Resumen
Capítulo 1
El narrador en primera persona de El jugador es Alexéi Ivánovich, un outchitel contratado por el general Zagorianski para cuidar y educar a los niños de la familia. En el inicio del relato, Alexéi cuenta que se ha reencontrado con el general y su familia en el hotel de Ruletenburgo, después de dos semanas de ausencia, en las que había ido a París a empeñar unas joyas. El general lo trata con altanería y después le pide que no lleve a Misha y a Nadia cerca del casino, porque cree que Alexéi es capaz de jugar mientras cuida a los niños.
En el almuerzo, Alexéi se encuentra con el general y los otros miembros del grupo: María Filípovna (la hermana del general), Polina Alexándrova (su hijastra), Mademoiselle Blanche, de quien el general está enamorado, y un francés al que llaman conde y también marqués, que se cree primo de Mademoiselle Blanche y que, más adelante, será reconocido como De Grieux. Alexéi conoce a este francés que ha estado en Rusia y que lo trata al maestro como si fuera un “pajarito insignificante” (pp.5-6). En la mesa está también Mr. Astley, un inglés al que Alexéi ha conocido en Prusia.
Alexéi llega al almuerzo sin invitación, aprovechando que el general se olvidó de dar órdenes de enviarlo a almorzar en el table d’hôte. Irritado y con ganas de pelearse con el francés, Alexéi resuelve ser insolente e interrumpe la conversación para contar la anécdota de aquella vez que quiso escupir en el café de un Monsignor. Cuenta entonces que, estando en París, fue a la cancillería de la embajada del Santísimo Padre para que le visaran el pasaporte. Al ver que el abad permitía que ingresaran otras personas a ver al Monsignor mientras lo hacía esperar, Alexéi exigió que lo atendieran, a lo que el abad respondió con un gesto de indignación, porque “no entendía cómo un insignificante ruso podía osar equipararse de semejante manera a las visitas de Monsignor” (p.8). Entonces Alexéi amenazó con escupir en el café de Monsignor si este no lo atendía de inmediato, y fue así como obtuvo la visa. Después de eso, cuenta Alexéi, en el hotel donde se quedaba en París lo empezaron a tratar con más respeto.
Al ver que no ha conseguido irritar al francés con esta historia, Alexéi continúa su relato contando que conoció a un hombre al que un francés había disparado cuando era un niño durante las guerras napoleónicas. Entonces De Grieux responde enfurecido que un soldado francés jamás le dispararía a un niño. Empiezan a discutir hasta que María Filipóvna interrumpe la conversación.
Por la tarde, Alexéi sale a pasear con los niños y con Polina. Alexéi le entrega unos setecientos gúldenes por el empeño de sus brillantes, pero Polina esperaba por lo menos dos mil. Ella le dice que necesita dinero porque, sino, estará perdida. Alexéi le pregunta qué ha pasado en su ausencia, y Polina le cuenta que esperan noticias de Petersburgo sobre la abuela, que se encuentra mal y que pronto morirá. Alexéi quiere saber si el marqués también está a la espera de la muerte de la abuela y Polina le confirma que sí, que de no saber lo de la abuela posiblemente no le hubiera prestado plata al general, y que si Polina figura en el testamento, el marqués le pedirá su mano.
Hablan sobre Mr. Astley, que está enamorado de Polina, y el maestro le dice que el inglés es mejor candidato que el francés, porque es honesto y más rico. Alexéi nota que a Polina no le gustan sus preguntas y que busca irritarlo con el tono y la dureza de sus respuestas. Le dice esto a Polina y ella responde que le divierte enfurecerlo, y que él la tiene que recompensar por permitirle hacer este tipo de preguntas y suposiciones. Alexéi contesta que se siente en derecho de hacer cualquier tipo de pregunta porque está dispuesto a pagar por ellas lo que sea. Ella le dice que lo odia, pero que lo necesita.
La conversación continúa con la pregunta de Alexéi sobre quién es Mademoiselle Blanche. Polina le dice que se casará con el general si el rumor sobre la muerte de la abuela se confirma. Ella, al igual que su madre y su primo el marqués, saben que el general y su familia están en la ruina, y por eso están a la espera de la herencia, como ellos. Finalizando la charla, Polina le da a Alexéi los setecientos gúldenes y le pide que vaya a jugarlos por ella a la ruleta.
