El país de las mujeres

El país de las mujeres Temas

La desigualdad de género

La desigualdad entre hombres y mujeres es un asunto central en El país de las mujeres. Es preciso recordar, en este sentido, que la novela describe la sociedad de un país imaginario, Faguas, como alegoría de las sociedades latinoamericanas, y la presenta de manera binaria: la población se divide entre varones y mujeres cisgénero.

Desde el comienzo, la narración presenta un diagnóstico que entrecruza la política con el género: el poder siempre ha estado ocupado por hombres, y la dominación masculina ha llevado a naturalizar la violencia, los sistemas autoritarios y dictatoriales y la falta de igualdad entre los ciudadanos. Ante esa realidad, el gobierno de Viviana Sansón se propone crear las bases de la igualdad para todas las personas. Una de sus herramientas más sustanciales, en ese sentido, es el desarmado de la división sexual del trabajo y la creación de un poder femenino. En primer lugar, se expulsa a los hombres de las funciones gubernamentales por seis meses para que aprendan a realizar las tareas del hogar y del cuidado. En segundo lugar, se incentiva el trabajo de las mujeres afuera de la casa, en sectores productivos más allá del ámbito doméstico. En tercer lugar, se fortalece un gobierno ginocrático, donde las mujeres son las más altas autoridades. Este proyecto político se propone luchar contra la desigualdad de género, permitiendo que las mujeres ocupen lugares de poder, que todas las personas estén en condiciones de cumplir con diversas tareas, y que los trabajos de cuidado no sean calificados como menores.

La violencia sexual y de género

Como desprendimiento extremo de la desigualdad de género, la novela también tematiza la violencia sexual y la violencia por motivos de género. Esta cuestión es presentada como una problemática cotidiana en Faguas, realidad que se hace muy nítida para Viviana cuando trabaja como periodista y las noticias al respecto son moneda corriente. Cabe destacar, en este sentido, que el propio atentado contra la presidenta es un caso de violencia de género, puesto que los conspiradores no pueden soportar la existencia de una mujer que propone una forma del poder que desafía la hegemonía masculina.

La historia de Juana de Arco se destaca en este punto. Desde pequeña, cuando todavía se llama Patricia, es violada por un tío que también la golpea y la mantiene secuestrada, atada a una cama. Luego, el tío la prostituye y, más tarde, se la vende a otro hombre por doscientos dólares. Ese hombre la lleva a la ciudad, donde la violan muchos hombres, entre ellos, el Magistrado Jiménez. Si bien Juana de Arco logra escaparse y, con ayuda de Viviana, recompone su vida -e incluso hace terapia, ganando salud mental-, la novela deja en claro que sufre duras consecuencias por haber sido víctima de la violencia sexual: parece una mujer adulta cuando tiene apenas dieciséis años y no logra disfrutar de su cuerpo de manera erótica.

Otra secuencia narrativa fundamental en torno a este tema es la de Ernestina, sistemáticamente violentada por su marido. Dionisio la golpea incluso cuando ella está embarazada, al punto tal que le deja hematomas, la hace sangrar, le parte la dentadura. También la mantiene encerrada, la aísla de su familia y sus amigas, es extremadamente celoso y la tortura quemándole la piel con hielo. Por todo ello, Ernestina pasa de ser una joven bella y alegre a estar sumida en la depresión, tener un aspecto muy poco saludable, y vivir con miedo y sumisión.

Las clases sociales

La división de la sociedad de Faguas en clases sociales altamente desiguales también es un tópico importante en la novela. De hecho, el proyecto político del PIE se propone crear las bases de una sociedad más justa en todo sentido, generando igualdad de oportunidades para todos. Es por eso que las eróticas promueven, por ejemplo, el acceso de todos los niños a la educación, y amplían la oferta de trabajo para las mujeres adultas que no tienen capacitación ni experiencia fuera del ámbito doméstico. Otra medida importante del gobierno de las eróticas es la creación de mesas de debate que reúnen a las mujeres más ricas y a las más pobres, para que puedan expresarse libremente y así generar lazos de empatía y solidaridad.

