comenzar. Por eso, Alexéi dice que prefiere enriquecerse en la ruleta a someterse a ese estilo de vida.

Cuando termina su discurso, el general le dice que no sabe si hay mucha verdad en todo eso; el francés parece desatento, como si no hubiera escuchado nada de lo que Alexéi dijo; y Polina tiene la apariencia de no haber escuchado nada de lo que se dijo en la mesa.

Capítulo 5

Después de almorzar, Alexéi y Polina salen juntos a pasear con los niños. Alexéi le pregunta por qué De Grieux no sale con ella a ninguna parte, y si notó que parecía estar de malas con el general, a lo que Polina responde que el marqués es un canalla y le confirma que el general tiene una hipoteca con él de toda la propiedad, y que, si la abuela no muere, De Grieux pasará a tener posesión de todo. Alexéi agrega que, de ser así, es obvio que Mademoiselle Blache, que solo aceptó casarse por dinero, abandonaría rápidamente al enamorado general.

Polina le pregunta por qué está tan alegre después de haber perdido todo su dinero. Alexéi le vuelve a decir que no puede jugar para otros pero que está seguro de que, si jugase para sí mismo, ganaría, y que en ese caso podría prestarle a Polina lo que necesite. A la pregunta de para qué necesita el dinero, ella responde que pidió plata prestada y que le gustaría devolverla. Confiesa que estaba segura de que ganaría, aunque no sabía bien por qué, a lo que Alexéi le responde que también está persuadido de que saldrá victorioso, porque es su “única salida” (p.41).

Polina empieza a irritarse con las preguntas de Alexéi, y este le dice que, como es su esclavo, ella no puede ofenderse por sus preguntas. Ella le dice que su “teoría del esclavo’” (p.42) es una ridiculez, y después le pide que le diga para qué quiere él el dinero. Alexéi le dice que cree que de tener plata se convertiría en otra persona a los ojos de ella, y que dejaría de ser su esclavo, aunque le dé placer serlo. Entonces se pone a describir cómo él siente que, ante ella, pierde toda forma y dignidad, y que por eso se anima a hablar sin rodeos. Le dice que no sabe por qué la ama y que ni siquiera sabe si es hermosa, que a veces le dan ganas de apalearla y de estrangularla, y que algún día la matará, aunque de hacerlo él también tendrá que matarse.

Polina le contesta diciendo que todo lo que él dice le parece una charlatanería estúpida, pero después le pregunta a Alexéi si sería capaz de matar a un hombre si ella se lo pidiera. Alexéi le pregunta a quién querría matar, pero al no conseguir la respuesta deseada, le dice que sí, que lo haría, sin estar seguro si la pregunta es en broma o en serio. Polina se ríe y lo reta a que se acerque a una señora que está allí paseando con su esposo, el barón Wurmenheim, y que le diga algo para ofenderla. Alexéi, irritado, se dirige a la baronesa para cumplir con el pedido.

Capítulo 6

Alexéi Ivánovich cuenta que pasaron dos días desde aquel episodio, que ha producido “revuelo, desorden, estupidez y bajeza” (p.49), y que no logra explicarse lo que le pasó. A veces siente que le falla la cabeza.

Al momento de acercarse a la baronesa, Alexéi se quita el sombrero y le dice en francés que se considera su esclavo. El barón, desconcertado y enfurecido, le dice en alemán que se vaya, pero Alexéi le dice Jawhol (“en efecto”, en alemán) y permanece parado, mirándolo, sonriente. Entonces el barón le pregunta si está loco, y Alexéi responde con la misma palabra. Ante esta reacción, barón y baronesa salen apresurados. Cuando vuelve con Polina, esta evita hablar con Alexéi y se apresura para regresar con los niños al hotel.

A la noche, Alexéi va a ver al general a su escritorio. En la reunión está presente el marqués De Grieux. Después de escuchar el relato de Alexéi de lo que sucedió, como si su ofensa no hubiera sido nada grave, el general le dice que el barón, al enterarse de que Alexéi pertenecía a su casa, le pidió explicaciones en el casino y casi lo reta a duelo. Luego le cuenta que se disculpó por él y que le aseguró al barón que Alexéi dejaría de pertenecer a su casa. El general le da el dinero que le debe a Alexéi y le dice que ya no cubrirá sus gastos en el hotel.

