La Casa de Ejercicios Espirituales (Símbolo)
La Casa de Ejercicios Espirituales es un símbolo de la omnipresencia del catolicismo rígido impuesto por el cura Martínez en el pueblo. Él mismo dibuja los planos arquitectónicos para construirla y luego dirige la obra, de manera tal que es un espacio totalmente adecuado a sus ideas para controlar a los fieles. Así, también representa al pueblo que internaliza esa rigidez religiosa. De hecho, en el capítulo "Ejercicios de Encierro", leemos una larga descripción de la Casa, donde se sostiene que "El edificio es recio, amplio e imponente; resume, a la vez, el carácter del pueblo y del párroco" (52). La Casa está ubicada al lado del cementerio, enfatizando la presencia constante de la muerte en el pueblo. Además, es un espacio muy hermético, oscuro y sin ventanas. Adentro de las celdas, los espacios donde los fieles se recuestan cuando pasan la noche tienen la forma de cruces enormes, como si fueran tumbas.
La vestimenta de las mujeres (Símbolo)
Las vestimentas aparecen en varias ocasiones como símbolos de las actitudes o los estados internos de quienes las usan, y en particular de las figuras femeninas. Se destacan los vestidos negros que usan las mujeres del pueblo, con los cuellos altos, para mostrarse en permanente luto y totalmente ajenas a la sexualidad, respetando los severos mandamientos católicos. En contraste, el pueblo se escandaliza con los "vestidos a la moda" (103) y provocativos que usa Micaela. Esta ropa representa que la chica ha abandonado por completo las costumbres del pueblo. Por su parte, Victoria también usa vestidos modernos, pero no son provocativos como los de Micaela, y por eso simbolizan la elegancia de esta mujer.
La luna (Símbolo)
A lo largo de toda la novela, hay múltiples referencias al cielo, que, en general, refleja el ánimo del pueblo o el estado social y político de cada momento. Por ejemplo, cuando está soleado, los habitantes disfrutan y se sienten tranquilos. Ahora bien, entre los elementos del cielo se destaca la luna, que aparece en repetidas ocasiones y funciona como símbolo de desgracias y tragedias. Por ejemplo, cuando se acercan tropas del gobierno para controlar las celebraciones de la Semana Santa, "sube la luna teñida de sangre, luna llena de sangre y con lento fulgor, que hace más tétrica la noche" (111), y los habitantes del pueblo la reconocen como signo de mal agüero. Asimismo, cuando llega el mes de agosto, que en el pueblo siempre está marcado por la muerte, hay una "mala luna siniestra" (241).
La ciudad como espacio del mal (Motivo)
En la novela, se resalta el contraste entre el pueblo y las grandes ciudades. La ciudad aparece sistemáticamente como el espacio del mal, donde los valores tradicionales católicos están invertidos y tienen lugar todos los pecados. Dentro de la perspectiva tradicional, conservadora y rígida del pueblo, ese mal está encarnado en las artes, la política liberal, el progreso, las innovaciones tecnológicas y la velocidad típicas de la ciudad.
Esto se ve con nitidez en la figura de Micaela, que vuelve cambiada de la capital. A partir de su experiencia en la ciudad, enfatiza su propia sexualidad, se viste y se comporta de modos vistos como indecentes en el pueblo y comienza a provocar a los hombres que la rodean. Así llega a tramar su venganza contra el pueblo, lo cual provoca tanto su propia muerte como el asesinato de Timoteo Limón. Es decir, la historia de Micaela expresa cómo el pasaje por la ciudad es el camino hacia el mal.
Por otro lado, muchos de los personajes que traicionan los valores del pueblo terminan en alguna ciudad. Por ejemplo, Gabriel estudiará música en ciudades europeas, Luis Gonzaga es internado en un manicomio en Zapotlán, Damián ha vivido en ciudades estadounidenses, y María, cuando se une a los revolucionarios, se dirige a Guadalajara.
El cometa Halley (Símbolo)
El cometa Halley es un elemento central en la última parte de la novela y simboliza, en términos amplios, la Revolución mexicana y todos los cambios que tienen lugar en este período, tanto a nivel político y económico como social y cultural. Para los personajes, el fenómeno cósmico anuncia que algo muy importante está por suceder, que todo cambiará, que se acercan terribles desgracias o, incluso, que se viene el fin del mundo. Este cometa orbita la tierra cada aproximadamente ochenta años y lo hace justamente en 1910, el año de la Revolución. En los periódicos, los habitantes del pueblo leen noticias políticas y también se informan sobre las fechas en las que el cometa pasará cerca de la Tierra, de manera tal que las noticias se confunden y se sospecha que hay una conexión entre ambas cuestiones. El uso simbólico de este elemento también queda evidenciado en el hecho de que el capítulo final de la novela se llama "El Cometa Halley", y en sus páginas se narra todo el transcurrir del año 1910.