Altavoz o Narrador, y Punto de Vista
La mayor parte de los sonetos está desarrollada a través de la voz del yo lírico, en primera persona del singular, o en la segunda persona del singular, apostrofando al justo joven o a la dama oscura.
Forma y Medidor
Sonetos. Los sonetos shakesperianos constan de cuatro estrofas. Las primeras tres son de cuatro versos y la última, de dos (se denominada pareado). En el inglés original, la métrica de los versos es decasílaba, aunque las traducciones al español suelen ser endecasílabas o alejandrinas (de catorce sílabas).
Metáforas y Símiles
"Mas tu eterno verano no ha de ajarse" (Metáfora) ("Soneto XVIII", p. 43)
Aquí, la metáfora se encuentra en la referencia al verano para aludir a la juventud y al vigor del justo joven. Lo que conecta el verano metafóricamente con la juventud es el calor y la vitalidad del estío, que se asemeja al calor pasional y la vitalidad de las personas en su juventud.
"Amarillos del tiempo, mis papeles/ serían cual farsantes desairados" (Símil) ("Soneto XVII", p. 43)
Aquí el yo lírico, utilizando el nexo comparativo "cual", compara los papeles en los que escribe sus versos con farsantes. Esta comparación surge de la idea de que nadie podrá creer que el justo joven es tan bello como él lo describe en sus versos. Por lo tanto, sus poemas serán tomados como mentiras.
Aliteración y Asonancia
N/A
Irony
N/A
Genero
Poesía
Ajuste
Los sonetos no están situados en ningún lugar específico.
Tone
Pasional y racional a la vez. Entre estos dos polos opuestos se debate el yo lírico.
Protagonista y Antagonista
El protagonista es el yo lírico mientras que su antagonista es el poeta rival.
Conflicto Principal
El yo lírico sufre por no ser correspondido, en principio, por el amor del justo joven, y luego por el de la oscura dama.
Climax
El "Soneto LXXXVII", en el que el yo lírico se despide del justo joven, puede considerarse el clímax de la obra. A partir de allí, el yo lírico abandona su ideal amoroso platónico, se entrega al sufrimiento solitario, y luego al sufrimiento carnal que le produce el deseo por la oscura dama.
Presagio
N/A
Atenuación
N/A
Alusiones
Si bien no se puede afirmar con total certeza, al menos se puede postular que en ciertos sonetos, como el "Soneto XXI" y el "Soneto LXXXV", hay cierta alusión a los poetas petrarquistas de la época en que Shakespeare escribió sus sonetos.
Metonimia y Sinecdoque
Los ojos del yo lírico, en diversos sonetos, funcionan como una metonimia de los sentidos del yo lírico; mientras que la mente o el corazón (que funcionan prácticamente como sinóminos) funcionan como una metonimia de la parte racional del yo. Por ejemplo, en el "Soneto CXIII", el yo lírico afirma: "Ya vea un rostro dulce o un fantoche/ la más dulce u hórrida creatura/ la montaña o el mar, el día o la noche/ cuervo o torcaz, lo amolda a tu figura// Incapaz para el resto, de ti pleno/ aunque mi mente es fiel, mi ojo no es bueno" (p. 139).
En el "Soneto XXII", el yo lírico dice respecto del justo joven: "mas cuando el tiempo surque tu entrecejo/ será que ya me asomo ante la muerte" (p. 47). El surco del entrecejo es una metáfora que alude a la aparición de las arrugas. A la vez, la aparición de las arrugas del entrecejo funcionan como una sinécdoque de la vejez.
Personificación
El tiempo es personificado por el yo lírico en diferentes sonetos, aunque el más notorio es el "Soneto XIX", en el que lo apostrofa y lo nombra con mayúscula, como si fuera una persona. Le exige que destruya todo menos la belleza del justo joven: "La garra del león, Tiempo, desgaja/ y haz que la tierra engulla su hijo tierno (...)/ mas prohíbo tu crimen más odiado:/ no surques con tus horas esa frente" (p. 45).
Hyperbole
En el "Soneto CXXIX", el yo lírico advierte cuán irresistible es para los hombres gozar el acto carnal, pese a que luego se sientan angustiados y vacíos por dentro. Lo hace a través de esta hipérbole: "Todo el mundo lo sabe y nadie aprende/ a obviar un cielo que al infierno tiende" (p. 153).
Onomatopoeia
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