Poemas de Nicanor Parra

Poemas de Nicanor Parra Citas y Análisis

Una vez andando
Por un parque inglés
Con un angelorum
Sin querer me hallé.
(…)
¡Hay que ver, señores,
Cómo un ángel es!
Fatuo como el cisne,
Frío como un riel,
Gordo como un pavo,
Feo como usted.

Yo lírico, “Sinfonía de cuna”, p. 10

En la poética de Parra no hay nada sagrado. En los versos citados, vemos cómo el yo lírico, en un paseo común y corriente, se encuentra con un ángel y, lejos de fascinarse, lo encuentra absolutamente vulgar. Además de burlarse de una figura religiosa, el yo lírico también se burla del lector al afirmar que el ángel es feo “como usted”; es decir, como aquel que está leyendo ese verso.

Este poema forma parte del poemario que consagra a Parra como antipoeta: Poemas y antipoemas, de 1954. Su irreverencia sacude el mundo literario de la década del 50 y ha convertido a este poema en un clásico de la obra de Nicanor Parra.

¡Veis esa pierna humana que cuelga de la luna
Como un árbol que crece para abajo
Esa pierna temible que flota en el vacío
Iluminada apenas por el rayo
De la luna y el aire del olvido!

Yo lírico, “Paisaje”, p. 42

Si hay algo que critica el “antipoeta” de la literatura es la solemnidad. Su obra poética, desde el principio hasta el fin, se burla de dicha solemnidad directa o indirectamente.

Por ejemplo, en el poema citado no hay ninguna referencia directa a la literatura. Sin embargo, a través del sarcasmo, el yo lírico está criticando ciertos patrones dominantes en la literatura de su época. Al utilizar un tono solemne para describir algo absolutamente absurdo (una pierna humana que cuelga de la luna), el yo lírico se burla, justamente, del uso de la solemnidad en la literatura; la despoja de sentido literario, la convierte en un chiste.

Durante el baile yo pensaba en cosas absurdas:
Pensaba en unas lechugas vistas el día anterior.

Yo lírico, “Notas de viaje”, p. 44

Cierta parte de la crítica ha enmarcado al yo lírico construido por Parra dentro de la categoría de flâneur. El flâneur es un tipo literario urbano, propio del periodo moderno que, entre otras cosas, se caracteriza por vivir al margen de la sociedad. Así como el flâneur clásico que aparece en Las flores del mal de Charles Baudelaire, el yo lírico de Parra se enorgullece de vivir en el margen, de no ser parte del tumulto que día a día se sumerge en la farsa mundana, en la decadencia cotidiana de la ciudad. Como vemos en la cita, el yo lírico de Parra no forma parte del “baile”. Mientras los demás bailan, él piensa en cosas extrañas y no funcionales como unas lechugas vistas el día anterior.

Durante medio siglo
La poesía fue
El paraíso del tonto solemne
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa.

Yo lírico, “La montaña rusa”, p. 93

La figura de la montaña rusa es sumamente útil para describir la poesía de Parra. Esta pretende sacudir al lector, despertarlo, divertirlo, sacarlo de la contemplación solemne de la vida. A través del uso de un lenguaje llano, con imágenes simples y cercanas a la realidad, Parra propone una poesía vertiginosa y directa como una montaña rusa. Una poesía que, como lo dice más adelante en el mismo poema, puede llegar a sacudir tanto al lector como para hacerlo sangrar por la boca y la nariz.

El “medio siglo” al que hace referencia Parra es, por supuesto, la primera mitad del siglo XX. Entre los poetas latinoamericanos más destacados de ese tiempo pueden nombrarse a Pablo Neruda, Jorge Luis Borges y Gabriela Mistral. En estos tres poetas, el tono solemne es predominante. Contra esta poesía se erige, desde la década de 1950, Nicanor Parra, quien, como consecuencia de esto, fue denominado el “antipoeta”.

Choque entre Cartagena y San Antonio.
Carabineros cuentan los cadáveres
Como si fueran pepas de sandías.
Otro punto que hay que destacar:
Los dolores de muelas del autor.
(…)
Pero, de todos modos, nos quedamos
Con el año que está por terminar
(A pesar de las notas discordantes)
Porque el año que está por empezar
Sólo puede traernos más arrugas.

Yo lírico, “Noticiario 1957”, pp. 140-141

Una de las características de la poesía de Parra es la combinación de la frivolidad o la banalidad con los grandes temas universales del arte, como el paso del tiempo, la muerte, la soledad, la justicia, la tristeza y el escepticismo.

En los versos citados, por ejemplo, vemos cómo el yo lírico mezcla noticias de carácter absurdo y humorístico (como los dolores de muela del autor), con cuestiones realmente importantes, que reflejan y denuncian la injusticia reinante en el mundo (como los versos dedicados a los carabineros que matan personas a mansalva). Por otro lado, el final del poema tiene un tinte existencialista: el yo lírico da a entender que es preferible vivir en el año 1957, aunque este sea un pésimo año, ya que el 1958 también va a ser pésimo, pero además estaremos todos más viejos, más cerca de la muerte.

Otro punto interesante que aparece en el poema es el estilo fragmentario. Parra describe la vida cotidiana acumulando versos que no se integran entre sí. Cada cosa que nombra se presenta como autónoma. Así da la imagen de un mundo roto, en el que nadie sabe bien por qué vive ni cómo vive. De algún modo, Parra critica y denuncia un estilo de vida alienado en el que los individuos no parecen tener siquiera conciencia de ser.

