La literatura
Nicanor Parra, pese a ser poeta, es conocido como el “antipoeta”. Esto se debe a que durante toda su obra dedicó una gran cantidad de poemas a criticar la poesía y la literatura en general, al punto en que se constituyen como temas centrales de su poética.
¿Qué le critica Parra a la literatura? Fundamentalmente, su solemnidad. La poesía de Parra se caracteriza por tener un lenguaje llano, con imágenes simples y cercanas a la realidad. Según lo que afirma el yo lírico en el poema “La montaña rusa”, la poesía fue durante medio siglo “el paraíso del tonto solemne” (p. 93) hasta que llegó él y se instaló, precisamente, con su “montaña rusa”.
La poética de Parra, en contraposición de la literatura solemne, se propone vertiginosa y directa. En su poema “Quédate con tu Borges”, el yo lírico afirma que el autor argentino puede regalarle al lector la imagen de una rosa vista al anochecer. Él, en cambio, puede regalar a lo sumo un yogur. El título del poema deja en claro el desprecio hacia la solemnidad borgeana.
La religión
Este es otro de los temas a los que Parra dedicó una gran cantidad de poemas. La religión es abordada por el autor desde el escepticismo. A través de la burla, se distancia de los ritos, las figuras sagradas y las creencias establecidas dentro del catolicismo. En “Sinfonía de cuna”, por ejemplo, se burla de un ángel. En “Padre nuestro” construye la figura de Dios como la de un hombre preocupado e incapaz de resolver los problemas que tienen los humanos. En “Supongamos que es un hombre perfecto” asume que Cristo puede haber resucitado, pero se pregunta entonces dónde quedó su cepillo de dientes.
Ahora bien, pese a su escepticismo, Parra nunca pone en cuestión la existencia de lo divino. Su poesía no niega que hay un Dios, un Cristo o ángeles, sino que cuestiona y descree de su funcionalidad y su importancia en la tierra. Cuestiona a la Iglesia Católica como institución y a los “sacerdotes descriteriados/ que se presentan a decir misa/ con los cachetes y los labios pintados” (Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, p. 292).
Precisamente, en la figura de Cristo de Elqui, un campesino que intenta ayudar a los desposeídos a través de la religión, Parra encuentra una figura religiosa respetable. Quizá sea un loco, pero baja la religión a la tierra. Tal como hemos visto en el tema anterior, Parra propone una literatura terrenal que se opone a la solemnidad elevada. Eso mismo es lo que exige de la religión, que baje de las nubes y sea útil en la tierra.
La política
La poesía política de Nicanor Parra se caracteriza fundamentalmente por promover la libertad de pensamiento. El autor se consideraba a sí mismo un hombre de “izquierda independiente”. Esa independencia le permitió abordar la política sin tener que responder a compromisos ideológicos o partidarios.
En general, la poesía de Parra postula al comunismo como el único camino posible para mejorar la sociedad. Sin embargo, es sumamente crítico con la izquierda comunista. Critica, entre otras cosas, el autoritarismo que reina en Cuba, así como las matanzas producidas por Stalin en la Unión Soviética y el culto establecido a su figura. A causa de esto, Parra ha sido criticado férreamente por la izquierda. Se lo ha acusado de ser cómplice por ser crítico, y de contradecirse al afirmar que es de izquierda, pero, al mismo tiempo, criticarla.
Cabe mencionar que, durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX, la izquierda exigía por parte de sus seguidores una filiación acrítica, sin cuestionamientos. Pablo Neruda, quien era líder del Partido Comunista, dedicó gran cantidad de poemas a exaltar la figura de Stalin como si este fuera un Dios. Sin embargo, Parra nunca respetó a los dioses. Ni dentro de la literatura, ni en la religión y mucho menos en la política.
