Resumen
En esta sección, a partir de cinco poemas representativos, analizaremos la producción poética de Nicanor Parra que pone el foco en el yo. Tanto en sus experiencias personales como en sus puntos de vista sobre diferentes asuntos. Como se verá posteriormente en el análisis, es fundamental que el lector diferencie al yo lírico del autor.
Moscas en la mierda
El yo lírico, en segunda persona del singular, le pregunta al señor, al turista y al revolucionario, si alguna vez vieron un grupo de moscas en la mierda. Luego afirma que él nació y se crió con las moscas en una casa rodeada de mierda.
Este poema se encuentra en el libro Hojas de Parra de 1985. Está compuesto por ocho versos que están distribuidos en dos estrofas (una de seis y otra de dos). Su métrica es libre y la mitad de sus versos termina con la palabra “mierda”, lo que le da una rima predominantemente consonante.
Autobiografía
El yo lírico afirma que nació en 1905 o 1899. Luego dice que estudió “Pornografía” en Italia, donde se graduó de gásfiter o sacerdote católico. No sabe. Finalmente, afirma que está preocupadísimo porque sabe que tiene que morirse.
Este poema fue publicado en la antología El último apaga la luz, en 2017. Tiene una sola estrofa de doce versos. Su métrica y rima son libres.
Notas de viaje
El yo lírico comienza afirmando que se mantuvo alejado de su puesto durante años. Si bien no aclara a qué puesto se refiere, luego se da a entender que dicho puesto es el de piloto de su propio barco. Se dedicó a viajar, conversar y dormir. Durante ese tiempo recordaba escenas del pasado o pensaba en cosas absurdas, como unas lechugas, o cosas fantásticas relacionadas con su familia. Entretanto, su barco había entrado al río. Él fue forzado a encerrarse en el camarote, debido a que constituía un peligro a bordo porque podía, en cualquier momento, expresar un contrasentido.
Este poema se encuentra en el libro Poemas y antipoemas de 1954. Sus quince versos están concentrados en una sola estrofa. Su métrica y rima son libres.
Hombre al agua
El yo lírico afirma que ya no está en su casa, sino en Valparaíso. Durante mucho tiempo se la pasó escribiendo poemas espantosos y dando clases espantosas hasta que se cansó. Ahora está por partir en bicicleta hacia Chillán. Luego pide que si preguntan por él se lo excuse diciendo diferentes cosas. Jura no escribir nunca más ni tampoco resolver ninguna ecuación. Termina gritando que se irá a Chillán a recorrer los lugares sagrados.
Este poema se encuentra en el libro Versos de salón de 1962. Sus veintiocho versos están distribuidos en diez estrofas irregulares. Su métrica y rima son libres.
Yo no soy un anciano sentimental
El yo lírico expresa enfáticamente que no tiene afinidad con los bebés ni con los niños.
Este poema se encuentra en Hojas de Parra. Sus catorce versos están concentrados en una sola estrofa. Su métrica y rima son libres.
Análisis
Antes de comenzar este análisis resulta fundamental diferenciar la figura literaria del yo lírico de la figura del autor. El yo lírico es una creación ficticia del autor de carne y hueso, Nicanor Parra. En sus poemas, este crea a través del yo lírico una narrativa ficticia acerca de su propia vida. Dicha narración no se debe tomar, simple y llanamente, como verdadera. Es decir, lo que le sucede o piensa en los poemas el yo lírico no tiene por qué ser necesariamente lo que le sucede o piensa Nicanor Parra en su vida real.
Hecha esta aclaración, cabe preguntarse qué efecto poético busca el autor al abordar a través de esa figura ficticia ciertas trivialidades de su vida privada. Por ejemplo, ¿qué importancia tiene para el lector que el yo lírico no soporte a los niños, tal como lo afirma en el poema “Yo no soy un anciano sentimental”?
He aquí la clave: al lector, por supuesto, no le importa lo que le suceda o sienta el yo lírico, sino lo que le sucede o siente el autor. Nicanor Parra, para quien, como hemos dicho, no hay tema que no se pueda tratar dentro de la poesía, a lo largo de sus libros se construyó a sí mismo como un tema poético. A través del yo lírico elaboró su propia ficción personal; le contó a los lectores, entre miles de cosas, la aversión que siente por los niños, lo que estudió cuando fue a Italia, sus preocupaciones por la cercanía de la muerte.
Esta construcción ficticia se fortaleció gracias a la fama de Nicanor Parra. Durante sesenta años el autor fue una personalidad activa dentro del mundo literario, político y social. Tuvo conflictos con otros autores, con políticos, con representantes de la religión; lanzó opiniones polémicas sobre diferentes cuestiones; y, como si fuera un personaje del espectáculo, se volvió una figura atrayente, no solo por sus poemas, sino por lo que hacía en el día a día. Lejos de intentar marcar una diferencia entre su obra y su vida privada, Parra aprovechó dicha situación y se fortaleció como personaje dentro de su poesía. Se volvió él mismo un ready-made, un elemento de la vida real convertido en arte. Veamos un ejemplo:
Nací el 12 de marzo de 1905
O tal vez
El 17 de febrero de 1899
Está por averiguarse
Estudié Pornografía en Italia
(…)
En la actualidad estoy preocupadísimo
Porque sé que me tengo que morir
Continuará (“Autobiografía”, p. 506).