De camino al casino, Alexéi piensa en sus sentimientos hacia Polina. Se pregunta a sí mismo, como ya lo ha hecho muchas veces, si la ama, y se responde que la odia, asegurando que hubo veces en las que hubiera sido capaz de estrangularla. Pero también confiesa que, si ella le pidiese que se tirara de una montaña, él lo haría con placer.
Capítulo 2
Aléxei cuenta que esta es la primera vez que juega a la ruleta y que no le gusta empezar jugando para otros. A primera vista, todo le resulta desagradable; no ve allí la suntuosidad y el oro acumulado de la que hablaban tanto los periódicos rusos. Se siente oprimido por la muchedumbre y todo le parece “moralmente vil y sucio” (p.18). Sin embargo, él está seguro de que algo definitivo y radical le sucederá en la ruleta, y que no se irá de Ruletenburgo hasta que eso suceda.
Al principio no se decide a jugar. Se dedica a observar y piensa que no hará nada significante esa tarde. Realiza una distinción entre cómo juega el “hombre correcto” y la “gentuza” (p.19): los gentleman solo juegan por diversión y no les interesa la ganancia, mientras el resto es capaz de temblar por un solo gulden y juega muy sucio. El general se acerca a una mesa de juego y pierde, y si bien se aleja con una sonrisa en la cara, Alexéi sabe que por dentro se le estrujó el corazón.
Empieza a apostar de a cinco Federicos de oro. La primera pierde, pero después empieza a ganar y de diez Federicos llega a ochenta. Lo domina una sensación extraña y piensa en irse, pero en cambio decide apostar de nuevo, hasta llegar a 160 Federicos. Entonces decide ir a buscar a Polina.
Recién logra verla en la cena, donde el general le dice que no quiere verlo en la mesa de juego porque cree que lo comprometería. Después de la cena, le da a Polina la ganancia y le comunica que no volverá a jugar para ella, porque quiere hacerlo para él y porque cree que, de jugar para otros, de seguro perdería. Polina le ofrece la mitad de las ganancias pero él las rechaza y, si bien ella se burla de que él crea que la ruleta es su “única salida y salvación” (p.23), confiesa que ella también ha depositado todas sus esperanzas en la ruleta, por más ridículo que parezca, y que por eso él debe jugar a medias con ella, y le asegura que así lo hará. Luego se retira sin escuchar las objeciones de Alexéi.
Capítulo 3
Alexéi cuenta que, después de este episodio, Polina no le dirigió la palabra en todo el día. El trato entre ellos no ha cambiado: sigue tratándolo con desprecio, manifestando repugnancia. Polina sabe que Alexéi la ama hasta la locura y le permite hablar de su pasión, como una muestra del desprecio que le tiene. Sin embargo, por alguna razón, Polina lo necesita y por eso lo cuida, aunque solo le cuenta lo justo y necesario.
Polina quiere que Alexéi juegue por ella porque es indecoroso que ella lo haga. Él cree que debe haber un motivo oculto para su deseo de jugar, más allá del dinero, y aunque considera que podría preguntárselo sin ofenderla, porque a los ojos de Polina él es “un esclavo demasiado insignificante” (p.26), es posible que ella no le responda.
Todos están preocupados por la abuela, incluso el francés, que se muestra arrogante y desatento con todos, hasta con Polina. Alexéi cuenta que conoce las circunstancias que ligan al general con el francés: después de intentar poner juntos una fábrica en Rusia, el francés ayudó al general con un préstamo para cancelar unas deudas. Mademoiselle Blanche también está metida en este asunto. En este tiempo, Alexéi se dedica a observarla: la considera una persona hermosa de unos 25 años, con una cara que puede asustar. Cree que no tiene educación y que no es inteligente, pero que es suspicaz y astuta, y sospecha que tal vez el marqués no sea su pariente, y que la que se presenta como su madre tampoco lo sea. El general, que la dobla en edad, está perdidamente enamorado de ella. Alexéi no sabe si entre ellos hay un acuerdo establecido, pero está seguro de que si la abuela no muere, Blanche desaparecerá al instante.
También se detiene a observar a Mr. Astley, a quien describe como “un hombre tímido y enfermizamente pudoroso” (p.29). Alexéi está convencido por la mirada de Mr. Astley de que está enamorado de Polina.
Análisis
Los primeros capítulos de El jugador son muy importantes para entender la trama. Es aquí donde se presenta a los personajes con sus características particulares, que nos permitirán comprender la manera en que se relacionan e interactúan, y donde se introducen los temas principales de la novela.
