"(...) sus carillos frescos y rosados como los de un muñeco de porcelana" (p.42). (Símil)
La comparación se refiere a las mejillas de Luis Cervantes. En el Capítulo 11, Camila está decidida a confesarle su amor a Luis Cervantes. Por eso, la descripción de Luis que incluye este símil está focalizado desde la perspectiva de Camila. La comparación con el muñeco de porcelana es significativo en relación con dos temas: el machismo y la alteridad. Por un lado, su piel blanca contrasta con la de los otros hombres y mujeres que aparecen en esta parte de la novela, quienes tienen la piel oscura o cobriza. Además, la comparación con un muñeco remite a rasgos más bien femeninos. A lo largo de la novela, se va a cuestionar la masculinidad de Luis más de una vez. Tanto los rasgos regionales como su falta de virilidad lo posicionan como un "otro" con respecto a los otros hombres de Demetrio.
"Demetrio lazaba ametralladoras, tirando de ellas cual si fuesen toros bravos" (p.77). (Símil)
Este símil forma parte del relato que hace Solís para Cervantes sobre la participación de Demetrio en la toma de Zacatecas. Solís, representante de la cultura letrada de la ciudad que se encuentra cautivada por los revolucionarios, tiene facilidad al momento de poner en palabras lo que observa de la revolución. En esta ocasión utiliza este símil hábilmente porque logra crear una imagen heroica del Demetrio, a la vez que no lo desplaza de su lugar como ranchero. Combina su identidad anterior a la revolución y la integra a la del héroe.
"(...) hablaron de la sierra con entusiasmo y delirio, y pensaron en ella como en la deseada amante a quien se ha dejado de ver por mucho tiempo" (p.117). (Símil)
Luego de pasar una temporada en la planicie, Demetrio y sus hombres añoran volver a las sierras, de donde provienen. La comparación entre las sierras y una amante nos remite a los relatos heroicos o de aventura en el que los hombres deben salir a luchar, pero siempre regresan para ofrendar sus hazañas a sus amantes. Al establecer a las sierras como la deseada amante, vemos qué tan importante es para estos hombres su tierra. La identidad asociada a la geografía es uno de los temas que se desarrolla a lo largo de la novela. En el enfrentamiento final en el que muere Demetrio, las sierras son descritas como una novia, lista para las nupcias. La transformación de Demetrio en un monumento o símbolo de su comunidad está íntimamente relacionado con la tierra y el espacio geográfico con el que se identifica.
"(...) humillados como perros a quienes se arroja de su propia casa a puntapiés" (p.136). (Símil)
Este símil marca el punto más bajo para Demetrio y sus compañeros. En lugar de ser recibidos con hospitalidad, respeto y admiración, deben intentar escarbar algo de comida. Los paisanos los miran con odio y desconfianza, se esconden de ellos como antes lo hacían de los federales. Lo que es peor, el trato que están recibiendo proviene de su propia gente. Lejos están ya del momento en que podían contar con la ayuda de la gente de Limón, la tierra de Demetrio Macías, y sus alrededores.
"La revolución es el huracán, y el hombre que se entrega a ella no es ya el hombre, es la miserable hoja seca arrebatada por el vendaval..." (p.69). (Metáfora)
Este pasaje incluye dos metáforas. Con la primera, Solís ilustra la sensación de que, a pesar de sentirse desilusionado por la revolución, no puede abandonarla. La revolución no es intelectual ni está fundamentada en ideales; más bien es como un fenómeno natural que no se puede evitar ni racionalizar.
Con la segunda, Solis demuestra que, a diferencia de Cervantes, él sí ha conseguido comprender y acercarse más a sus compañeros de armas, sin por ello dejar de lado su mirada reflexiva y crítica sobre los hechos. Por ello, Solís comprende que los hombres que se involucran en la revolución han perdido la posibilidad de trazar su propio camino, están destinados a dejarse llevar por los hechos, como hojas a la merced de la furia natural del huracán.