Resumen
En esta sección, a partir de cuatro poemas representativos y un análisis del poema largo Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, analizaremos la producción poética de Nicanor Parra que tiene como tema central a la religión.
Sinfonía de cuna
El yo lírico, en primera persona del singular, narra la siguiente historia: un día estaba andando por el parque cuando se topó con un ángel, al que denomina “angelorum”. Se saludan. El ángel habla en español, mientras que el yo lírico le habla en francés. Luego, el yo lírico busca las alas del ángel y descubre que son duras y sucias. El ángel le lanza un golpe que el yo lírico esquiva. Después, el yo lírico se despide riéndose del ángel y afirma que el cuento se acabó.
Este poema se encuentra en el libro Poemas y antipoemas de 1954. Sus versos están reunidos en doce estrofas (de dos o cuatro versos) y son hexasílabos (de seis sílabas). Los versos pares tienen rima asonante.
Padre nuestro
El yo lírico, en primera persona del plural, reza un “padre nuestro”, modificando el contenido de la oración religiosa. Le pide a Dios que deje de pensar en los seres humanos. Afirma que estos comprenden su sufrimiento y los desmanes que le causa el Demonio, quien destruye todo lo que él construye. Finalmente, le vuelve a pedir que deje de sufrir por las personas, ya que estas le perdonan todos sus actos.
Este poema se encuentra en el libro Obra gruesa de 1969. Sus versos están reunidos en cuatro estrofas. Su métrica y rima son libres.
Supongamos que es un hombre perfecto
El yo lírico, en primera persona del singular, dice que si es verdadera la presunción de que Jesucristo fue crucificado y luego resucitó, entonces el enigma radica en dónde quedó su cepillo de dientes.
Este poema se encuentra en Hojas de Parra de 1985. Sus seis versos están una sola estrofa. Su métrica y rima son libres.
Agnus Dei
El yo lírico, tras afirmar que todo lo que lo rodea y lo conforma como ser es terrenal, le pregunta al “cordero de dios” cuántas manzanas hay en el paraíso terrenal y qué hora es. Luego le pide que le dé su lana para hacerse un sweater, que deje a los humanos fornicar tranquilamente y que no se inmiscuya en ese momento sagrado.
Este poema se encuentra en Obra gruesa. Sus versos están distribuidos en cuatro estrofas. Su métrica y rima son libres.
Sermones y prédicas del Cristo de Elqui
Sermones y prédicas del Cristo de Elqui es un libro escrito en 1977. Está compuesto por un solo poema que narra las aventuras de su protagonista, Cristo de Elqui, un fundamentalista religioso lleno de contradicciones que profetiza en un show televisivo. Entre otras cosas, Cristo de Elqui cuenta la explotación que sufrió como campesino en diferentes trabajos, el desprecio que sintió varias veces por parte del sacerdocio, y el profundo dolor que le causó la muerte de su madre.
Análisis
Una de las características fundamentales de la antipoesía de Parra es el uso del sarcasmo y la ironía. En los poemas que tienen como centro a la religión esta característica es, sin dudas, la más importante. A través del sarcasmo y la ironía, Parra ridiculiza los valores de la iglesia, su sistema jerárquico, la fe de los devotos e incluso las figuras sagradas. Impone una visión ácida e irreverente. Una crítica mordaz y aguda.
Si bien en la vastísima producción poética del autor pueden encontrarse poemas que aluden al budismo, al judaísmo y otras corrientes religiosas, el catolicismo es, claramente, la religión en la que Parra pone el foco.
Es necesario destacar que el catolicismo es la religión dominante en Chile. En la década de 1950, en la que Parra publica Poemas y antipoemas, el 89% de los chilenos se consideraban católicos. Con el paso de las décadas, el número de católicos ha ido decreciendo (en 2012, el porcentaje alcanzaba el 67%), pero sigue siendo, por lejos, la religión dominante.
Asimismo, la Iglesia católica, históricamente, ha tenido un gran poder en Chile. Dicho poder, en correlación con el número de creyentes, ha ido mermando con el paso de las décadas. Sin embargo, se debe acentuar que en las décadas de 1950 y 1960 (época en la que Parra publica diversos poemarios en los que se encuentran numerosos poemas en torno a la religión) atacar a la fe católica era sumamente osado. Del mismo modo, burlarse de los valores cristianos era muy poco común. Hoy, dentro de una sociedad mucho más secularizada (no solo en Chile, sino en occidente), es usual el distanciamiento sarcástico del arte con la religión y la Iglesia católica. Pero no lo era en la época en que Parra publicó aquellos primeros poemarios; de allí el valor transgresor de estos.
Ahora bien, ¿qué le critica Parra a la religión católica? ¿A dónde apuntan sus burlas? Veamos un ejemplo:
Una vez andando
Por un parque inglés
Con un angelorum
Sin querer me hallé.
(…)
¡Hay que ver, señores,
Cómo un ángel es!
Fatuo como el cisne,
Frío como un riel,
Gordo como un pavo,
Feo como usted (“Sinfonía de cuna”, p. 10).