Alexéi le dice al general que hizo mal en hacerse cargo ante el barón de lo que él hizo. “No soy un hijo de sangre, no estoy bajo su tutela, y usted no puede responder por mis actos” (p.55). También asegura que le pedirá al barón una explicación de por qué se dirigió a otra persona como si él no fuera “una persona jurídicamente competente” (p.57). El general, ante la perspectiva de que Alexéi se tome el atrevimiento de dirigirse al barón, se desespera y le ruega que no lo haga, y le dice que estará dispuesto a tomarlo de nuevo cando los otros se vayan de allí. Alexéi solo le responde, mientras se retira, que no se preocupe, y que todo saldrá bien. Él no quiere hacer enojar al general, pero quiere comprometer a Polina.

Capítulo 7

Alexéi decide quedarse en el hotel e ir a visitar a Mr. Astley, pero antes de salir llega a su habitación De Grieux, que viene a hablar con él en nombre del general. Alexéi le pregunta sin rodeos cuál es su relación con la familia para actuar así de intermediario, a lo que De Grieux responde esquivamente, diciendo que lo unen al general ciertos negocios y circunstancias especiales. Luego le dice que viene a pedirle que abandone sus intenciones de ir a hablar con el barón y que, mientras permanezcan allí, el general le pagará su sueldo hasta poder tomarlo de vuelta en su casa.

Alexéi le explica que se siente ofendido porque el general y el barón han decidido su suerte por él, y que si bien entiende la diferencia en la posición social y que no puede exigir una satisfacción –es decir, un reto a duelo– sí se siente en el derecho de pedir disculpas. Pero, a su vez, como el general ha resuelto despedirlo, sabe que todo el mundo creerá que le pedirá perdón al barón para recuperar su trabajo. Por lo tanto, se encuentra obligado a pedirle al barón que le pida perdón primero a él por ofenderlo, para que luego él pueda ofrecer sus disculpas.

De Grieux empieza a preocuparse y le pide que tenga en cuenta que estos escándalos podrían afectar la posibilidad de que el general se casara con Mademoiselle Blanche, y le dice que confía en que Alexéi sabrá cuidar las apariencias. Alexéi, en cambio, sostiene que sus acciones no podrán afectar este arreglo porque él no pertenece a la casa del general y que él ha perdido su empleo, justamente, por las apariencias. También le cuenta su plan de pedirle a Mr. Astley, que al ser primo de un barón se halla en una mejor posición social, que sea su intermediario en todo el asunto.

Viendo que Alexéi no está dispuesto a ceder, y que parece tener “el poder de armar un escándalo” (p.64), De Grieux le entrega una carta de Polina, en la que le pide que se detenga, recordándole que él prometió obedecerla. Alexéi se pone pálido y empieza a temblar, y le dice al francés que le transmita a Polina que puede quedarse tranquila. Se da cuenta de que el marqués tenía órdenes de entregar esta carta solo si no lograba convencerlo. Después de que De Grieux se retira, Alexéi se pone a pensar en la influencia que ejerce el francés sobre Polina.

Análisis

El capítulo 4 continúa con el tema del juego, la suerte y el destino. Es evidente que para Alexéi no sirve de nada tratar de apostar siguiendo algún método de cálculo, porque la suerte no se rige bajo ninguna lógica racional. Sin embargo, él es llevado a jugar hasta perderlo todo por una sensación extraña, la sensación de que el juego le permitirá torcer su destino, cambiar su situación de profesor pobre no respetado. Es una sensación tan fuerte para él que se convierte en una convicción, por más ridículo que parezca a los ojos de los otros.

Esta forma de relacionarse con el juego, según la perspectiva del protagonista, se vincula con el modo de ser de los rusos, quienes confían más en el golpe de suerte que en obtener riqueza trabajando duro y ahorrando. Esta idea se refuerza en el hecho de que Polina también sienta, como Alexéi, que la ruleta es su única opción, y por eso ambos, que son rusos, están convencidos de que tienen que ganar, aunque la suerte les demuestre lo contrario. En este punto, el tema del juego se cruza con la oposición entre Rusia y Occidente, porque Alexéi se atreve a decir, frente al general y los franceses, que preferiría enriquecerse en la ruleta a someterse a “la forma alemana de acumular [dinero] por medio del trabajo honrado” (p.34). Según su perspectiva, los parámetros de moralidad del mundo occidental someten a las personas a un estilo de vida de puro esfuerzo y sacrificio con el solo objetivo de acumular capitales y de seguir las órdenes del padre de familia para que la recompensa la obtengan las generaciones venideras. Por eso, él prefiere ser “un libertino a la rusa” (p.36), y ser él quien disfruta y hace uso del dinero ganado.

