Los Sonetos de Shakespeare son publicados en 1609, a los 45 años del autor. La obra está conformada por 154 sonetos que Shakespeare escribió a lo largo de varios años. Ya en 1598, en su libro Palladis Tamia: Wits treasury (una obra de reflexión filosófica y artística), Francis Meres hace alusión a los “sonetos azucarados” que Shakespeare hacía circular entre su grupo de amigos íntimos. Esta alusión no solo evidencia que ya desde hacía diez años Shakespeare estaba escribiendo esos sonetos, sino que también sugiere que el autor podría no haber tenido la intención de publicarlos. En relación con esto, no se sabe a ciencia cierta si la edición llevada a cabo en 1609 por Thomas Thorpe fue autorizada por Shakespeare. La crítica coincide en que es muy posible que se publicaran sin su consentimiento.
Este es solo uno de los muchos misterios que hay en torno a los Sonetos de Shakespeare. Otro, que continúa suscitando debates entre los estudiosos de la literatura, incluso hoy en día, es la identidad de la persona a la que está dedicada la obra, un tal “Sr W.H.” (que es, según la dedicatoria, el único inspirador de los sonetos).
La especulación vacila entre varias posibles personas, aunque hay dos hombres que la crítica considera como los más probables destinatarios de la dedicatoria: el Sr. William Herbert, tercer conde de Pembroke, y el Sr. Henry Wriothesley, tercer conde de Southampton. Ambos eran hombres adinerados y con un gran interés literario. Se considera por ello que cualquiera de los dos puede haber sido mecenas de Shakespeare. De hecho, el poeta les dedicó otras obras: First Folio a Herbert; y Venus y Adonis y la violación de Lucrecia a Wriothesley. Además, el autor tuvo, en diferentes épocas de su vida, una estrecha relación con ambos, lo que lleva a suponer que la figura del joven al que se hace referencia en gran parte de los sonetos es alguno de los dos.
Este joven, en la obra, también es llamado “justo joven” (“fair youth” en el original). Además de él, hay dos personajes recurrentes en los Sonetos: “la dama oscura” y el “poeta rival”. Determinar quiénes fueron los referentes reales de estos personajes también es motivo de controversia, aunque gran parte de la crítica cuestiona la naturaleza autobiográfica de los Sonetos, argumentando que no hay ninguna prueba de que no sean absolutamente ficcionales.
Además de estas cuestiones, que limitan entre lo artístico y lo biográfico, hay otros puntos formales que aún hoy generan debate entre la crítica. Por ejemplo, se desconfía de que la primera impresión del libro haya sido fiel a los manuscritos de Shakespeare, ya que los sonetos tienen diferentes estructuras. Por otro lado, se desconfía también de que el orden haya sido determinado por el autor, pues los sonetos 152, 153 y 154 no encajan temáticamente en la secuencia.
Pese a todos estos debates y posibles imprecisiones, la edición de 1609, a cargo de Thorpe, es y sigue siendo la fuente original de la que partieron y parten, aún hoy, más de cuatrocientos años después, todas las ediciones modernas.