Un hombre de campo llega ante la Ley y pide entrar, pero el guardián que vigila la puerta se lo impide. El campesino pregunta si más adelante podrá entrar y el guardián responde que tal vez sí, pero que ahora no puede autorizar la entrada. La puerta de la Ley está abierta, pero el guardián le advierte al campesino sobre otros guardianes más poderosos que él que se encuentran en el interior. Entonces, el campesino decide esperar.
Allí pasa años sentado junto a la puerta, esperando para ingresar. Intenta sobornar al guardián con sus posesiones, pero no tiene éxito. A medida que pasa el tiempo, el campesino se obsesiona con el guardián y se olvida de los demás obstáculos. Su cuerpo y su mente se van deteriorando, y aunque su vista se debilita hasta dejarlo en penumbras, percibe un destello que surge del interior de la Ley. Finalmente, cuando el campesino está cerca de la muerte, le pregunta al guardián por qué nadie más ha buscado la entrada a la Ley. El guardián revela que la puerta solo estaba destinada para él, y luego le dice que cerrará la puerta y se irá.