Supongamos que fue crucificado
Supongamos incluso que se levantó de la tumba
—todo eso me tiene sin cuidado—
Lo que yo desearía aclarar
Es el enigma del cepillo de dientes.

Yo lírico, “Supongamos que es un hombre perfecto”, p. 311

Una constante que aparece en los versos citados y se mantiene en los poemas sobre la religión de Parra es la aceptación de la existencia de lo divino: ángeles, Dios, Cristo. Sin embargo, en la poética de Parra, lo divino nunca se presenta como si fuera divino.

Aquí, por ejemplo, el yo lírico acepta que Jesucristo puede haber sido crucificado y luego haber renacido, pero se pregunta entonces dónde quedó su cepillo de dientes. Si fue un hombre perfecto tendría que haberse lavado los dientes al resucitar. Lo divino no es negado, pero no tiene importancia: tiene “sin cuidado” al yo lírico. Lo que a este le importa es lo mundano, lo terrenal; no los milagros de Jesús, sino su cepillo de dientes.

Atravesamos unos tiempos calamitosos
Imposible hablar sin incurrir en delito de contradicción
Imposible callar sin hacerse cómplice del Pentágono
Se sabe perfectamente que no hay alternativa posible
Todos los caminos conducen a Cuba
Pero el aire está sucio
Y respirar es un acto fallido.

Yo lírico, “Tiempos modernos”, p. 317

En estos versos, el yo lírico postula que no hay modo de ser genuino y a la vez ser considerado un sujeto políticamente correcto por parte de la izquierda. Esto se debe a que no se le puede realizar ningún tipo de crítica, pero tampoco se puede no opinar de política sin ser considerado como alguien funcional a los intereses de Estados Unidos. El yo lírico parece preguntarse entonces cómo se hace para ser de izquierda sin perder la facultad de ser crítico. Acepta que el comunismo cubano es el camino, pero a la vez lo percibe autoritario. No se puede ni siquiera respirar libremente. El autoritarismo y la imposición ideológica es una de las características de la izquierda que Parra critica con mayor vehemencia.

Los profesores nos volvieron locos
A preguntas que no venían al caso
Cómo se suman los números
Complejos hay o no hay arañas en la luna
Cómo se murió la familia del zar
¿Es posible cantar con la boca cerrada?

Yo lírico, “Los profesores”, p. 328

Como ya mencionamos, otra de las características que define a la poesía de Parra es su estilo fragmentario. En la cita, el yo lírico describe la vida cotidiana acumulando versos que no se integran entre sí. Los alumnos, en lugar de adquirir conocimiento, son hostigados con preguntas ridículas, arbitrarias, carentes de sentido. Cada cosa que nombra el yo lírico se presenta como autónoma dentro de la totalidad del poema, transmitiendo la idea de un mundo desgarrado y sin sentido. De este modo, Parra critica y denuncia un estilo de vida alienado en el que el equívoco infinito y la incapacidad de comunicarse atraviesan la existencia.

Me declaro discípulo de Marx
Eso sí que me niego a arrodillarme
Capitalista soy de nacimiento
Loco por las perdices escabechadas.

Yo lírico, “Declaración de principios”, p. 414

La poesía política de Nicanor Parra se caracteriza fundamentalmente por celebrar la libertad de pensamiento. El autor se consideraba a sí mismo un hombre de “izquierda independiente”. Esa independencia le permitió abordar la política en su poesía sin responder a compromisos ideológicos o partidarios.

Por eso mismo, Parra ha sido criticado férreamente por la izquierda. Se lo ha acusado de ser cómplice por ser crítico; de contradecirse al afirmar que es de izquierda, pero criticar a la izquierda. Como respuesta, él ha convertido a la contradicción en una de sus banderas políticas. Tal como se ve en la cita, Parra se declara comunista, pero no se arrodilla ante Marx. Además, acepta al capitalismo como parte esencial de la vida. La contradicción política en la poesía de Parra no aparece como un problema, sino como algo fundamental del ser humano crítico.

Nací el 12 de marzo de 1905
O tal vez
El 17 de febrero de 1899
Está por averiguarse
Estudié Pornografía en Italia
(…)
En la actualidad estoy preocupadísimo
Porque sé que me tengo que morir
Continuará.

Yo lírico, “Autobiografía”, p. 506

En esta “autobiografía”, Parra evidencia la construcción de sí mismo como una ficción artística. Este poema fue publicado por primera vez en 2017, cuando Parra cumplió ciento tres años. La gracia de los primeros versos, en los que el yo lírico duda acerca de la fecha de su propio nacimiento, radica en la longevidad del autor de carne y hueso. Parra juega con la idea de que nació hace tanto tiempo que ni siquiera él lo sabe. En realidad, no nació ni en 1905 ni en 1899, sino en 1914. Por supuesto, tampoco estudió ‘Pornografía’ en Italia, pero su obra ha sido catalogada como “obscena”. El final del poema, por el contrario, expresa algo que probablemente sí sea verdadero: el miedo a la muerte del autor. Como vemos, el yo lírico combina algunos datos que claramente no son verdaderos, en lo que se refiere a la vida de Nicanor Parra, con otros que sí pueden ser serlo. De esta manera difumina los límites entre la ficción y la realidad, y pone al lector en la duda: ¿lo que está leyendo realmente le pasa a Nicanor Parra o no es más que otro juego literario?

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