Los de abajo

Los de abajo Resumen y Análisis Primera parte, Capítulos 16 - 18

Resumen

Capítulo 16

A media noche emprenden el camino hacia el pueblo del que les había hablado el viejo del capítulo anterior. Demetrio quiere llegar al alba para sorprender a los soldados federales apostados allí. Luis Cervantes sugiere enviar a un guía para reconocer el terreno antes, pero a Demetrio le parece innecesario. El joven insiste porque considera la posibilidad de que el viejo a quien encontraron en el camino fuese un espía de los federales. Los otros hombres se burlan porque piensan que lo dice por cobardía.

Cuando llegan al pueblo, Venancio se adelanta para averiguar dónde se encuentra el cuartel. Se acerca a una choza, interroga a un hombre y lo lleva con ellos para que les indique el camino, a pesar de que ruega para que lo dejen ir. Por él se enteran de que, en realidad, hay muchos más soldados que una docena.

El momento en que llegan a la plazoleta del pueblo, son atacados. El hombre que los guiaba muere y hieren también al caballo de Demetrio, pero Anastasio levanta a su jefe y se lo lleva con él. Los revolucionarios se ven obligados a esconderse entre las casas.

Desde una de ellas, un hombre se asoma y les sugiere que vayan por detrás de la iglesia para atacar a los federales por la espalda. De repente, comienzan a recibir disparos nuevamente, por lo que entrar en la casa del hombre que los aconseja. Allí, descubren que la noche anterior habían llegado nuevos refuerzos federales, pero que la mayoría de ellos eran soldados de la leva y fácilmente desertarían de sus jefes para pasarse de bando. Él mismo se ofrece para luchar con ellos y Demetrio le regala dos granadas de mano.

En el cuartel de los federales se encuentra el oficial al mando, un hombre engreído y con poca experiencia. Envía a un teniente y diez hombres a apresar a los revolucionarios para fusilarlos frente a los pobladores a la hora en la que salen de misa. Si eso no fuera posible, ordena que los maten a todos. Mientras, él permanece en el cuartel, aduciendo que no sería conveniente dejar su puesto. Durante la espera, repasa en su mente la carta que escribiría al Ministro de Guerra dando cuenta de su victoria. Espera que esta hazaña le valga un ascenso a “mayor”. De repente, escucha un estruendo.

Capítulo 17

El paisano que ofreció su casa a Demetrio y sus hombres, continúa ayudándolos. Los revolucionarios deben pasar por un par de corrales y casas para llegar hasta la iglesia, donde los soldados federales se encuentran acuartelados. Tiran abajo las paredes de las casas y los corrales contiguos para evitar ser atacados por los soldados apostados en las azoteas.

Cuando llegan a la iglesia, trepan por las paredes y atacan a los soldados que descansan en el lugar. Antes de que pudieran entender lo que está sucediendo, atacan nuevamente. El paisano implora que paren, pues les había pedido que esperaran antes de abrir fuego a que él encontrara y alertara a su hermano, enlistado forzosamente por la leva.

Desprovistos de sus rifles dado que han tenido que escalar hasta allí, los revolucionarios desenfundan sus cuchillos para continuar el ataque contra los federales.

En medio de la pelea, Luis Cervantes reconoce al viejo que los engañó cuando se aproximaban al pueblo. Demetrio no muestra piedad y lo apuñala. Asimismo, en medio del asedio, el paisano pega un grito para evitar que maten a su hermano, pero llega tarde; Pancracio le rebana el cuello.

Finalmente, llegan hasta el oficial a cargo que se encuentra en el caracol que conduce al atrio de la iglesia. Pancracio le da un empujón y el oficial cae veinte metros. Los hombres saquean las mejores ropas y celebran la victoria con bromas y risas. Luego de constatar que no queda ni un soldado vivo, Demetrio arenga a sus hombres cuando dice “¡Ahora a los curros!” (p.66).

Capítulo 18

Demetrio llega a Fresnillo con cien hombres para encontrarse con el general Natera, quien le da la bienvenida y lo felicita por la victoria ante los federales. Demetrio es un hombre célebre. Luis Cervantes interviene para halagar a ambos hombres y se refiere a Demetrio como “el coronel Macías”. Luego, el general Natera también comienza a referirse a él como “coronel”. Festejan la llegada de Demetrio con vino y cerveza. En medio de la celebración, Luis Cervantes hace un brindis por la causa y sus ideales, pero Natera lo ignora y prefiere conversar con Macías, su nuevo aliado.

Alberto Solis, uno de los oficiales de Natera se acerca a Luis Cervantes. Se trata de un conocido, otro intelectual que se ha unido a la causa. A diferencia de Luis, este oficial ha perdido la fe en la revolución, pero está atrapado en esa vida. A Luis Cervantes le indigna escuchar el pesimismo de su amigo. Afortunadamente, Demetrio interrumpe la conversación y Solis aprovecha para felicitar a Demetrio por todas las hazañas que lo han hecho famoso. Relata las aventuras del jefe y sus hombres de tal manera que el mismo Demetrio no las reconoce, pero le place escucharlas.

A la salida, Demetrio satisfecho con su nuevo nombramiento, designa secretario a Luis Cervantes. A la mañana siguiente, salen a la luz las ocasionales desavenencias entre los hombres durante la fiesta. Incluso hubo dos hombres de Macías que fueron encontrados muertos. Cuando Anastasio dio noticia de esto, Demetrio simplemente ordenó enterrarlos.

