La Cautiva

La Cautiva Resumen y Análisis de la Parte cuarta: "La alborada"

Resumen

Es la mañana siguiente al festín. Están saliendo los primeros rayos del sol, todo está en silencio en el campo. Solamente se escucha el bufido de unos caballos y el canto del chajá. Los indios siguen durmiendo. Luego, dos jinetes suben rápidamente a una loma y divisan a los indios descansando. Vuelven sobre sus pasos y van a avisar al resto de sus compañeros que los indios están allí, y que están desprevenidos.

A continuación, un escuadrón de criollos armados con lanzas y armas forma un cerco alrededor de donde están los indios. Estos se despiertan y advierten la trampa que le tienden los blancos. Los acusan de "cristianos traidores". Los niños y las mujeres, temerosos y confundidos, intentan huir. Algunos de los indios van a buscar a sus potros para escaparse, pero los criollos, que ya habían pensado en esto, los espantaron antes para evitar la huida.

Los criollos atacan al grupo de indios para vengar el malón y rescatar a los cautivos. Los indios más valientes resisten y luchan como pueden, pero caen víctimas de la cruel matanza. Sin caballos ni armas, es poco lo que pueden hacer para defenderse. Los blancos degüellan a los caciques y a los caudillos de la tribu.

Entre gritos y llantos, los indios imploran piedad, pero los criollos exterminan a toda la tribu, incluyendo mujeres y niños. El campo donde se había celebrado el festín queda teñido de sangre. Mientras tanto, las cautivas lloran de felicidad porque sus maridos y sus hijos han ido a rescatarlas. Sin embargo, los criollos están tristes porque no encontraron a Brián, ni vivo ni muerto.

Análisis

El tema de este capítulo es la venganza de los blancos por el malón de los indios. El yo lírico describe la venganza como "cruel", una "horrible matanza", pero al mismo tiempo la justifica moralmente, dada la barbarie de los indios. El ataque de los criollos es muy organizado: mandan a dos jinetes con anticipación para confirmar dónde están los indios y asegurarse de que no están esperando el ataque. También planearon espantar a los caballos y las yeguas de los indios, de modo de que estos no puedan escapar. Los criollos forman un "escuadrón de lanceros (...) en hileras dividido", a la manera de un ejército organizado. Esta descripción permite hacer un contraste entre el malón de los indios, desordenado y caótico, y la avanzada de los criollos sobre el territorio, más allá de la frontera.

La virtud de los indios es su coraje y su valentía. Incluso en condiciones adversas (desarmados, sin caballos y tomados por sorpresa) los indios se defienden e intentan luchar. Aún así, ante la astucia y organización de los criollos, el valor no les sirve de mucho. En esta contraposición entre las virtudes de los bárbaros y las de los civilizados, resultan ser las de estos últimos las que resultan vencedoras.

Al principio del canto, el poeta hace una breve descripción del paisaje del desierto durante el alba. Entre los sonidos que se oyen, el poeta menciona la voz del "agorero yajá". El yajá , o chajá, es un pájaro autóctono de América. Su nombre significa "escapa" en guaraní, y responde a que los chajá emiten un grito de alarma para proteger a sus hijos ante alguna amenaza. En este sentido, el grito del agorero yajá se puede leer como una alerta del pájaro a los indios dormidos, para avisarles que los blancos vienen a matarlos. Esta relación refuerza el vínculo entre los indios y la naturaleza, como si fueran una misma cosa.

Por último, el final del canto refuerza el carácter trágico del poema. Los criollos rescatan a las cautivas sanas y salvas. Luego, buscan a Brián y no lo encuentran. María y Brián se arriesgaron a escapar, aunque él estaba herido, a pie y sin agua ni comida. Si hubieran esperado hasta el alba, los habrían rescatado y no habrían corrido tanto peligro. La decisión que ellos toman al final del tercer canto es determinante para el final de la historia.