El capítulo 5 se concentra de nuevo en el tema de la relación de amor y odio entre Alexéi y Polina. La “teoría del esclavo”, como la llama Polina, supone que Alexéi considera un hecho que él se encuentra sometido a su amada, y que esa posición de inferioridad le da permiso a preguntarle y decirle cosas que, estando en otra condición, no se atrevería a decir. La ironía consiste en que Alexéi cree que, por ser esclavo de Polina, ella no puede ofenderse de lo que él le diga porque él no importa, lo que le da cierto derecho a decirle cosas como que sería capaz de matarla. También admite que, cuando habla con Polina, “[pierde] toda forma” (p.44), es decir, se olvida de seguir los modales de la decencia y el decoro pretendidos por el orden social.

Su vínculo tiene para Alexéi algo de masoquismo, porque él, al dirigirse a Polina de ese modo, logra que ella se irrite y lo mire con enfado, lo que a Alexéi le da placer. Incluso Alexéi llega a pensar que ella lo mira enojada a propósito porque sabe que a él le gusta, pero cuando le transmite a Polina estos pensamientos, ella le responde: “¡Qué porquería!” (p.45). Debemos sospechar, en este sentido, hasta qué punto Polina acepta de modo consensuado está dinámica violenta que Alexéi le propone.

Sin embargo, ella decide ponerlo a prueba pidiéndole que ofenda a la baronesa y al barón Wurmenheim. Al principio, Alexéi duda porque no sabe si Polina se lo pide en serio o si se trata de una broma. En el tema de las formas y el orden social está la pregunta de hasta qué punto las bromas, las “chiquilinadas” (p.65) –como las llama Polina en su carta–, pueden convertirse en algo más serio y producir un escándalo. Alexéi realiza la broma siguiendo las órdenes de Polina, pero también lo hace como un acto de libertad, porque, así como él acepta libremente ser esclavo de Polina, también busca la humillación voluntaria como medio de escapar a ese orden social que lo somete a una condición de inferioridad.

Los capítulos 6 y 7 tratan sobre el enfrentamiento con el barón y sus inmediatas consecuencias. Es evidente que Alexéi quiere demostrar a través de este conflicto que es capaz de generar caos, e incluso cuando dice estar ofendido, su narración nos hace sospechar que solo pretende estarlo para perturbar su entorno. Resulta irónico para el orden de la nobleza en el que se mueve Alexéi que un simple profesor espere que un barón, alguien superior en la jerarquía social, le pida disculpas, cuando además fue él quien inició con su atrevimiento la ofensa. Sin embargo, vemos que Alexéi trata de imponer su propia lógica para evitar que se lo trate como a un sirviente que no puede hacerse cargo de sus actos. Así le dice al general: “Tengo veinticinco años, soy aspirante a la universidad, soy noble, soy un completo extraño para usted. Solo el infinito respeto que tengo por su dignidad me impide exigirle ahora una satisfacción y más explicaciones por haberse arrogado el derecho de responder por mí” (p.55).

El enfrentamiento con el barón también puede pensarse dentro del tema Rusia vs. Occidente. Cuando De Grieux va a hablar con Alexéi, este se da cuenta de que el francés pretende ser amable con él solo por mandato, porque está buscando que abandone su intención de continuar con el escándalo. Alexéi, por el contrario, busca escaparle a la cortesía, quiere ser directo, expresar su opinión, lo que en el mundo regido por los valores de occidente también significa un escándalo. En este punto, los franceses y el barón prusiano, e incluso el general –como un emigrado ruso que quiere adaptarse a sus pares europeos– representan esas apariencias del mundo occidental que Alexéi cuestiona, ese “formalismo de oficina que se ha establecido como forma de amabilidad de salón, desenvoltura y alegría” (p.60). De esta manera, el episodio también se relaciona con el tema de la crítica a la moralidad como moralina, es decir, como moralidad superficial o falsa.

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