El protagonista y narrador en primera persona es Alexéi Ivánovich, un hombre educado que pertenece al sector noble de la sociedad rusa, pero que no tiene dinero y se siente degradado por ser parte del servicio doméstico del general. Él se siente inferior porque cree que así lo ven los otros, y por eso se describe a sí mismo como si fuera un ser insignificante. Debemos tener en cuenta, sin embargo, que Alexéi se presenta como un narrador poco confiable, que se deja llevar por sus pasiones y que en todo momento intenta provocar a quienes lo rodean. Otro factor para considerar es que Alexéi va narrando lo que sucede con poca distancia de los acontecimientos, porque muchas veces aclara que han pasado pocas horas o días de lo que está por contar, lo que nos permite inferir que su relato se ve atravesado por sensaciones recientes. En este sentido, no debemos tomar todas sus reflexiones como verdades absolutas. Por ejemplo, cada vez que aparece el adjetivo “insignificante” en estos tres capítulos –para describir las impresiones que De Grieux, el abad de París y Polina tienen sobre Alexéi–, en ningún caso es una palabra dicha por los personajes, sino que se trata de la interpretación que hace Alexéi de sus gestos y expresiones. Así, es importante tener en cuenta cómo las miradas ajenas impactan en el modo en que el protagonista se percibe a sí mismo y decide actuar según su manera de comprender las actitudes de los demás.
El hecho de que Alexéi se sienta inferior frente a los otros lo hace actuar de forma indecorosa, lo que se pone en evidencia en el primer capítulo, cuando asiste a un almuerzo sin ser invitado y decide hacer un escándalo. En su lógica, Alexéi siente que la única manera de recuperar su dignidad y ejercer su libertad es rebajándose aún más, como si su moral se rigiera bajo otros parámetros. La historia del Monsignor explica bien esto, porque a través de este relato Alexéi cuenta cómo se hizo respetar desestimando la jerarquía impuesta por el abad, que lo creía una visita de poca importancia por su condición de ruso. Esta anécdota anticipa lo que sucederá con el barón Wurmenheim, a quien Alexéi ofenderá por un capricho de Polina, pero que luego querrá aprovechar como una forma de romper las formalidades impuestas por el orden social y generar caos. Aquí también vemos cómo entra en juego el tema de Rusia vs. Occidente, en el modo en que Alexéi realiza una crítica mordaz al sistema de valores de los europeos, con quienes siempre busca pelearse. En rigor, Alexéi cuenta esta historia solo por el motivo de hacer irritar a quien se presenta como su antagonista: el marqués De Grieux. El francés es su némesis porque es un hombre adinerado y pedante que busca rebajarlo, pero también porque Alexéi cree que Polina desea casarse con él.
Polina también es, de algún modo, su antagonista, por el tipo de relación de amor y odio que tiene con Alexéi. Ella es su interés amoroso, pero también la persona con quien se siente más humillado. Desde una perspectiva actual, podríamos decir que el vínculo entre ellos está atravesado por la violencia de género: Alexéi se cree en el derecho de ser irrespetuoso con ella y de decirle cosas apasionadas y groseras porque se considera su “esclavo”. Además, nos confiesa que ha tenido el deseo de estrangularla y que sería capaz de matar y de matarse si ella se lo pidiera. Y si bien Polina no queda fuera de esta dinámica porque, según Alexéi, ella se aprovecha de esto para pedirle favores y se divierte viéndolo sufrir, lo cierto es que es Alexéi quien busca todo el tiempo este tipo de interacción con su amada.
Mr. Astley también está enamorado de Polina, pero de una forma completamente opuesta a Alexéi. Él es presentado como un hombre tímido, honesto y rico; en algún punto, es el doble inverso del protagonista. Como se verá más adelante, Mr. Astley será el único que se preocupará genuinamente por Alexéi e intentará guiarlo moralmente, aunque aquel desoiga sus consejos.
Finalmente, aparece el tema más importante de la novela: el juego. En un sentido, El jugador es simplemente eso: el triste retrato de un hombre que se obsesiona con la ruleta hasta convertirse en un adicto. Pero también el juego de azar se presenta como la oportunidad de cambiar el destino de una persona, y es así como Alexéi, y también Polina, acuden al juego como su única posibilidad de salvación. Alexéi no cree que la ruleta sea algo “vil y sucio” por sentir un rechazo por el lucro y la ganancia. Lo que a él le molesta es la actitud del gentleman que juega para entretenerse, como si no le importara perder. El general, un “hombre correcto”, se comporta de este modo, pero Alexéi sabe que, como buen ruso, también busca en el juego la posibilidad de pagar sus deudas y salvarse.