Don Manuel
Don Manuel es el personaje principal de la novela. Es el sacerdote católico del pequeño pueblo Valverde de Lucerna. Allí es el hombre más respetado y querido por todos, considerado el padre espiritual del pueblo.
Pese a ser sacerdote, Don Manuel no es creyente (aunque esto no lo sabe casi nadie). Considera que la religión es fundamental para consolar y hacer feliz a las personas, y eso, en definitiva, es lo que más le importa a él.
Es sumamente compasivo y trabajador. Pone todo su tiempo y energía en ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio. Sin embargo, detrás de esta actitud se oculta una verdad: Don Manuel, en realidad, no soporta el ocio ni estar solo, ya que en ambas situaciones se enfrenta con sus propios tormentos. Uno de esos tormentos es la culpa que le provoca mentirle constantemente a sus aldeanos, tener que mostrarse creyente frente a ellos e instarlos a tener fe en algo en lo que él mismo no cree. Este tormento es tan grande que suele pensar en el suicidio.
Ángela Carballino
Es la narradora principal de la novela. Tiene más de 50 años en el presente de la narración. Desde chica tiene una gran inquietud por los libros, y por conocer las profundas verdades de la vida. Además, tiene una buena educación. Eso convierte a Ángela en un personaje que se diferencia del resto del pueblo por su perspicacia y su inteligencia, y por no dejarse engañar por las apariencias.
Ángela es una muchacha bondadosa que vive preocupada por el bienestar de todos, especialmente por el de Don Manuel y el de Lázaro, su hermano mayor. Debido a su juventud, es mucho más inocente e idealista que ambos.
Sin embargo, cuando Ángela se entera de que Don Manuel no era verdaderamente religioso y de que, junto a su hermano, engañan al pueblo promulgando una fe que ellos mismos no tenían, pierde ese idealismo y esa inocencia. En el presente del relato, ya mayor, no sabe si es creyente, ni tampoco si es más importante la verdad o la fe.
Lázaro Carballino
Es el hermano mayor de Ángela. Al comienzo de la novela vive en América y, desde allí, le envía dinero a su hermana y su madre. Paga la educación de Ángela en un colegio religioso de la ciudad.
Cuando regresa al pueblo, trae consigo ideas seculares y progresistas que se oponen a la devoción religiosa de su familia y los demás aldeanos. Llega convencido de que la vida rural es atrasada y pretende que su familia viva en lo que él considera la civilización, es decir, la ciudad: Madrid.
Es ateo y considera que la iglesia hunde a España en el estancamiento del feudalismo y el Medioevo. Sin embargo, tras conocer a Don Manuel cambia su carácter. Adopta la filosofía del párroco y se convierte al catolicismo para hacer felices a los aldeanos, aunque no se vuelve realmente creyente. Después de la muerte de Don Manuel, toma su lugar como líder del pueblo hasta su propia muerte.
Su nombre es una alusión a Lázaro, el personaje bíblico al que Jesús resucita de entre los muertos. Así como el personaje bíblico, Lázaro renace en la fe de la mano de Don Manuel.
La madre de Ángela y Lázaro
Es una mujer obstinada, profundamente devota y seguidora fiel de Don Manuel. Incluso, Ángela da a entender que su madre quería más a Don Manuel que al que había sido su esposo. En su lecho de muerte, su único deseo es ver a Lázaro convertido en católico por Don Manuel.
Blasillo, el bobo
Según las palabras de Ángela, Blasillo es idiota de nacimiento. Es el preferido de Don Manuel, quien tiene predilección por los desgraciados y los díscolos. Blasillo imita a la perfección su voz y va por el pueblo exclamando la bíblica frase que Don Manuel pronuncia en los sermones: "Dios mío ¿por qué me has abandonado?". Muere en el mismo momento que Don Manuel, tomado de su mano.