Viviana continuó su recorrido por el redondo escenario. A sus cuarenta años tenía un físico envidiable: un sólido cuerpo moreno claro de nadadora, una mata de pelo oscura de rizos africanos hasta los hombros –herencia del padre mulato que nunca conoció– y el rostro delgado de su madre, de facciones finas pero con grandes ojos negros y una boca de labios anchos y sensuales. Aquel día, Viviana vestía una camiseta negra de escote profundo, por el que sobresalían los pechos abundantes cuya utilidad solo aceptó cuando se metió en política.
Al comienzo de la novela, Viviana se encuentra en la plaza central, pronunciando un discurso por el primer Día de la Igualdad en Todo Sentido celebrado en Faguas. Como expresa la cita, usa un escenario redondo porque se encarga de crear una espacialidad circular para integrar al pueblo que la escucha y generar contacto, igualdad, participación y cuidado. La cita también ofrece una descripción de Viviana que enfatiza su sensualidad: tiene el cuerpo fuerte y firme, largo cabello crespo y oscuro, ojos y labios grandes, y pechos abundantes. A lo largo de la narración, se refuerza la idea de que vestirse de manera sensual es una herramienta aprovechada por las integrantes del PIE para llamar la atención y crear un poder femenino.
J. A.: Pues mire, si quiere que le diga mi opinión sobre quién disparó tiene que oírme todo el cuento desde el principio, porque yo creo que las cosas no pasan de un día para el otro, y yo le voy a contar mi impresión desde el mismísimo día que la presidenta Viviana tomó posesión porque yo estaba allí, ¿oyó? Yo no me pierdo de mítines, marchas o manifestaciones. Vivo pendiente de la política y de cualquier otro molote. Son para mí lo que la Navidad para los comerciantes. A cualquier asoleado le gusta comerse un raspado y los míos son de primera.
Yo nunca me hubiera imaginado que ustedes, las mujeres, iban a mandarnos. Hasta me reí al comienzo de la campaña electoral, se lo admito, cuando aparecieron presentando su partido con la bandera del piecito.
Estas palabras corresponden a la primera entrevista entre José de la Aritmética y Eva Salvatierra, el primer capítulo que se presenta como material histórico de la novela. Es importante observar que José, como representante del ciudadano común de clase baja, tiene un espacio destacado para expresarse libremente ante la ministra y explica su postura con detenimiento. Él también es un miembro activo de la comunidad política de su país, y tiene información privilegiada acerca de los movimientos populares que apoyan o se oponen al gobierno, dado que, como vendedor ambulante de raspados, siempre está presente en las protestas, las reuniones y todo tipo de manifestación. De esta manera, la novela reconoce la relevancia de la opinión pública y exhibe un punto de vista complementario en la narración de los hechos. En otras palabras, la voz de José funciona como complemento y contrapunto de las perspectivas de Viviana Sansón y sus amigas en tanto que mujeres poderosas. Así, este ciudadano apoya al gobierno de las eróticas, pero también presenta críticas y cuestionamientos.
Al apretar el objeto sintió una ligera cosquilla en los dedos. Súbitamente el recuerdo la envolvió como un holograma que se dejase observar desde dentro y desde fuera. La luz, los olores, el tiempo que evocaba se materializó a su alrededor. De golpe se sintió catapultada al país de su memoria.
Al entrar en estado de coma tras el atentado, la conciencia de Viviana se encuentra en un galerón repleto de objetos que ha perdido durante su vida. Poco a poco examina y reconoce ese espacio extraño, al que más adelante llamará "lugar de los Recuerdos Siempre Presentes" (159), y trata de entender su lógica. Como leemos en las palabras citadas, al entrar en contacto con los objetos dispuestos en las múltiples repisas del galerón, al tomarlos entre sus manos, Viviana se transporta a sus memorias y las revive. Este recurso literario se destaca por dos motivos. Por un lado, permite reconstruir el pasado de la protagonista y de su familia, sus parejas y sus amigas. Así, gracias al contacto de Viviana con estos objetos, los lectores sabemos cómo llega a dedicarse a la política, cuáles son sus preocupaciones principales, cómo se vincula con sus compañeras, cómo se forma el partido que lidera, qué dificultades ha enfrentado a lo largo de su trayectoria y, al mismo tiempo, conocemos detalles de su vida personal. Por el otro, el recurso da cuenta de la importancia de la recuperación del pasado. A través de estas revisiones de la memoria, Viviana reconstruye su identidad y la historia política de Faguas integrando el pensamiento crítico, la racionalidad, las emociones y las sensaciones, lo personal y lo político.
