La sangre (Motivo)
La sangre es un elemento que se repite en la obra. Cuando Fausto firma su contrato con el diablo, lo hace con sangre, lo que simboliza el carácter permanente del acuerdo. Además, el hecho de que la sangre de Fausto se congele justo antes de firmar el pacto sugiere que su elección no es correcta e, incluso, que su cuerpo rechaza el pacto.
Por otra parte, en el último acto, la sangre se encuentra asociada con la muerte de Jesucristo y la consiguiente redención humana. Fausto afirma ver la sangre de Cristo fluyendo en el firmamento durante su última noche: "Mira, mira la sangre de Cristo fluyendo en el firmamento / una sola gota salvaría mi alma, media gota, ¡Ah, Cristo mío!" (5. 2. 153-154). El protagonista recuerda así el sacrificio de Cristo en un momento de desesperación, acaso anhelando ser salvado.
El ángel bueno y el ángel malo (Símbolos)
El ángel bueno y el malo aparecen a lo largo de la obra, a menudo en momentos en los que Fausto debe tomar una decisión. Estos ángeles representan simbólicamente las alternativas opuestas que se le ofrecen al protagonista: el ángel bueno representa principalmente su deseo de salvar su alma y, el malo, su atracción por el pecado. Los ángeles aparecen en repetidas ocasiones para aconsejar a Fausto sobre las elecciones que debe realizar. Al final de la obra, el ángel bueno abandona al protagonista definitivamente, cuando ya no existe para él la posibilidad de salvación.
Hechizos (Motivo)
Durante gran parte de la obra, observamos al protagonista utilizando sus poderes para realizar hechizos: volverse invisible, hacer crecer cuernos en la cabeza de cortesanos, vender un caballo encantado, fingir un desmembramiento, enmudecer a un grupo de personas. En todos los casos, los hechizos no parecen perseguir otro objetivo más que el mero entretenimiento, sobre todo, de Fausto. Estos hechizos permiten exhibir los poderes del protagonista al tiempo que muestran su declive moral y la distancia que lo separa de los objetivos a los que aspiraba alcanzar al comienzo de la obra.
Los cuernos (Símbolo)
Los cuernos son un símbolo de humillación y están asociados al marido engañado por su esposa. Fausto hace que le crezcan cuernos en la cabeza a Benvolio para humillarlo, después de que este demuestra escepticismo frente a la magia del conjurador. Después de que Benvolio intenta vengarse, con la colaboración de sus amigos, Fausto hace crecer cuernos en la cabeza de todos ellos, obligándolos a vivir ocultos en un castillo para esconder su aspecto bestial.
El laurel de Apolo (Símbolo)
El laurel de Apolo es un símbolo de victoria que proviene de la mitología griega. El coro utiliza este símbolo para referirse a la carrera exitosa de Fausto como erudito, y resaltar que desperdició el potencial que poseía: "quemado está el laurel de Apolo, / que alguna vez nació en este hombre culto" (Epílogo, 2-3).