El alférez Pistola y los soldados ignoran que están hablando con el rey (Ironía dramática)
Al final de la primera escena del cuarto acto, Enrique V se pone una capa para mezclarse entre los soldados sin ser reconocido.
En la siguiente escena, se encuentra con el alférez Pistola, que, al no advertir que está frente al rey, le pregunta su nombre, dando inicio al siguiente diálogo cómico:
Rey Enrique: Harry le roi.
Pistola: ¿Leroy? Un apellido de Cornuailles. ¿Eres de allí?
Rey Enrique: No. Soy Galés.
(p. 84)
Luego, Enrique V se cruza con los soldados Williams, Bates y Court. Estos tampoco advierten que están frente al rey y osan desconfiar de su valentía. Todas estas confusiones forman parte de una misma ironía dramática: los espectadores son conscientes de una información (el rey está disfrazado) que varios personajes que están en escena (Pistola y los soldados) desconocen.
Los franceses, con suma arrogancia, hablan sobre la victoria que les espera en el campo de batalla (Ironía dramática)
En las escenas previas a la Batalla de Azincourt, los nobles franceses se ríen de los ingleses y saborean la victoria que habrán de obtener en el enfrentamiento bélico. Por ejemplo, el Condestable dice:
En cuanto soplemos sobre ellos, el hálito de nuestro coraje los derribará. Es evidente sin ninguna excepción, señores, que nuestros lacayos sobrantes y nuestros campesinos, que en acción innecesaria hormiguean alrededor de nuestros batallones, bastarían para purgar este campo de un enemigo tan incapaz de nada, aunque nosotros nos quedáramos al pie de esta montaña parados cerca en ociosa y trivial conversación (p. 91).
Esta es una ironía dramática con base en los acontecimientos históricos que se representan en la obra. Los espectadores saben que la Batalla de Azincourt fue ganada por los ingleses y, por ende, advierten que los nobles franceses están dando por ganado un enfrentamiento que perderán.
Enrique V les hace creer a los traidores que no tiene información sobre el complot que están urdiendo en su contra (Ironía dramática)
Al comienzo del segundo acto, Gloucester, Exeter y Westmoreland hablan sobre los traidores que urdieron el "Complot de Southampton" en contra del rey. Luego, en la segunda escena, entran precisamente los traidores y el rey. Este, en lugar de condenarlos directamente, juega con ellos. Les hace juzgar a otro supuesto traidor y después les da un documento en el que, en teoría, están escritas las misiones que tendrán que cumplir en la batalla contra los franceses. En ese documento están escritas sus condenas. Los traidores piden clemencia.
He aquí otra ironía dramática. Los espectadores, gracias a la conversación que escuchan al comienzo del acto, saben que Enrique V está jugando con aquellos que están complotando en su contra.
Tras recibir el cofre con pelotas de tenis, Enrique V afirma que se alegra por la amabilidad del delfín (Ironía verbal)
En respuesta a los reclamos que Enrique V le hace a la corona francesa, el delfín le envía un cofre lleno de pelotas de tenis. El rey inglés les dice, entonces, a los mensajeros galos: "Nos alegra que el delfín sea tan amable con nosotros. Agradecemos el regalo y la molestia que se tomaron ustedes" (p. 41). He aquí una ironía verbal. Por supuesto, Enrique V no se alegra por haber recibido pelotas de tenis en lugar de ducados. A través de esta ironía, el rey inglés demuestra su temple. Él no va a perder la cabeza al ser provocado de manera infantil. Por el contrario, responde irónicamente a la burla, y luego planea con racionalidad el modo en que vengará la afrenta y conseguirá lo que exige.