En la poesía de Parra hay críticas tanto a la izquierda como a la derecha. Se elogia al comunismo, pero se acepta al capitalismo como parte esencial de la vida. La contradicción no es vista como un problema, sino como algo esencial del ser humano, algo inevitable, como puede apreciarse en el poema “Tiempos modernos”: “Atravesamos unos tiempos calamitosos/ imposible hablar sin incurrir en delito de contradicción/ imposible callar sin hacerse cómplice del Pentágono” (p. 317).
La soledad
La soledad es una de las características que define al yo lírico creado por Parra. La extrañeza de sus pensamientos y su incapacidad de adaptarse a las normas sociales lo han marginado de los demás. El yo lírico de Parra está siempre solo, mirando el mundo desde afuera.
Ahora bien, la soledad no es presentada como algo negativo, sino todo lo contrario. Se trata de un lugar de confort para el yo lírico: allí está a salvo de la decadencia mundana. De hecho, en ningún momento el yo lírico se lamenta por estar solo o ser marginado, sino que se muestra orgulloso de su condición de solitario e incomprendido.
La decadencia del mundo moderno
Si algo define al mundo moderno que construye Parra en su poesía es la decadencia: los carabineros matan personas a mansalva, la discriminación racial es un vicio, los delincuentes viven en los parques y los jardines, y la lista continúa.
La modernidad solo ha traído confusión y alienación. Como en la letra de tango “Cambalache” de Enrique Santos Discépolo, en el mundo moderno se han perdido las jerarquías y todo está mezclado. Da lo mismo la escasez del pan que cualquier eventualidad cotidiana que incluya a una persona de la farándula. El capitalismo es sumamente injusto, pero el comunismo es autoritario.
Parra, a través de la fragmentación, acumula una enorme cantidad de versos que dan cuenta del caos y la pérdida de referencias que atraviesan el mundo moderno. Su yo lírico, desde afuera, desde su soledad, observa ese mundo decadente sin esperanzas, con una sonrisa amarga y sarcástica en los labios. Vivir al margen, aislado de la farsa, se presenta como la única posibilidad de vivir con dignidad.
La violencia estatal
Si algo pone siempre en primer lugar Nicanor Parra es la libertad de pensamiento y expresión. Por eso, dentro del caos mundano construido en su poesía, le dedica una especial atención a la violencia ejercida por el Estado. En numerosos poemas, el yo lírico afirma que los carabineros matan por matar. También se denuncia la represión que sufren los estudiantes, así como las matanzas llevadas a cabo por el gobierno de Iósif Stalin en la Unión Soviética y la persecución que sufren las “almas nobles” por parte de la policía. El Estado, ya sea capitalista o comunista, ejerce violencia contra aquellos que se manifiestan libremente. Parra, a quien parece que todo le da lo mismo y nada tiene verdadera importancia, pone allí un límite y no deja pasar ninguna oportunidad para señalarlo.
La vejez
En la poesía de Nicanor Parra, la vejez es presentada como un momento de la vida en el que no hay nada para hacer. Como vemos en el poema “Jubilación”, los jubilados pasan su tiempo alimentando las palomas. Parra, quien en toda su obra se opone a cualquier tipo de solemnidad, no postula a la vejez como un tiempo sagrado, digno de respeto. Por el contrario, dentro de una vida sinsentido, la vejez es postulada como el mayor de los sinsentidos.
En “Noticiario 1957”, el yo lírico afirma que la vejez tiene su propia caja de Pandora. La caja de Pandora, según la mitología griega, es un recipiente en el que se encuentran guardados todos los males. Esa es la perspectiva de Parra sobre la vejez: un tiempo de la vida carente de sentido, atiborrado de males y a la espera de la muerte. Para cerrar, es interesante destacar los versos que aparecen en el poema “Cartas del poeta que duerme en una silla”:
Cuesta bastante trabajo creer
En un dios que deja a sus creaturas
Abandonadas a su propia suerte
A merced de las olas de la vejez
Y de las enfermedades
Para no decir nada de la muerte (p. 230).