Viviana rehusó atribuir su victoria al Mitre. Prefería pensar que la campaña del PIE, no solo había desafiado los esquemas de hombres y mujeres, sino que había logrado que las votantes (más de la mitad del electorado) vislumbraran al fin una ilusión de igualdad capaz de llevarlas a confiar en la imaginación del PIE y darle la misión de realizar sus deseos. En las tardes, sin embargo, tomando una copa de vino y mirando al volcán erecto sobre el paisaje, alzaba hacia él su copa con un guiño de agradecimiento. Fue ese gesto el que motivó a Martina a recoger los trozos de lava y montarlos sobre madera como suvenir.
Un hecho fundamental en la novela y en la trayectoria política de Viviana Sansón es la erupción del volcán Mitre, cuyos gases inundan Faguas por completo y provocan una significativa disminución en los niveles de testosterona de los varones. Si bien esta situación es aprovechada estratégicamente por las integrantes del PIE durante la campaña electoral, tal como leemos en la cita, Viviana defiende sus méritos políticos y sostiene que el partido obtiene la victoria porque presenta una propuesta sensata y comprometida para resolver los problemas más graves y profundos del país. De todos modos, el volcán se convierte, para las eróticas, en un compañero simbólico al que le están agradecidas.
Viviana habría dicho que salieran todas llorando en televisión. Enfatizar todo cuanto se pensaba como femenino, hacerlo hasta el ridículo había sido su genialidad. Nos hemos pasado demasiado tiempo arrepintiéndonos de ser mujeres –decía– y tratando de demostrar que no lo somos, como si serlo no fuera nuestra principal fuerza, pero no más: vamos a tomar cada estereotipo femenino y llevarlo hasta las últimas consecuencias.
Una parte importante de la propuesta política de Viviana Sansón y del PIE en su conjunto es la creación de un poder femenino. No se trata simplemente de que las mujeres ocupen los cargos del gobierno -la novela comenta que las presidentas mujeres no son una novedad-, sino que es necesario cambiar la lógica, la dinámica y la definición misma del poder. El poder femenino se basa en características que se plantean como típicas de las mujeres y tiene eje en los cuidados, en la seducción y en la integración de emotividad e inteligencia. Para Viviana, es necesario dejar de imitar la racionalidad y la autoridad masculinas y enfatizar los estereotipos de lo femenino en relación con la sensibilidad, la amabilidad, la empatía, el amparo, la solidaridad. Por eso, como leemos en la cita, después del atentado, las eróticas creen que sería bueno comunicar públicamente el estado de salud de la presidenta sin ocultar su pesar, su tristeza, su preocupación: llorar en la televisión dando el comunicado es una forma de mostrarse de manera genuina, en sintonía con el estado emocional que las atraviesa.
—Yo me apunto. A mí me parece una idea brillante —intervino Martina—. Y lo llamamos PIE: Partido de la Izquierda Erótica. Así se llamó un partido que jamás existió como tal, pero que fundaron mujeres que nos han inspirado a nosotras. Varias de las viejitas que lo formaron todavía están vivas. Una de ellas, amiga de mi mamá, me contó la historia. Le pusieron así por un libro de la poeta Ana María Rodas que se llama Poemas de la Izquierda Erótica. Un libro fantástico. El primer poema termina con esta frase: “Hago el amor y después, lo cuento”. El escándalo es importantísimo. ¿Se imaginan el escándalo de que saliéramos con un Partido de la Izquierda Erótica?
Si bien esta novela tiene lugar en un país imaginario y narra hechos totalmente ficcionales, como en buena parte de la obra de Gioconda Belli, Faguas es una alegoría de los países latinoamericanos en general, y de Nicaragua en particular. En ese sentido, la ficción integra algunos elementos que sí remiten a la realidad histórica nicaragüense. El nombre del partido liderado por Viviana Sansón es uno de ellos. En los años setenta, un grupo de mujeres sandinistas formulan el nombre del Partido de la Izquierda Erótica, que nunca se desarrolla como partido político plenamente, pero sí condensa las críticas que estas mujeres hacen al modo masculino y patriarcal de conducir la política revolucionaria. La narración, tal como puede leerse en la cita, hace explícito el homenaje.
