Resumen
Escena Séptima
Don Latino y los jóvenes modernistas llegan a la redacción de “El popular”. Allí, el conserje les dice que el director no se encuentra. Los recibe Don Filiberto, el jefe de redacción. Don Latino le cuenta lo ocurrido con Max y este pregunta si el poeta estaba ebrio. Se distraen en una conversación sobre el Modernismo. Al redactor le gusta ese estilo. Don Filiberto también comenta que no puede escribir libremente un informe sin consultar al director. Más adelante sugiere que el periódico recibe dinero del gobierno.
Don Filiberto llama por teléfono a la secretaría particular del ministro. El secretario es un joven que trabajó en el periódico. Desea que liberen a Max Estrella, a quien considera “uno de los maestros” (p.270). Mientras espera que lo comuniquen con el secretario, observa que Dorio de Gádex se sienta en el sillón del director y apoya sus botas sobre la mesa. El jefe de redacción se indigna y acusa a los jóvenes modernistas de ser “niños procaces” (p.271). Les dice que ellos no se comprometen con la patria y que no toman nada en serio. Comenta que, afortunadamente, aún hay jóvenes estudiosos y preocupados por el país. Don Latino responde que si se refiere a los de la Acción Ciudadana, está equivocado. Finalmente, Don Filiberto les informa que ya transmitió la orden de liberar a Max y les pide que se vayan de la redacción.
Escena Octava
En la Gobernación liberan a Max Estrella. Él se encuentra en la puerta de la secretaría del ministro. Está pálido, arañado y alterado. El ujier quiere detenerlo, pero Max le dice que no lo toque y pide hablar con el ministro. Interviene Dieguito para intentar calmar a Max, pero este insiste en hablar con el ministro.
El ministro sale de su despacho, quejándose por el ruido. Reconoce a Max y le dice que le deje una nota al secretario con su pedido. Max le responde que no quiere pedir nada, salvo castigo a los policías que lo han maltratado. Dieguito informa al ministro sobre lo ocurrido. El ministro le pide a Max que se quede un tiempo más. Comienza a recordar la época que en estudiaban juntos, “acaso la mejor” (p.276). Le ofrece a Max un sueldo, que saldrá de los fondos de la policía, y él acepta, pero también afirma que es un canalla por aceptar este dinero que pertenece al “fondo de los Reptiles” (p.278).
Cuando Max se va, lo espera Don Latino en la puerta. El ministro le dice a Dieguito que Max era el que más valía entre los de su tiempo, pero que le faltó voluntad. Siente melancolía recordando su época bohemia y su etapa de escritor, a pesar de que sabe que ese camino lo podría haber conducido a vivir de manera marginal, como le ocurre a Max.
Escena Novena
Max y Don Latino entran al café Colón. Allí se encuentran con el poeta Rubén Darío. Max lo considera un gran poeta, mientras que don Latino dice no entenderlo. Max invita la cena y la bebida, utilizando un dinero que el ministro le dio cuando se despidieron. Le pide a Rubén Darío que recite uno de sus poemas y este teme no acordárselo. Un joven que está sentado en una mesa contigua se ofrece a ayudarlo, apuntándole los versos que no recuerde. Rubén Darío recita sus versos y luego, junto con Max y Don Latino, beben y hablan en francés, recordando sus tiempos en París.
