La luz cenicienta
Cormac McCarthy hace un gran trabajo a la hora de describir detalladamente el mundo posapocalíptico que habitan los protagonistas, y transmitir así, con mucha fuerza, el desasosiego. Para ello, el narrador se concentra e insiste en la descripción de determinados aspectos del paisaje.
Uno de ellos es la luz cenicienta, el manto de oscuridad siempre presente, las cenizas cubriendo todas las superficies. Por ejemplo, en las primeras páginas, después del amanecer, cuando hay suficiente luz, el hombre observa un valle con los prismáticos y ve "Todo palideciendo hasta sumirse en tinieblas. La suave ceniza barriendo el asfalto en remolinos dispersos (...). Se quedó allí sentado con los gemelos en la mano, viendo cómo la cenicienta luz del día cuajaba sobre el terreno" (10). Más adelante, los protagonistas se echan a andar "bajo una luz gris plomo, arrastrando los pies por la ceniza" (11). Luego de algunas semanas, llegan a "el gran golfo", "donde todo estaba quemado hasta donde les alcanzaba la vista, renegridas formas rocosas despuntando entre los bancos de ceniza y oleadas de ceniza elevándose para alejarse sobre la tierra baldía. La senda de un sol opaco moviéndose invisible más allá de las tinieblas" (17).
El frío
Otro de los elementos que el narrador describe a través de poderosas imágenes es el frío. Este se percibe con fuerza no solo a través de las imágenes visuales de la nieve, la lluvia y la oscuridad, sino también de aquellas que muestran al padre y el chico intentando protegerse del mismo.
El narrador habla de "Un frío como para agrietar las piedras. Como para quitarte la vida. Abrazó al chico que tiritaba y contó cada frágil respiración en medio de la negrura" (17). Generalmente, ellos caminan con "los pies mojados y fríos" (21). Más adelante se nos cuenta que "Hacía mucho frío. A media tarde empezó a nevar otra vez y acamparon temprano y se metieron bajo el corrido de la lona y observaron caer la nieve sobre la lumbre" (31). Luego: "El frío lo despertó por la noche y se levantó y partió más leña para la lumbre (...). La arena sobre la que se había sentado estaba tibia al tacto pero la noche más allá del fuego era cortante de puro frío. Se levantó y arrastró más leña debajo del puente" (60).
La lluvia
Otra de las características del clima del mundo posapocalíptico que habitan los protagonistas es la lluvia constante, y sobre ella insistirá también el narrador a lo largo de la novela. Una noche, por ejemplo, "una tormenta que se había originado en las montañas fue descendiendo entre truenos y rayos y el desolado mundo gris surgía una vez y otra en el velado resplandor de los relámpagos" (40-41). Luego, en la costa, el narrador relata que los protagonistas
vieron acercarse la fría lluvia por el norte. Arreció, abriendo hoyuelos en la arena. El fuego empezó a humear y el humo a caracolear lánguidamente y el chico se ovilló bajo la ruidosa lona y al momento se quedó dormido. El hombre utilizó el plástico a modo de capucha y contempló el mar gris amortajado por la lluvia y vio romper las olas a lo largo de la orilla y alejarse otra vez sobre la oscura arena graneada. (202)
La nieve
Otro elemento climático que aporta a la hostilidad del mundo en el que viven, y sobre el que el narrador llama mucho la atención, es la nieve; la que cae sobre ellos y la que se acumula en el suelo, dificultando el movimiento. La nieve se confunde con las imágenes del frío y de la luz cenicienta, porque da cuenta de las bajas temperaturas y se acumula siempre gris, cubriéndose inmediatamente por la ceniza del aire. Por ejemplo:
Había una ligera capa de nieve por todo el bosque, sobre las ramas y ahuecada en las hojas, todo ello gris ya por la ceniza. Anduvieron hasta donde habían dejado el carrito y él metió dentro la mochila y lo empujó hasta la carretera. No había huellas. Se quedaron escuchando en medio del silencio total. Luego echaron a andar por la nieve gris a medio derretir de la carretera, el chico a su lado con las manos metidas en los bolsillos. (61)
Más adelante, el narrador describe "Una frágil capa de nieve líquida formándose en la oscura superficie de la carretera" (73), y pocas líneas más abajo: "La nieve caía en cortinas a su alrededor. No se veía nada a ninguno de los dos lados de la carretera" (73). Poco después, "Había ya medio palmo de nieve en el suelo" (74), y "La nieve caía y no dejaba de caer" (74).