Cabe recordar, en este punto, que Gioconda Belli es una de las revolucionarias que crea aquel germen de partido en los años setenta. Además, la autora presenta la novela a una premiación usando el pseudónimo Viviana Sansón, lo cual nos permite pensar que hay algunos puntos de identificación entre Belli y el personaje protagónico que crea para El país de las mujeres.
Ifigenia recordó la camiseta con que ella anduvo día tras día, a pesar de que su jefe amenazaba con despedirla (como al final lo hizo), acusándola de soliviantar a todo el personal femenino. Era una camiseta blanca con la línea de un poema de la poeta nicaragüense Gioconda Belli, que decía simplemente: YO BENDIGO MI SEXO.
Otro punto clave de las referencias a la realidad extraficcional que propone la novela es este pasaje en el que se hace mención explícita a Gioconda Belli, su autora. Aquí se cita uno de sus versos como consigna política que coincide con la plataforma de las eróticas, subrayando la potencia de la sexualidad femenina. "Yo bendigo mi sexo" es la línea final de "Y Dios me hizo mujer", publicado en Sobre la grama (1972), primer libro de poesía de Belli. El poema describe a la mujer como un sujeto de pelo largo y cuerpo curvilíneo, y destaca su capacidad de gestar y de amar. En estas nociones resuena la propuesta de Viviana Sansón de crear un poder femenino basado en los estereotipos de lo femenino, la maternidad, el cuidado, la sensualidad y los afectos.
Lo del mundo laboral, como saben, es una obsesión mía. Creo que no habrá igualdad entre hombres y mujeres mientras no cambie el modelo de organización del trabajo que presupone la separación del trabajador del hogar y por tanto la existencia de una persona que atienda los hijos y la casa (responsabilidad que tradicionalmente ha asumido la mujer). Cómo atender a los hijos y el hogar sin que esto signifique desventajas y la interrupción o fin de la vida laboral de la mujer es el reto no resuelto de la sociedad moderna.
Estas líneas pertenecen a un e-mail que Viviana les envía a Rebeca, Ifigenia, Eva y Martina, detallando ideas para el programa de gobierno del PIE. Para la protagonista, es fundamental que este sea original, novedoso, disruptivo, y pretende darle cuerpo a las ideas planteadas en el manifiesto del partido. Entre los puntos más relevantes del programa, se destaca la reorganización del mundo laboral de manera tal que pueda desarmarse la división sexual del trabajo que coloca a los varones en la esfera pública y a las mujeres en el ámbito doméstico. Viviana está convencida de que si no se rompe esa dinámica social, no es posible la igualdad de género. De hecho, llega a afirmar que es la gran problemática de las sociedades modernas, como puede leerse en la cita. Como se ha mencionado, la acción más potente del gobierno del PIE para avanzar en ese sentido será crear una ginocracia y obligar a los varones a quedarse en casa, cuidando del hogar y la familia. El objetivo no es castigar a los varones, sino capacitar a todas las personas para que dispongan de una amplitud mayor de habilidades y, al mismo tiempo, valorizar las tareas domésticas como fundamentales para el desarrollo humano.
Ifigenia, Martina y Rebeca se miraron. Rara vez habían visto a Eva, la calma, la impasible, perder los estribos.
—Hay manifestaciones en varias partes de la ciudad —dijo Rebeca—. Tenemos que pensar qué hacemos.
—Nada —dijo Martina—. Hay libertad de expresión, de asociación. No podemos hacer nada; solo podemos intervenir si hay vandalismo o ataques a la propiedad pública o privada. Ustedes se preocupan de eso, yo me preocupo de que los hombres, las mujeres y similares tengan la libertad de manifestarse.
