El segundo sexo (1949) es la obra más célebre de la filósofa existencialista y feminista francesa Simone de Beauvoir. En el libro -así como en gran parte de su producción-, la pensadora recorre y analiza los papeles sociales y las concepciones culturales que históricamente se han construido sobre la mujer. A partir de esas reflexiones propone defender los derechos de la mujer y demuestra que no hay ninguna condición natural que indique su inferioridad con respecto al hombre. Esa inferioridad es construida socialmente. La pregunta fundamental que la autora quiere responder en El segundo sexo es "¿Qué es la mujer?". Para responderla, hace uso de sus conocimientos de filosofía, psicoanálisis, ciencias naturales, medicina, historia y ciencias sociales, así como de su propia experiencia y de testimonios de otras mujeres, y de obras literarias y artísticas.
Esta es la obra más conocida de Simone de Beauvoir y es ampliamente considerada como el comienzo de la segunda ola del feminismo. Asimismo, es una de las obras feministas más importantes de todos los tiempos. El trabajo de Beauvoir inspiró a prácticamente todas las pensadoras feministas occidentales posteriores. En el momento de su publicación, es tan revolucionario que el Vaticano lo incluye en su índice de libros prohibidos.
La autora comienza a escribirlo hacia 1946, después de sus dos primeros tratados filosóficos, y lo publica en 1949. De acuerdo con lo relatado en sus Memorias, tiene la intención de escribir un libro sobre sí misma, y esto la lleva a indagar en las condiciones de la mujer. En la época de la primera publicación de la obra, el feminismo no es tan extendido ni tan discutido como en la actualidad. Tanto es así que la obra de Beauvoir se considera un texto formativo de la segunda ola del feminismo. Si las feministas de la primera ola (fines del siglo XIX y principios del XX) se concentran en aspectos legales como el derecho al sufragio, al divorcio y a la propiedad, la segunda ola pone el énfasis en los modos en que el sexismo afecta diversas esferas de las vidas de las mujeres. Se suele ubicar la ebullición de esta ola en la década de los sesenta, pero la obra de Simone de Beauvoir comienza a sentar las bases de este tipo de pensamiento diez años antes. La autora considera las múltiples maneras en que la feminidad es significativa para la vida social de las mujeres. Si bien Beauvoir no utiliza el término “género”, ya que en su época todavía no existe esa conceptualización, su teoría ya indica que la división de los seres humanos en hombres y mujeres es una construcción histórica y social, y, por lo tanto, puede modificarse. A partir de ello, el feminismo occidental comienza a evaluar profunda y detalladamente los modos en que se interrelacionan social, política, cultural y económicamente el sexo, la sexualidad y lo que actualmente llamamos el género.
El trabajo de Simone de Beauvoir se destaca, a su vez, porque retoma y discute teorías existentes y ampliamente celebradas para explicar su propio planteo. La autora hace un uso osado e innovador de ideas canónicas poco problematizadas en la época: por ejemplo, aprovecha nociones del psicoanálisis y del materialismo histórico, pero al mismo tiempo demuestra sus falencias, sobre todo en lo que respecta a la consideración de la mujer y sus papeles sociales. Así, la autora construye su propio modelo para el entendimiento de la feminidad desde una perspectiva feminista. Algunos críticos han señalado que, para ello, la autora hace un amplio uso del existencialismo de Sartre. Si bien eso es innegable, Beauvoir usa la teoría sartriana de un modo completamente original para observar cómo la división de los seres humanos en hombres y mujeres afecta sus capacidades, sus desarrollos y sus propósitos en la vida. Por lo tanto, como cualquier intelectual, retoma ideas de otros pensadores y las reelabora de manera propia para producir reflexiones innovadoras y nuevos aportes teóricos y críticos.
Otro de los motivos por los cuales El segundo sexo es una obra fundamental de mediados del siglo XX es el hecho de que la autora establece paralelos entre el feminismo y otros movimientos por la justicia social muy activos en aquel período. Por ejemplo, en repetidas ocasiones compara la situación de la mujer con las situaciones de las personas negras en Estados Unidos, el pueblo judío, los pueblos colonizados en distintos países africanos y el proletariado. Es preciso recordar, en ese sentido, que el contexto histórico en el que vive y produce la autora se caracteriza por las luchas contra el segregacionismo y las leyes Jim Crow en Norteamérica, el establecimiento de regímenes fascistas en Europa, la descolonización de África y la consolidación de estados socialistas que ponen en crisis el sistema capitalista. Es decir, las subjetividades que le interesan a Simone de Beauvoir se encuentran en momentos de gran actividad social y política. Las comparaciones entre diferentes grupos oprimidos nutren su pensamiento y, al mismo tiempo, les dan una mayor validez a sus planteos, ya que pueden aplicarse a muchas situaciones de injusticia y desigualdad. Sin embargo, las lecturas más contemporáneas de su obra señalan que no analiza las intersecciones entre estas diferentes categorías sociales. En ese sentido, además, Beauvoir remite casi exclusivamente a ejemplos de mujeres blancas y europeas. Su obra ha sido uno de los pilares fundamentales de la segunda ola del feminismo, pero es preciso recordar que los feminismos actuales han sumado muchas perspectivas y nuevas ideas, y consideran identidades y realidades de diversas culturas del mundo.