Análisis

Ahora que Luis ya está integrado a la banda de Demetrio, el tema de la alteridad se desarrolla aún en más detalle. Por ejemplo, vemos Demetrio encara los combates guiándose por su instinto. Por su parte, Luis lo impulsa a pensar en términos más estratégicos. Cuando se encuentran con el viejo que asegura haber visto a pocos federales en el pueblo, Luis desconfía y prefiere ser precavido. En cambio, Demetrio se deja llevar y organiza el ataque. El momento en que descubren que efectivamente les han tendido una trampa, Demetrio se siente expuesto ante Luis. A diferencia de sus otros hombres, el joven intelectual es capaz de identificar sus debilidades.

Al final del Capítulo 16, el narrador se centra en el joven oficial al mando de las tropas federales. Este hombre pretencioso y poco experimentado imagina su ascenso tras la victoria que difícilmente puede serle atribuida, dado que él permanece en el cuartel mientras que envía a sus hombres a realizar la misión. El modo en que este hombre asume su posición de liderazgo contrasta con la de Demetrio que lucha codo a codo con sus compañeros. El contraste exalta la figura del héroe. Asimismo, el oficial parece estar preocupado por un ascenso, algo que, para Demetrio, hasta ese momento, le es indiferente.

El carácter episódico de la novela responde a la naturaleza de lo que se narra. La banda de Demetrio participa en varios combates que tienen su propio arco narrativo. Esto también vincula a la novela con la épica. Pensemos en el Cid y sus campañas en Alcocer, Castejón y Valencia.

Esta hazaña en particular inicia con un engaño: el viejo disfrazado; continúa con una complicación: el número y la preparación de los federales; se resuelve con ingenio: rompen las paredes para evitar a los soldados apostados en las azoteas. Culmina con una escena en la que los revolucionarios despliegan toda su valentía y, a pesar de haber dejado sus rifles para escalar las paredes de la iglesia, vencen a sus enemigos a punta de cuchillo.

La hazaña antes de llegar a Fresnillo muestra al pueblo como un aliado de los revolucionarios. El hombre que ayuda a Demetrio y sus hombres lo hace voluntariamente y, además, les asegura que muchos de los soldados federales han sido tomados en la leva y estarían dispuestos a cambiarse de bando. Sin embargo, el episodio anticipa que esta alianza no va a durar cuando los revolucionarios matan al hermano del hombre que les había pedido que esperaran a que pudiera salvar a su hermano. Empezamos a vislumbrar la barbarie en Demetrio y sus hombres cuando no son capaces de mostrar virtudes como la misericordia y el honor.

El Capítulo 18 marca el ascenso de Demetrio, dado que el general Natera lo nombra coronel y lo felicita por su victoria. Como contracara, muestra un cierto grado de degradación moral en dos ocasiones. La primera es cuando no muestra misericordia para con el sargento que los engaña como parte de la emboscada. Así describe el momento el narrador: “En un gesto de pavor, Luis Cervantes vuelve bruscamente el rostro. La lámina de acero tropieza con las costillas, que hacen crac, crac, y el viejo cae de espaldas con los brazos abiertos y los ojos espantados” (p.65). El narrador recurre a una imagen visual y sonora. El “tropezar” de la lámina de acero se identifica por el sonido que produce cuando rompe las costillas; aquí el narrador utiliza una onomatopeya. En toda la novela, solo en este momento vemos a Demetrio comportarse como sus hombres. Luego, al final del Capítulo 18, Anastasio le trae la noticia de que dos de sus hombres han muerto la noche anterior como consecuencia de los excesos de la celebración por su victoria. Demetrio reacciona con indiferencia y rudeza: “… Pos que los entierren…” (p.70).

En el mismo capítulo, se introduce a un nuevo personaje que sirve de contrapunto para Luis Cervantes. Se trata de Alberto Solís, un conocido de Luis, quien también representa la cultura letrada de la ciudad. No obstante, tiene más tiempo al servicio de la revolución y se encuentra desilusionado; su visión es sumamente negativa, cosa que irrita a Luis. En la visión sobre la revolución, Solís utiliza una metáfora extendida que permanece en la mente del lector porque refleja con lucidez lo que sucederá más adelante con Demetrio. Dice: “La revolución es el huracán, y el hombre que se entrega a ello no es ya un hombre, es la miserable hoja seca arrebatada por el vendaval…” (p.69). La cita muestra a la revolución como un fenómeno natural que en el fondo ningún hombre controla. El hombre es insignificante y sus acciones no dependen de su voluntad, sino del huracán que las dictamina. Solís es capaz de poner en palabras la naturaleza cambiante de la revolución y lo desarticulado del movimiento. A diferencia de Cervantes, Solís es capaz de percibir que no hay un orden lógico detrás de la revolución, sino que se trata de un fenómeno caótico que supera las voluntades de los hombres.

Por último, nuevamente volvemos sobre el tema del héroe porque el capítulo termina con Solís felicitando a Demetrio “por sus hechos de armas, por sus aventuras, que la habían hecho famoso” (p. 69). Cuando Solís cuenta las versiones que le han llegado sobre las hazañas de Demetrio, ni el mismo jefe las reconoce. Esto muestra cómo la novela construye al protagonista como héroe épico cuyas acciones son material de mito, pues rápidamente se extienden a través de la oralidad y van transformándose aderezadas de tal manera que dejan de parecerse a la realidad.