En esta “autobiografía”, Parra evidencia esta construcción de sí mismo como ficción artística. Este poema fue publicado por primera vez en 2017, cuando Parra cumplió ciento tres años. La gracia de los primeros versos, en los que el yo lírico duda acerca de la fecha de su propio nacimiento, radica en la longevidad del autor de carne y hueso. Parra juega con la idea de que nació hace tanto tiempo que ni siquiera él lo sabe. En realidad, no nació ni en 1905 ni en 1899, sino en 1914. Por supuesto, tampoco estudió Pornografía en Italia, pero su obra ha sido catalogada como “obscena”. El final del poema, por el contrario, expresa algo que probablemente sí sea verdadero: el miedo a la muerte del autor.
Como vemos, el yo lírico combina algunos datos que claramente no son verdaderos en lo que se refiere a la vida de Nicanor Parra, con otros que sí pueden llegar a ser serlo. De esta manera pone en tensión la ficción con la realidad, difuminando sus límites. Por otro lado, en el último verso del poema citado aparece el lenguaje televisivo. Aunque actualmente no es muy común, “Continuará” es una frase que aparece con frecuencia sobre el final de ciertas películas o series anunciando que, precisamente, el final que está viendo el espectador no es el definitivo. Aquí el yo lírico avisa que la autobiografía continuará, dado que Parra continúa viviendo.
El uso del lenguaje televisivo es una de las muchas características que tiene en común la poética de Parra sobre el yo con el arte Pop o pop art. Este movimiento artístico surgió en la década de 1950 (década en la que Parra publica Poemas y antipoemas) y, entre sus características principales, presenta un uso de diversos materiales representativos del consumismo capitalista para realizar las obras; una habitual crítica al consumismo, la importancia de la imagen y la banalidad de la sociedad capitalista; un intento de aproximar el arte a la realidad; y el empleo de la figura del propio artista como tema de las obras.
Sin dudas, el artista más representativo de este movimiento es Andy Warhol. El cuadro Las latas de Sopa Campbell’s, en el que se ve una lata Campbell replicada muchas veces, pone en jaque los límites entre la esfera de la realidad y la esfera del arte. Lo mismo sucede con gran parte de la poética de Parra, sobre todo la dedicada al “yo”. Veamos otro ejemplo: “Una guagua me deja totalmente frío/ No tomaría en brazos una guagua/ Aunque el mundo se estuviera viniendo abajo” (“Yo no soy un anciano sentimental”, p. 316). Como vemos, al convertirse en un tema de sus propios poemas, Parra ha convertido todo relato sobre su propia vida en poesía. Los versos citados, al igual que en el caso de la obra de Warhol, acercan el arte a la realidad hasta el punto en el que sus límites no se diferencian.
Ahora bien, ¿cómo es ese yo lírico construido por Parra? Desde Poemas y antipoemas, vemos que ha construido un yo sarcástico, irreverente, que desconfía de las instituciones y se encuentra al margen de una sociedad a la que juzga decadente. Ese anciano odioso y díscolo que aparece en el poema de 1985 ya está prefigurado en textos como “Hombre al agua”, publicado en 1962:
Si preguntan por mí
Digan que ando en el sur
Y que no vuelvo hasta el próximo mes.
Digan que estoy enfermo de viruela.
Atiendan el teléfono
¿Qué no oyen el ruido del teléfono?
¡Ese maldito ruido del teléfono
Va a terminar volviéndome loco! (p. 105).
Cierta parte de la crítica ha enmarcado al yo lírico construido por Parra dentro de la categoría de flâneur. El flâneur es un estereotipo literario que, entre otras cosas, se caracteriza por vivir al margen de la sociedad y, desde esa posición, criticar todo lo que lo rodea. Así como el flâneur clásico que aparece en Las flores del mal de Charles Baudelaire, el yo lírico de Parra se enorgullece de vivir en el margen, de no ser parte de la sociedad que día a día se sumerge en la farsa mundana. En “Notas de viaje”, el yo lírico dice:
Durante el baile yo pensaba en cosas absurdas:
Pensaba en unas lechugas vistas el día anterior
(…)
Entretanto el barco ya había entrado al río
(…)
Me obligaban a encerrarme en mi camarote
Comía a la fuerza, me rebelaba contra mí mismo,
Constituía un peligro permanente a bordo
Puesto que en cualquier momento podía salir con un contrasentido (p. 44).
El yo lírico de Parra no forma parte del “baile”. Mientras bailan, él piensa en cualquier cosa. Por eso mismo, es visto como un peligro y es encerrado. Esos contrasentidos que amenazan a los “otros” son los que se encuentran por doquier en la poética de Parra. Este orgullo por ser marginal a causa de tener ideas extrañas también se traslada a lo material. En “Moscas en la mierda”, el yo lírico dice:
Al señor —al turista— al revolucionario
Me gustaría hacerles una sola pregunta:
(...)
¿Han visto alguna vez moscas en la mierda?
Porque yo nací y me crié con las moscas
En una casa rodeada de mierda (p. 315).
En el primer verso, el yo lírico toma distancia de sus interlocutores. Él no es ni un señor, ni un turista, ni un revolucionario. Desde esa distancia, se diferencia: él conoce algo que ellos no conocen. La vida en el margen le ha dado mayores conocimientos que los que la vida formal le puede dar al señor, los viajes, al turista, o la rebelión, al revolucionario. El yo lírico de Parra es, constantemente, lo que no se debe ser para formar parte de la sociedad funcional. Es, entre otras cosas, anarquista, agnóstico, vago e impertinente; un poeta que se opone a la poesía. En este sentido es, tal vez, idéntico a su creador, Nicanor Parra. O incluso, si tenemos en cuenta la contradicción que lo domina, quizá sea, en realidad, es una completa ficción. No lo sabemos; lo único seguro es que, en esa duda, radica gran parte de su encanto.