Ante la ley

Ante la ley Resumen y Análisis Primera parte

Resumen

Un campesino se presenta ante las puertas de la Ley, donde se encuentra con un guardián. Pide entrar, pero el guardián no se lo permite. El hombre de campo pregunta si podrá ingresar más tarde, a lo que el guardián le responde que tal vez sí, pero que en este momento no puede permitirle la entrada.

La puerta de la Ley está abierta y el campesino, pensativo, mira hacia adentro. El guardián se ríe y lo invita a probar ingresar a pesar de su prohibición, pero le advierte que él es poderoso, y que adentro, atravesando las salas, hay otros guardianes de mayor jerarquía, cada uno más poderoso que el anterior. El hombre de campo, que no esperaba esta dificultad, observa detenidamente al guardián y decide que es mejor esperar hasta que se le autorice entrar. El guardián le da un taburete y le permite sentarse al lado de la puerta.

Análisis

“Ante la Ley” es un cuento que tiene la forma de una parábola: una historia corta que presenta personajes ficticios en situaciones simbólicas con el fin de transmitir un mensaje de manera alegórica. En este sentido, el relato de Kafka plantea una reflexión sobre las relaciones de poder y el sometimiento del individuo ante sistemas y estructuras más grandes y poderosas, como es, en este caso, la Ley. También transmite un mensaje más amplio sobre la condición humana, la búsqueda de sentido y la incapacidad del individuo para acceder a la verdad o alcanzar sus metas.

Lo primero que puede llamar la atención de la historia es que la Ley se presenta como un lugar. Hay un interior de la Ley y un exterior de la Ley. Del exterior proviene el campesino, lo que nos permite suponer un traslado: es posible que el hombre venga del campo y que la Ley se encuentre en otro espacio, en la ciudad. Esto tiene sentido en cuanto en las sociedades modernas las leyes se piensan, se debaten y se implementan en las zonas urbanas. No tenemos una descripción muy detallada de cómo es el edificio de la Ley, pero el guardián nos da a entender que, una vez adentro, habrá que atravesar una sala custodiada por un guardián, luego otra, custodiada por otro, luego otra, y así. Esta forma de sucesión indefinida de salas sugiere un espacio arquitectónico paradójico: una sede material con forma infinita, como la biblioteca que Borges imagina en su cuento “La biblioteca de Babel”.

Tal configuración del espacio transmite una imagen de la inaccesibilidad de la Ley, porque propone una serie infinita de obstáculos que impide llegar a un punto final o centro donde se accedería a la Ley. Pero “la puerta que conduce a la Ley está abierta, como siempre” (p.232), nos dice el relato, dando a entender que el acceso no está del todo denegado. Esta forma a la vez abierta y cerrada de la Ley transmite una experiencia típica de la modernidad y del capitalismo: la burocracia. En teoría, la burocracia es una forma de establecer un orden normativo para distribuir y gestionar una institución o una organización, y es la forma propia en la que se regula el sistema judicial y el orden estatal. Pero en la práctica, la burocracia suele convertirse en una administración ineficiente, rígida y excesivamente formal, que parece estar hecha a propósito para generar trabas en la concreción de un trámite. En “Ante la Ley”, la forma del edificio, con infinitos guardianes e infinitas salas, podría representar el orden fragmentado de la estructura burocrática, que dilata de forma indefinida la ejecución de la Ley.

La Ley, con letra mayúscula, representa por metonimia la autoridad y el poder. El edificio de la Ley, según lo describe el guardián ante la puerta, posee una estructura autoritaria, porque los guardianes que custodian cada sala van escalando en jerarquía, encarnando el sometimiento a la voluntad superior del que detenta el poder: “ya la visión del tercero no puedo ni siquiera yo tolerarla” (p.232), dice el guardián, amedrentando al campesino para que no se anime a pasar la primera puerta. Podría resultar que el guardián esté mintiendo; el lector y el campesino solo ven la puerta de la Ley, no su interior. No sabemos si la Ley es solo una fachada, o si realmente hay adentro un mecanismo indefinido de vigilancia. En todo caso, el hombre de campo se deja doblegar por el guardián, que impone su autoridad como representante de la Ley.

El campesino se sorprende ante esta situación. Él “no esperaba tales dificultades”, porque entendía que “la Ley debería ser accesible para todos en todo momento” (p.232). Está pensando en otra noción de lo que es la Ley, como aquello que da derechos y garantiza igualdad y libertad. No sabemos por qué se presenta ante la Ley, si fue convocado por la Ley para comparecer ante ella o si vino por voluntad propia. Nos inclinamos a la segunda opción, porque el campesino, a pesar de la dificultad, decide esperar.

Esta espera se puede entender desde dos perspectivas: por un lado, el campesino ejerce su voluntad de esperar, acaso como una forma de perseverancia y resistencia ante el punitivismo de la Ley. Pero, por otro lado, el campesino espera porque acata la orden de la Ley, conservando la esperanza de que la autorización para ingresar llegue más tarde. Desde esta perspectiva, podríamos afirmar que la inaccesibilidad de la Ley no solo se representa espacialmente, por la forma potencialmente infinita del edificio de la Ley, sino que también se representa temporalmente, por medio de esta postergación indefinida. En este sentido, el campesino se queda esperando porque queda atrapado por la estructura burocrática de la Ley.

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