Mientras Viviana se mantiene en estado de coma, Faguas se encuentra acéfalo, y las eróticas no saben qué hacer, puesto que la presidenta no está ni viva ni muerta, y eso genera un vacío legal: no están en condiciones de llamar a nuevas elecciones, pero tampoco puede sostener la situación sin una autoridad. Entonces, con el acompañamiento de la Asamblea, deciden que Eva asumirá la presidencia de manera interina hasta que se aclare el panorama. Mientras tanto, las fuerzas opositoras aprovechan la situación para desestabilizar el gobierno del PIE y convocan una serie de manifestaciones a lo largo de todo el país. La primera de esas protestas es conducida por unos cincuenta hombres muy violentos que arrojan piedras contra el Palacio Presidencial, y, por ese motivo, Eva ordena que sean reprimidos por la fuerza policial. En el diálogo citado, sin embargo, se pone de manifiesto la presencia de Martina, Ministra de las Libertades Irrestrictas, para garantizar que el gobierno no asuma una postura autoritaria, y que los ciudadanos y ciudadanas tenga libertad de manifestarse, a favor o en contra del gobierno. Este punto ejemplifica la tematización de la democracia y sus límites planteada en El país de las mujeres.
No me arrepiento de la locura que fue mandar a los hombres a sus casas, sacarlos del Estado. Admito que fue una medida extrema. Afortunadamente Faguas, siendo pequeña, pudo darse el lujo de crear artificialmente ese laboratorio en el que barajamos identidades y roles como nos dio la gana. Pagué un precio. No me atrevería a proponerlo como un requerimiento imprescindible para que la sociedad reconozca a las mujeres y las mujeres, sobre todo, se reconozcan a sí mismas, pero lo que sí sé es que en mi país significó un cambio profundo que valió absolutamente la pena. Hay que ver el respeto que hemos obtenido por el trabajo doméstico. Ningún hombre considera ya denigrante planchar, lavar, cocinar o cuidar de los niños. Las nuevas familias de Faguas comparten las labores. Han proliferado los comedores comunales en los barrios y la cantidad de madres vocacionales preparadas, hay guarderías en cada centro de trabajo y hasta “estaciones de descanso”, esas que soñaba Ifigenia dónde dejar los niños cuando uno va de compras o debe hacer gestiones en la calle. Hijos, madres y padres ya no deben separarse sino hasta cuando los niños atienden la escuela formal a los doce años. Mientras tanto, cada centro de trabajo valora la maternidad como un aporte al futuro y el tiempo que madres y padres dedican a sus niños como la garantía de una sociedad sana. Han desaparecido las pandillas; es poco el problema de drogas, somos un país de flores, de abundante alimento, de personas que se cuidan entre ellas, que respetan la diversidad del amor y sus expresiones; nuestro felicismo ha funcionado. Somos más ricos económicamente porque no postergamos la educación de nuestra gente y es en ellos y en sus vidas cotidianas donde decidimos invertir nuestros recursos. Somos más ricos, sobre todo, porque hemos eliminado la más antigua forma de explotación: la de nuestras mujeres, y así nadie la aprende desde la infancia. Hay brotes, claro; no somos una sociedad perfecta. La verdad es que reconocernos humanos es saber que siempre habrá nuevas luchas y retos, pero bueno, avanzamos. Un pie delante del otro.
Esta cita se corresponde con el párrafo final de la novela, en el que Viviana narra usando la primera persona. Se traza aquí una conclusión crítica de las medidas adoptadas por el gobierno del PIE, que resume el proyecto político sostenido dentro de la novela. A su vez, este refleja, en buena medida, la postura ideológica de Gioconda Belli, por lo que esta obra literaria pretende establecer diálogos sólidos con la realidad política latinoamericana, y se postula como utopía, como versión de un mundo posible.
Viviana reconoce que la creación de la ginocracia y el subsecuente envío de los hombres al espacio doméstico ha sido una medida extrema, pero asegura que no se arrepiente de ello. Tal como ha afirmado anteriormente, para ella, desarticular la división sexual del trabajo tradicional es la clave para crear una sociedad más justa. Así, en los resultados observa que las tareas en Faguas ahora se reparten de manera más equitativa, que han bajado los niveles de criminalidad y dependencia a sustancias perjudiciales, que el sistema educativo ha mejorado y la calidad de vida de las familias también. En suma, va triunfando el felicismo, la ideología fundamental que propaga el PIE para "tratar de que todos seamos felices, que vivamos dignamente, con irrestricta libertad para desarrollar todo nuestro potencial humano y creador y sin que el Estado nos restrinja nuestro derecho a pensar, decir y criticar lo que nos parezca" (93).