Análisis
En la Escena Séptima se critica el sometimiento del periodismo de la época al poder político. Aquí se alude nuevamente a que el diario recibe indicaciones del gobierno sobre lo que debe publicar. Cuando los poetas modernistas visitan la redacción del periódico para manifestar sus protestas por el maltrato que recibió Max, Don Filiberto, se niega a escribir una columna: “Desconozco la política del periódico con la Dirección de Seguridad” (p.268), se excusa. Con esto vemos que el periodista carece de independencia para escribir sobre lo que sucede. Por otro lado, él explica que la política y el periodismo funcionan de manera semejante y son parte de un mismo círculo: "El periodista es el plumífero parlamentario. El Congreso es una gran redacción, y cada redacción un pequeño Congreso. El periodismo es travesura, lo mismo que la política. Son el mismo círculo en diferentes espacios (p.268)". En el mismo sentido, cuando Dorio de Gádex comenta que Alfonso XIII es el “primer humorista” (p.270) por designar a García Prieto presidente del Consejo, Filiberto responde: “Aquí, joven amigo, no se pueden proferir esas blasfemias. Nuestro periódico sale inspirado por Don Manuel García Prieto” (p.270), insinuando que el periódico recibe dinero de aquel gobernante.
En esa escena vuelven las referencias a personas reales. En este caso, se menciona a Manuel García Prieto (1859-1938), quien ocupó la presidencia del gobierno de España en repetidas ocaciones entre 1912 y 1923, y a Alfonso XIII (1886-1941), el rey de España desde 1886 hasta 1931. También se hace referencia a otros personajes históricos, como a Carlos III (1716-1788), durante cuyo reinado España sufrió un periodo de retroceso y de decadencia social y política. Dorio de Gádex dice que “En España sigue reinando Carlos II” (p.267) para expresar su indignación respecto de lo que sucedió con Max. Luego, el mismo personaje menciona a Felipe II (1556-1598): “¡En España reina siempre Felipe II!” (p.268). Este rey representa la autocracia y la intransigencia. El personaje utiliza la expresión para referirse al mismo acontecimiento, aunque en este caso también puede aludir a la falta de libertad de la prensa.
En la Escena Octava vuelve a tratarse el tema de la bohemia. En el diálogo entre Max y el ministro se presentan diversos matices al respecto. Por un lado, ambos personajes parecen apreciar esta forma de vida. El ministro recuerda su pasado bohemio con nostalgia, y dice que esa época de su vida fue “acaso la mejor” (p.276). Max, por su parte, se refiere aquella etapa llamándola “tiempos heroicos” (p.274). Sin embargo, esa forma de vida también se muestra como una elección que conduce a una existencia precaria. Tal vez por eso sea “heroico” optar por ella. A propósito, Max comenta con sarcasmo: “Tú has sido un vidente dejando las letras por hacernos felices gobernando. Paco, las letras no dan para comer. ¡Las letras son colorín, pingajo y hambre!” (p.275). En ese mismo sentido, más tarde, el ministro comenta: “Yo me salvé del desastre renunciando al goce de hacer versos” (p.278).
La bohemia se presenta así con características ambiguas. Podemos decir que posee luces y sombras. Del mismo modo, Max, que representa esta forma de bohemia, también posee rasgos ambiguos. Pese a la genialidad que todos reconocen en él, este personaje tiene actitudes reprochables. Por ejemplo, en esta escena, acepta el dinero del “fondo de los Reptiles” que le ofrece el ministro, aún sabiendo que eso es propio de un “canalla” (p.278).
El dinero de los fondos llamados popularmente “reptiles” era distribuido por los Ministerios y por el Estado aparentemente sin control. Muchas veces se sobornaba con él al periodismo, como se alude en la escena anterior. Joaquín del Valle-Inclán explica: “Así los periódicos ocultaban un suceso o lo suavizaban y si no recibían dinero emprendían una campaña de descrédito” (Citado en Caudet, 2017, p.420). En la Escena Octava vemos que el ministro usa el dinero del presupuesto público a su antojo para beneficiar a su amigo. La corrupción queda al descubierto en el diálogo entre él y Dieguito:
EL MINISTRO.—: (…) vaya pensando cómo se justifican las pesetas que hemos de darle a Máximo Estrella.
DIEGUITO.—Las tomaremos de los fondos de Policía.