En primer lugar, Parra apunta contra la grandeza de lo sagrado. En un paseo común y corriente, el yo lírico se encuentra con un ángel. Este encuentro, lejos de ser una experiencia sagrada, es absolutamente vulgar. El aspecto del ángel tampoco es grandioso, ya que es gordo y feo (agrega el yo lírico, como el lector). No le infunde ningún tipo de respeto al yo lírico, quien lo denomina “angelorum”. Esta palabra, en latín, significa “ángeles”, y su forma singular es “angelus”. Así, este error gramatical denota la ignorancia del yo lírico acerca de la gramática del latín (la lengua de la Iglesia), así como su indiferencia hacia la figura del ángel. Más adelante el yo lírico descubrirá que el “angelorum” tiene unas alas espantosas, para nada “angelicales”. Esto le generará aún más desprecio por él.
Una constante, que aparece en este ejemplo y se mantiene en varios de los poemas sobre la religión, es la aceptación de la existencia de lo divino, sean los ángeles, Dios o Cristo. Sin embargo, lo divino no es presentado como tal. Es decir, lo divino existe, pero aparece desacralizado, perdiendo así su carácter elevado. He aquí otro ejemplo:
Padre nuestro que estás en el cielo
Lleno de toda clase de problemas
Con el ceño fruncido
Como si fueras un hombre vulgar y corriente
No pienses más en nosotros (“Padre nuestro”, p. 177).
Dios existe, pero es “vulgar y corriente”. Está en el cielo, pero como un oficinista ajetreado que está lleno de problemas que no puede resolver. Los poemas de Parra no ponen el foco en la existencia o no de lo divino, sino en su inutilidad. La premisa parece ser: “No importa si Dios existe o no existe. Importa para qué sirve”. El ángel de “Sinfonía de cuna” no sirve para nada y, en “Padre nuestro”, Dios es incapaz de ayudarnos. Veamos otro ejemplo:
Supongamos que fue crucificado
Supongamos incluso que se levantó de la tumba
—todo eso me tiene sin cuidado—
Lo que yo desearía aclarar
Es el enigma del cepillo de dientes (“Supongamos que es un hombre perfecto”, p. 311).
Aquí, el yo lírico acepta que Jesucristo puede haber sido crucificado y puede haber renacido, pero se pregunta entonces dónde quedó su cepillo de dientes. Si fue un hombre perfecto, tendría que haberse lavado los dientes al resucitar. Lo divino no es negado, pero se le resta importancia; tiene “sin cuidado” al narrador. Lo que a este le importa es lo mundano; no los milagros de Jesús, sino su cepillo de dientes.
Cabe destacar que una de las personas que más ha elogiado la obra de Parra es Ignacio Valente, poeta y sacerdote chileno. Según Valente, en la poesía de Parra hay una profunda creencia en Dios, pero una gran disconformidad con lo que han hecho las instituciones que lo representan. Fundamentalmente: la Iglesia católica. Parra se interesa en la humanidad de lo religioso, en Cristo como un ser humano.
Además de ser poeta, Parra fue artista plástico. Una de sus obras más conocidas muestra un crucifijo en el que Cristo no está, acompañado por la frase “Voy y vuelvo”, como si este hubiera ido al baño. Esa es la postura religiosa de Parra. Su poesía apunta a quitarle solemnidad y divinidad a lo religioso para acercarlo a los seres humanos comunes y corrientes.
En este punto es clave su libro Sermones y prédicas del Cristo de Elqui. Esta obra, publicada por el autor en 1977, tiene como protagonista a Domingo Zárate Vega, más conocido como Cristo de Elqui. Domingo Zárate Vega es un personaje popular de la historia chilena. Fue un campesino nacido en 1898 que, a sus veintisiete años, tras afirmar que diversas figuras religiosas se le aparecían, decidió cambiar su vida y autodenominarse Cristo de Elqui. A partir de entonces, comenzó a recorrer Chile haciendo profecías y bautizando a personas en la fe católica. Murió en 1971.
Parra conoció a Cristo de Elqui en su juventud y desde entonces estuvo interesado en su figura. Según el poeta y crítico literario chileno Federico Schopf, Parra utiliza a Cristo de Elqui como un objét trouvé o ready-made. Un ready-made es un elemento que se toma de la vida ordinaria y se lo convierte en una obra de arte. Parra toma a Cristo de Elqui, lo sitúa en el presente de su época (la década del 70, en Chile) y le adjudica un largo discurso poético en el que este habla sobre su historia, religión, política, sexualidad y otros temas. Dicho discurso es pronunciado por el personaje en un show televisivo. Así comienza la obra:
—Y ahora con ustedes
Nuestro Señor Jesucristo en persona
Que después de 1977 años de religioso silencio
Ha accedido gentilmente
A concurrir a nuestro programa gigante de Semana Santa (p. 270).
Lo interesante del discurso de Cristo de Elqui es que, pese a estar en un contexto absurdo, tiene largos pasajes que son muy serios. De hecho, en esta obra se encuentran los versos más serios de Parra sobre cuestiones religiosas. Cristo de Elqui, por ejemplo, dice:
Yo no nací para glorificarme a mí mismo
Nací para ayudar a mis semejantes
En especial a las almas en pena
Sin distinción de clases sociales
Ya se trate de enfermos desahuciados
O de personas de escasos recursos (Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, p. 276).
Desde la voz de Cristo de Elqui, profundamente humana y, por muchos momentos, ridícula, Parra se explaya sobre la misericordia, la igualdad, la solidaridad y el amor por el prójimo, entre otros temas.
En definitiva, la antipoesía de Parra puede considerarse también como antidivina. Ni Cristo ni Dios ni los ángeles pueden, desde su púlpito divino, transmitir verdades religiosas. Su Cristo de Elqui, vulgar y antidivino, puede hacerlo incluso desde un show televisivo.