El modernismo es un movimiento poético que se desarrolló en las últimas dos décadas del siglo XIX y continuó con vigencia hasta los comienzos del siglo XX. El movimiento tuvo sus inicios en América y se extendió a España, principalmente después de la llegada a ese país del poeta nicaragüense Rubén Darío, su máximo exponente, en 1892.
El Modernismo buscaba una renovación estética opuesta a los excesos del Romanticismo tardío. Se caracteriza fundamentalmente por el culto a la forma. Los modernistas buscaban formas estilizadas y se alejaron de todo lo que consideraban vulgar. Es característico su rechazo a la realidad cotidiana y el carácter evasivo de su literatura. Muchos poemas se sitúan en lugares o tiempos distantes. Son comunes, en su literatura, los paisajes exóticos y los elementos deslumbrantes, como las piedras preciosas. También es característico el uso de un léxico refinado, es decir, compuesto por palabras alejadas del lenguaje coloquial.
A los poetas de este periodo se los conoce con el nombre de “poetas de la torre de marfil” por su postura elitista. Rubén Darío, en sus palabras liminares a Prosas profanas, escribe: “(…) he aquí que veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos o imposibles: ¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer (…)” (Darío, 1999, párr. 9).
A fines del siglo XIX, Valle-Inclán participó del movimiento modernista y fue un gran amigo de Rubén Darío desde que ambos se conocieron en 1899. Valle-Inclán fue un admirador del poeta nicaragüense. En Luces de bohemia le rinde un homenaje haciéndolo aparecer como uno de los personajes de su obra (Escena Novena y Decimacuarta).
Sin embargo, Valle ya está alejado de la estética modernista cuando compone Luces de bohemia. Esta obra muestra una mirada crítica frente a la realidad social y política de su país. Con la crisis de España de comienzo del siglo XX, el autor modificó su trayectoria literaria y se produjo un cambio en su ideología. Valle comenzó a asumir una actitud más comprometida con la sociedad en su literatura.
En Luces de bohemia podemos ver una trayectoria semejante en la evolución del protagonista. En el comienzo de la obra, en la Escena Segunda, Max Estrella muestra escaso interés por la realidad social. Mientras hay revueltas en la calle y un grupo de policías se lleva maniatado a un hombre, él y Don Gay continúan hablando sobre la religión y sobre la sociedad inglesa. El cambio de actitud en el personaje se produce en la Escena Sexta, cuando, en la cárcel, dialoga con el preso catalán (posiblemente el hombre maniatado de la Escena Segunda). Desde entonces se muestra más preocupado por las causas sociales, aunque su conducta queda opacada por aceptar el dinero del fondo de los Reptiles del ministro, fondo con el que también se financian las fuerzas represoras.