Sin embargo, ese proceso todavía está en marcha, y en esta sociedad ficcional se notan las diferencias de clase. Curiosamente, la mayor parte de los villanos de la novela son personajes ricos: el Magistrado Jiménez, en particular, es denunciado como un hombre voraz y sin límites que consume todo y a todos los que tiene alrededor. Su ostentación de la riqueza es tan exagerada que tiene un pingüino en su casa, en medio del calor tropical de Faguas. Por su parte, la novela tiende a mostrar dignidad, solidaridad, bondad y sensatez en los personajes pobres. Es a través de José de la Aritmética, especialmente, que se retratan las vidas en los barrios populares. De todos modos, la narración afirma que no necesariamente riqueza y criminalidad van de la mano. Por ejemplo, Emir es un hombre rico, pero está comprometido con el PIE y sus políticas. Por el contrario, Dionisio es un hombre pobre, sumamente violento y machista.

El erotismo

El erotismo es un tema central de El país de las mujeres, en sintonía con la visión literaria y política de Gioconda Belli. Por un lado, como es evidente, se encuentra en el centro de la propuesta partidaria liderada por Viviana Sansón: el Partido de la Izquierda Erótica retoma el significado etimológico de "eros" para defender la importancia de la vitalidad: "Somos eróticas porque Eros quiere decir VIDA, que es lo más importante que tenemos y porque las mujeres no solo hemos estado desde siempre encargadas de darla, sino también de conservarla y cuidarla" (93). Por el otro, también se recupera el significado más cotidiano y contemporáneo de lo erótico en relación directa con la sensualidad y la sexualidad. Así, por ejemplo, las dirigentas del PIE se visten de manera sensual y provocativa para ejercer sus funciones políticas. A su vez, en la novela encontramos varias secuencias que narran escenas sexuales, como la primera noche que Viviana y Emir pasan juntos en Uruguay.

La maternidad y los cuidados

El gobierno del PIE propone una nueva definición de la maternidad como sinónimo del cuidado que requieren los bebés y los niños. Todos los adultos, tanto las mujeres como los varones, deben estar en condiciones de practicar la maternidad. Desde el inicio, para Viviana Sansón es fundamental desarmar la asociación automática entre mujer y madre porque, de lo contrario, es imposible desarticular la división sexual del trabajo, que obliga exclusivamente a las mujeres a dedicarse a las tareas domésticas y de crianza. Este asunto es tan importante para la propuesta política de las eróticas que Maternidad incluso se convierte en una materia de la escuela secundaria y de la universidad en Faguas. En esa materia, todos los estudiantes aprenden a cambiar pañales, sacar eructos, curar lastimaduras y tratar a los niños con amor y respeto, sin violencia.

Los medios de comunicación

La novela tematiza también la relevancia de los medios de comunicación en el campo político. En primer lugar, Viviana Sansón es periodista y llega a la presidencia, en buena medida, gracias a la popularidad que ha obtenido trabajando como presentadora de noticias. Asimismo, esa experiencia le permite conocer a fondo las principales problemáticas del país, e incluso conocer a algunas de las personas más vulneradas por el sistema, como Patricia/Juana de Arco. En segundo lugar, entre los materiales históricos que se extienden a lo largo de la novela, abundan los materiales periodísticos, como la nota del "Blog del Impertinente" y el editorial de The New York Times, demostrando la relevancia de la prensa en la difusión de ideas y en la conformación de la opinión pública que apoya o no a los gobiernos.

La democracia

En sintonía con los intereses de la autora, la novela problematiza los límites del sistema democrático tal como se lo conoce en la actualidad en América Latina. El país de las mujeres es, entre otras cosas, una crítica y una propuesta utópica de mejoramiento de la democracia. Así, por ejemplo, Martina Meléndez estudia en detalle la historia de la democracia desde la Grecia Antigua para desarrollar el programa de Votantes Calificados, que procura contar con un electorado instruido e informado en cuestiones civiles que no se deje manipular. Este asunto también se pone de relieve en las dificultades que atraviesa Viviana para lidiar con su propia posición de poder. En más de una ocasión, se ve tentada a resolver las cosas de manera autoritaria, pasando por alto algunos procedimientos típicos de la democracia. De hecho, en el capítulo "La libreta de notas" se cuenta que las eróticas "No sabían cuánto le tentaba pasar por encima de todas esas limitaciones legales y simplemente ordenar como emperadora romana" (156). De todas maneras, de inmediato se trata la cuestión de manera cómica, en la clave satírica de la novela, y la propia Viviana afirma, riendo: "Nunca pensé que entendería a los dictadores" (157). Es decir, más que sugerir que la protagonista es autoritaria, la novela plantea las dificultades del funcionamiento de la democracia.

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