(p.279)
Por otra parte, en esta escena vemos que Max actúa solo en beneficio propio. Cuando acude al ministro lo hace para protestar por los malos tratos que recibió, pero no intercede por el preso catalán, a quien probablemente van a matar. Es cierto que el personaje posee una gran lucidez para entender la sociedad, acaso mejor que otros, como él mismo afirma: “El ciego se entera mejor de las cosas del mundo, los ojos son unos ilusionados embusteros” (pp.275-276). Pero su comportamiento también resulta muchas veces cuestionable. En este sentido, también podemos observar que el nombre de Max Estrella se intercala con el pseudónimo “Mala Estrella”.
La Escena Octava puede leerse como un punto de inflexión en el protagonista, porque, al aceptar el dinero del fondo de los reptiles, se envilece. Solo a partir de la Escena Novena, en algunas acotaciones, el personaje aparece con el nombre de MALA ESTRELLA. Podemos ver, por ejemplo, en la primera acotación de aquella escena, que el personaje ya aparece “transfigurado”: “Entran extraños, y son de repente transfigurados en aquel triple ritmo, MALA ESTRELLA y DON LATINO” (p.280).
En esta escena, Max gasta el dinero que recibió del ministro en una cena con Rubén Darío y Don Latino. Acá encontramos numerosas referencias a la muerte. Por un lado, Max dice: “Muerto yo, el cetro de la poesía pasa a ese negro” (p.280). El cetro (vara, bastón o insignia de mando) funciona como un símbolo: Dario ocupará el lugar dejado por Max como autoridad máxima en poesía después de la muerte de este.
En el siguiente diálogo con el poeta, Max comenta: “me dedico a la taberna, mientras llega la muerte” (p.280). En este caso, el pasaje puede leerse como un presagio de la muerte del protagonista que se aproxima. En ese mismo diálogo, Darío alude a la muerte por medio de una personificación, llamándola “Dama de luto” (p.280). Max, entonces, comenta con lucidez: “¡Tú la temes, y yo la cortejo! Rubén, te llevaré el mensaje que te plazca darme para la otra ribera de la Estigia!” (p.280). Con esto se ve que el protagonista es consciente de la proximidad de su muerte. Siguiendo con la alusión de Darío, Max dice: “yo la cortejo”, es decir, forma parte de los que acompañan a aquella “dama” (la muerte). Luego, Max se refiere a un famoso río del inframundo, el Estigia. En la mitología griega, este río separa el mundo de los vivos y el de los muertos. Quienes morían debían atravesar el río para llegar al Hades. Por último, una nueva alusión a la muerte, por medio de una metáfora, se da cuando Max dice: “Para mí, no hay nada tras la última mueca” (p.282), con lo cual se refiere a que no cree en que haya vida después de la muerte.
Finalmente, en esta obra, y particularmente en esta escena, hay muchas alusiones referidas a Cristo. Muchos críticos coinciden en que esta es una parodia de la Última Cena, un episodio evangélico en el que Cristo comparte la comida y la bebida con sus discípulos por última vez, antes de su muerte. En esta escena, Max invita a comer y a beber a sus amigos, y es también su última cena. En uno y en otro caso, la cena tiene carácter de ritual. Así como Jesucristo les pide a sus discípulos que “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22:19), Max le pide a su amigo: “Rubén, acuérdate de esta cena” (p.282). Además, en una acotación en la misma escena leemos: “RUBÉN asiente con un gesto sacerdotal (…)” (p.282).
Numerosos críticos han visto además en Luces de bohemia un paralelismo con el Vía Crucis, una secuencia de estaciones en la que se representa el camino que realiza Cristo hasta el Monte Calvario, su muerte y su posterior resurrección. Contiene catorce estaciones. Esta obra tiene quince escenas en las que se representan diversos episodios en el transcurso de la última noche de Max, su muerte y su entierro, y la Escena Última se titula precisamente “Última”, y no “Decimoquinta”, posiblemente para mantener la analogía.